El 18 de noviembre se ha convocado por parte del Frente de Estudiantes, Estudiantes en Movimiento y la CREUP una movilización en contra de las leyes Castells. Desde Contracorriente y Pan y Rosas nos adherimos a la convocatoria y pensamos que este tipo de iniciativas deberían debatirse democráticamente en grandes asambleas y no convocarse “desde arriba” como se ha hecho.
Lunes 15 de noviembre de 2021
El jueves 18 de noviembre las compañeras de Contracorriente y Pan y Rosas saldremos a las calles contra las leyes Castells y por una universidad radicalmente democrática y al servicio de las y los estudiantes y la clase trabajadora. Desde comienzo de curso venimos reivindicando que lo que necesitamos es reactivar el movimiento estudiantil contra la reforma universitaria de Castells que consideramos que constituye un atropello a los derechos de los y las estudiantes. La reforma, compuesta por dos leyes, profundiza en la relación entre las empresas privadas y las universidades y da vía libre a la represión de la libertad de expresión y de protesta en la universidad, tal y como explicamos en este artículo.
🔴Ens sumem a la jornada de protesta estudiantil del dia 18 convocada pel @fde_catalunya
Fem un crit per impulsar assemblees a cada facultat per posar en peu un gran moviment estudiantil estatal que freni la Llei Castells!✊🏻 pic.twitter.com/NXsbc1I0Ag
— Contracorrent Catalunya #OrganitzarLaRàbia (@Contrac_Cat) November 10, 2021
Desde Contracorriente y Pan y Rosas apoyaremos con todas nuestras fuerzas estas movilizaciones pues estamos en primera línea de la lucha contra estas leyes. Además, creemos que hace falta la unidad de acción de todas las organizaciones que nos oponemos a esta reforma, extendiendo la lucha a cada universidad para llegar a miles de estudiantes. Por ello, defendemos la necesidad de impulsar asambleas donde el conjunto del estudiantado, así como otros sectores de la comunidad universitaria, discutamos nuestras demandas y el plan de movilizaciones para conquistarlas.
Sin embargo, esta no parece ser la línea de las organizaciones convocantes de la jornada. La movilización ha sido convocada por la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de las Universidades Públicas (CREUP) junto al Frente de Estudiantes y Estudiantes en Movimiento tras fracasar las negociaciones con el Ministerio de Universidades. Negociaciones realizadas a puerta cerrada que se limitaban a matizar los aspectos más represivos de la Ley de Convivencia Universitaria (LCU) o a tratar de incrementar la pobre participación estudiantil en las burocráticas instituciones universitarias, pero sin cuestionar de conjunto el modelo neoliberal de universidad que la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) profundiza.
Cuestionamos abiertamente tanto los objetivos como la forma de convocar “por arriba” por parte de sus organizadores, totalmente contraria a desarrollar un movimiento masivo, autoorganizado y radicalmente democrático como el que hace falta construir para enfrentar la ley. Más interesados están en volver a la mesa de negociación con el ministro. Hecho que puede deducirse no solo de los métodos burocráticos y a espaldas de cualquier movimiento estudiantil por el cual se han convocado las movilizaciones del 18, sino también del propio carácter y tradición de las organizaciones convocantes.
Una de ellas, el CREUP, es un conjunto de consejos de estudiantes y organismos de representantes estudiantiles que no representan a prácticamente nadie, como pudimos ver el curso pasado cuando en mitad de la pandemia se reunían con el ministro sin transmitir absolutamente ninguna de las reivindicaciones de las estudiantes.
Esto se debe a que los procesos de decisión en las universidades son opacos y antidemocráticos, resultando esto en que la mayor parte de la comunidad universitaria ni siquiera sepa cuándo hay elecciones o a qué se vota. Además, en diversos órganos universitarios los representantes no los escogen todos los estudiantes si no los que ya son representantes en otros órganos, haciendo que los Consejos de Estudiantes terminen siendo organismos llenos de burócratas, muchos de ellos pertenecientes a partidos del régimen monárquico como el PP o el PSOE, que sólo desean hacer carrera política dentro de la universidad y que no tienen ninguna relación con el resto de la universidad.
Por su parte Estudiantes en Movimiento es una coordinadora de agrupaciones estudiantiles manejadas (aunque no lo hagan explícito) por las Juventudes Comunistas. Sí, las mismas del Partido Comunista que forma gobierno junto al PSOE, Podemos y del que Castells es ministro. Qué hace gente que se llama a sí misma “comunista” formando parte de un gobierno que protege a la monarquía, reprime a la juventud y defiende los intereses de las grandes empresas pretendiendo, entre otras tantas cosas, aumentar su control sobre las universidades públicas es una pregunta que tendrán que responder ellos. Lo que está claro es que parece imposible que las agrupaciones del PCE puedan llevar una lucha hasta el final contra su propio gobierno.
