Compartimos un articulo escrito por la agrupación Hemisferio Izquierdo, formada por estudiantes de medicina de la Universidad de Antofagasta.
Lunes 22 de mayo de 2017
Escrito por Natalia Sánchez Muñoz
Hoy el concepto de salud pública, como la salud colectiva que pone énfasis en factores sociales que condicionan la salud y enfermedad de una mayoría, ha mutado en base a un cambio de determinantes sociales a nivel mundial, así como en Latinoamérica y Chile.
En la región los principales determinantes de salud son pobreza y falta de educación (inicialmente en el nivel preescolar), destacando cifras alarmantes en países del Caribe, pero de los cuales no se escapa Chile, con índices de indigencia de 7,8% superando a países como Argentina, Perú, Brasil y Uruguay. Pese a que estos índices de desarrollo social nos muestran la amplia brecha de desigualdad que existe en nuestro país, es innegable que otros factores como el gasto público en salud (8,4% del PIB 4,4% privado y 4% público vs OCDE 9,6% del PIB 6,9% público y 2,7% privado) demuestra las prioridades para quienes nos gobiernan.
Pese a ello, si hay muy buenos indicadores de salud determinados por mortalidad infantil y materna, mucho más bajos que varios países de la OCDE. Valores que son reflejo de programas nacionales implementados en los años 50, como el control prenatal y de niño sano. Es innegable que esto llevó a un fortalecimiento en algunos aspectos de la salud pública chilena, pero por otro lado la calidad de las instituciones públicas de salud (medida en nº de médicos o enfermeras por habitante, camas hospitalarias, gasto público vs privado en salud, etc.) sigue mostrando un sistema que está al debe evidenciando una gran brecha con lo esperado por la OCDE.
Lo anterior no es al azar cuando entendemos cómo se distribuye la salud en Chile, uno de los países con más desigualdad de la OCDE, donde la población que accede a la salud pública corresponde a más del 70% del total (2009) y quienes mayoritariamente corresponden a los quintiles más pobres.
Hasta hoy la salud chilena, y después de 36 años desde la creación de la constitución vigente y la reestructuración del entonces Servicio Nacional de Salud, ha sido poco a poco desmantelada con el propósito de mercantilizar la salud pública afectando seriamente su autonomía institucional y organización originales gracias a los cuales se consiguieron los grandes logros en salud, y que hoy debilitan y ponen en riesgo el futuro de sus usuarios. Mientras al mismo tiempo se fortalece la privatemia gracias a la inyección de recursos públicos a través de compras de servicio o prestaciones directas a usuarios de FONASA, por ejemplo a través de GES.
Todo lo anterior ha estallado en una crisis que aún no ha encontrado solución, manifiesto por ejemplo en datos duros que hablan de la necesidad de médicos en salud pública (sólo el 43% tiene un contrato en el sistema público) y la fuga de estos al sistema privado por mejores condiciones laborales o sueldos (2/3 de las horas médicas totales en el país se concentran en el sistema privado), esta situación se plantea también con los médicos especialistas donde su déficit afecta directamente a 1,5 millones de personas del sistema público que esperan una consulta, y a otros 240 mil que requieren una cirugía.
Por otro lado los titulares de la prensa nos dicen que el déficit no debe cubrirse con funcionarios extranjeros por la alta reprobación del examen nacional de medicina (el cual no está diseñado para medir calidad en la atención), situación que sigue sin darle salida a la crisis y además plantea un argumento xenófobo y nacionalista a la problemática en salud. Por otro lado el sistema mercantil de financiamiento de salud estalla en la actual crisis financiera de los prestadores privados de salud donde por un lado algunos son investigados por millonarios desfalcos (ISAPRE MasVida) y en otra mano se encuentran varios prestadores con aumentos en sus arcas inexplicados por la entidad fiscalizadora.
Hoy se ha vuelto evidente la necesidad de fortalecer la salud pública desde la creación de una política de estado más fuerte a cargo de la salud pública, el cambio del modelo económico mercantilista imperante y el paso a un modelo de salud social para los trabajadores y trabajadores, con el propósito de no perpetuar la marginación y precarización de la salud de los sectores más pobres del país. Como estudiantes del área de la salud y futuros funcionarios del sistema de salud es necesario que entendamos el funcionamiento político y económico que lo rige la salud pública para así poder ser de forma eficiente y activa entes generadores del cambio. Lo anterior se logrará a través de la organización conjunta con los sectores protagonistas, usuarios, funcionarios y estudiantes para el empoderamiento de la salud pública.
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