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Red Internacional
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Córdoba//San Francisco. San Francisco: Hay que reabrir el debate sobre la legalización de la marihuana

La detención de 4 jóvenes en la plaza General Paz del centro de la ciudad de San Francisco por tenencia de estupefacientes, tiene que hacernos reflexionar sobre la lucha a dar por la legalización de la marihuana y el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos.

Jueves 25 de enero de 2018

El espectacular operativo policial (con la participación de la Fuerza Policial Antinarcortráfico de Córdoba (FPA) incluida), para detener a 4 jóvenes, de los cuales a uno se le encontraron 6,4 gramos de marihuana y 0,4 gramos de cocaína en su billetera, nos lleva a preguntarnos y reabrir el debate sobre la legalización de la marihuana.

No es que no estemos acostumbrados los jóvenes sanfrancisqueños al acoso, la persecución y las detenciones arbitrarias de la policía de la provincia. Al igual que en el resto de Córdoba y del país, te llevan y te persiguen por portación de rostro o tan solo por pertenecer a algún barrio popular de la ciudad.

Sin dejar además de señalar la ironía de que es la misma policía uno de los principales organizadores del gran delito, como por ejemplo el narcotráfico, las redes de trata o los desarmaderos de autos. Esto en complicidad con gran parte del poder político y judicial, como quedó demostrado con la “narcopolicía” de Córdoba o con las más altas autoridades de la Policía de Santa Fe implicadas directamente en las redes narcos.

La famosa “guerra contra el narcotráfico” que se pregona desde el Estado tan solo sirve para criminalizar a la juventud, encarcelar a los consumidores y atacar al narcomenudeo, pero nunca para ir contra los verdaderos gerentes del negocio de las drogas que hacen millones y viven en lujosos countries protegidos por la misma fuerza policial.

Para nosotros los jóvenes, la lucha por la legalización de las drogas es también una lucha por nuestras libertades democráticas, contra la legislación reaccionaria y el control social del Estado capitalista.

No solo nos oponemos a la penalización del consumo, sino que denunciamos que la clandestinidad del negocio de las drogas beneficia a un sector capitalista que no tiene ningún interés en dejar de ganar los miles de millones de dólares que a nivel mundial significa el narcotráfico.

Luchar por la legalización significa enfrentar la injerencia del Estado en nuestras vidas y defender el derecho a decidir respecto a nuestros cuerpos.

Junto a la legalización, hay que desmantelar también el narcotráfico, para quebrar los mecanismos financieros que permiten el blanqueo de capitales de los empresarios y políticos asociados con los señores del narco y expropiar y nacionalizar sus bienes y sus cuentas bancarias

Hay quienes se oponen a esta perspectiva, argumentando que esto no haría más que incrementar el consumo de sustancias perjudiciales para la salud y que los principales afectados serán los jóvenes. Pero como ya quedó demostrado en países donde se han logrado triunfos parciales como la despenalización del consumo del cannabis, las estadísticas indican que no es así. Y con respecto a la falsa “preocupación” de los políticos por la salud de los jóvenes (declarando hipócritamente esto mientras se desfinancia y destruye la salud pública, como lo vemos hoy en el Hospital Posadas), un reciente informe de la ONU indica que la marihuana es la droga más consumida del mundo y que desde 1997, año en que fue creada esta comisión investigadora, no se ha registrado ninguna muerte por su consumo.

Es más, el informe de Naciones Unidas señala “que hay evidencia de los efectos positivos del cannabis cuyo uso se ha legalizado en muchos países del mundo”.

Hay que pelear por disolver el aparato represivo y a la maldita policía que hoy golpea a la juventud de los barrios populares bajo la excusa de la lucha contra la delincuencia y el narcotráfico.

Tanto el gobierno como la Iglesia han demonizado el uso recreativo de la marihuana, acusándonos de vagos y delincuentes por ejercer este derecho. Ese aparato estatal, que recluta a los jóvenes más vulnerables para hacer el “trabajo sucio”, como sucede con los “soldaditos” en Rosario, o como en el caso emblemático de Luciano Arruga, asesinado por negarse a robar para la bonaerense y cuyo nombre se transformó en bandera de lucha de miles de jóvenes contra la impunidad y la represión policial.

La legalización de la marihuana debe ser una demanda democrática de toda la juventud, ya que somos los principales afectados por su penalización. Algo que solo lograremos con un gran movimiento de la juventud combativa, que junto a los trabajadores luche en las calles para conquistar sus derechos.