Si desplegaran el mismo aparato mediático que cuando tienen que promocionar las fiestas del PCE o si utilizaran sus contactos políticos y de prensa, o su fuerza militante para organizar asambleas democráticas en todas las universidades -como llevamos meses planteándoles- y poner en pie un gran movimiento estudiantil contra las leyes, estas estarían mucho más cuestionadas y amenazadas. Sin embargo vemos como sus ministros “comunistas” como Yolanda Díaz o Alberto Garzón, no solo no derogan la reforma laboral y permiten el robo de las eléctricas, sino que ni siquiera son capaces de pronunciarse públicamente contra la reforma universitaria neoliberal de su compañero de gobierno Manuel Castells.
Por último, el Frente de Estudiantes, agrupación impulsada por el PCTE, se dice crítica con el gobierno pero se ha sumado a las negociaciones con el ministro y comparte los mismos métodos y objetivos de la convocatoria sin plantear ninguna crítica ni delimitación de la misma ni de los demás convocantes.
De conjunto estas tres organizaciones, con sus respectivas diferencias, están en contra de construir un gran movimiento estudiantil autoorganizado que discuta un plan de lucha contra estas leyes que culmine en una gran huelga general universitaria. Los métodos de convocatoria “por arriba” como el de esta movilización no son solo para poder volver a negociar migajas, sino para evitar que se desarrolle cualquier un movimiento que empiece por cuestionar a Castells y acabe por cuestionar al gobierno entero. Por eso han hecho oídos sordos a promover junto a Contracorriente, Pan y Rosas y todas las agrupaciones y sindicatos estudiantiles asambleas estudiantiles democráticas allí donde se lo hemos propuesto.
Nosotras denunciamos esta mezquindad de las asociaciones universitarias que se niegan, por sectarismo, a hacer cosas conjuntas para poner en pie movilizaciones masivas, pero que luego convocan a los estudiantes a sus propias movilizaciones sin que nadie pueda opinar sobre el contenido de ellas. Es imposible que el estudiantado de conjunto se sienta apelado por una convocatoria que no ha podido sumarse a construir. Por eso, nosotras seguimos reivindicando que lo que hace falta es que se convoquen grandes asambleas en cada campus, donde participen tanto asociaciones y grupos políticos como estudiantes no organizados, y que tengan por propósito poner en pie un fuerte movimiento estudiantil. Que valga el ejemplo, inicial, de las compañeras de Somosaguas, donde una gran asamblea de estudiantes discutió un plan de lucha y fue capaz de convocar un pasacampus donde participaron centenares de estudiantes. Sólo así, y convocando movilizaciones y huelgas estudiantiles se puede echar para atrás una reforma universitaria como la que viene, pero también revertir los veinte años de reformas neoliberales como la LOU y el Plan Bolonia, y conquistar una universidad totalmente gratuita, radicalmente democrática y al servicio de las necesidades de la clase trabajadora y las mayorías sociales.
Una movilización aislada de unos pocos cientos sólo puede servir para que estos grupos puedan sentarse a hablar con el ministro de una reforma “más amable”, que acabaría por contribuir al enésimo lavado “progresista” del gobierno mientras le mandan al estudiantado el mensaje de que nos tenemos que conformar con que la ley sea menos mala de lo que iba a ser en un inicio, en lugar de pelear por la universidad que merecemos. Es decir, una lógica como mucho de resistencia, pero en ningún caso con la perspectiva de avanzar en revertir las décadas de subidas de tasas, elitización y privatización de la universidad.
Como parte de nuestra defensa de la unidad de acción para tumbar la reforma, desde Contracorriente y Pan y Rosas nos sumaremos a la movilización. Asimismo, planteamos al resto de organizaciones – convocantes y no convocantes – que pelean contra la nueva ley la necesidad de sumar fuerzas también el próximo jueves. De nuevo, volvemos a insistirles en impulsar asambleas de facultad allí donde no las hay y participar donde existen, como ya estamos haciendo desde Contracorriente y Pan y Rosas. Con esta idea presentamos candidatura en la UAM con la que pretendemos hacer llegar la voz del estudiantado al Claustro y las Juntas de Facultad de esa universidad.
El 18 no acaba para nosotras la movilización, sino que empieza. Pongamos en pie un movimiento estudiantil que sea la punta de lanza, enfrentando la Ley Castells y extendiendo la unidad con el resto de los sectores que enfrentan a este gobierno. Confluyamos con quienes los trabajadores que enfrentan planes de ajuste, las reformas laborales y las reformas del sistema de pensiones; unámonos con las trabajadoras interinas del sector público que pelean contra el Icetazo; sumemos fuerzas con las personas migrantes que sufren las leyes de extranjería y la precariedad, así como con las mujeres y el colectivo LGTBI+ que mientras avanza la extrema derecha enfrentan a un gobierno “progresista” que mantiene los conciertos educativos a la Iglesias y reprime manifestaciones contra un asesinato homófobo. Y, por supuesto, seguiremos peleando por una universidad radicalmente democrática, gestionada por trabajadores, estudiantes y docentes, una universidad al servicio de las mayorías sociales y no de las empresas y de la casta universitaria.