Una reflexión sobre la situación futbolística e institucional del Ciclón en el día de su aniversario: con 113 años de gloria, el club azulgrana en un momento crucial.
Pablo Artecona @Partecona - Lic. Comunicación Social (UBA) / Autor de los libros "Boedo, la otra obsesión", "13 Ensayos Cuervos" y "Yo soy Galíndez".
Jueves 1ro de abril de 2021 01:58
Uno de los momentos de mayor gloria de San Lorenzo: el equipo de los Matadores se consagra en el Metropolitano ´68, primer campeón invicto de la era profesional del fútbol argentino.
Lo que pasa actualmente con San Lorenzo, si se me permite una figura poco elegante, es lo que pasa con una gran serpiente a la que le han cortado la cabeza. Y cuando digo esto me jacto de un uso figurado apenas, para pensar en lo que acontece con un reptil que acaba de ser decapitado. Éste intenta seguir mordiendo de forma espasmódica y hasta los reflejos de su cuerpo realizan movimientos por inercia y sin dirección ni destino, más que hacia la propia muerte. Es sólo una cuestión de tiempo.
La triste realidad que atraviesa hoy el conjunto de Boedo hace que sus presentaciones de un tiempo a esta parte disten de ser las deseadas. Uno puede señalar que hay cuestiones que tienen un carácter deportivo sin dudas, aunque están más ligadas a una improvisada organización del club que a la capacidad futbolística o atlética de sus jugadores. Si uno observa en detalle (y más allá de poder estar debatiendo durante horas) el modelo de fútbol, su entrenador y el estilo de jugadores que deberían interpretar la idea central de juego, hay un orden que nunca podrá manifestarse en el campo, cuando tampoco impera en otras esferas mayores. Si puntualizo lo que estoy tratando de ensayar sobre el club de Boedo, a simple vista, puede verse que su Presidente no está a la altura del mandato. Marcelo Tinelli (quién fuera elegido por el 80% de los votos en diciembre de 2019) se debate entre sus compromisos televisivos, sus amagues permanentes de licencia, y sus aspiraciones por llegar a presidir la AFA. Para colmo, sus desafortunados posteos en redes pocas veces van en sintonía con el dolor y padecimiento de los hinchas, no sólo después de cada nueva derrota sino con la infinidad de nuevos problemas que siguen apareciendo a diario en torno a la entidad azulgrana.
En medio de todo esto, el club atraviesa una situación muy complicada en lo financiero (San Lorenzo cerró el 2020 con $356.000.000 en cheques rechazados y una deuda a diciembre del mismo año con más de 618 millones de pesos) y posee un gasto mensual, sólo en plantel profesional de fútbol, que es de los más altos del país. Encima, las decisiones que se han tomado a la hora de armar proyectos futbolísticos dejan mucho que desear en los últimos años. Actualmente Diego Dabove (un técnico que llegó con mucho recorrido y buenos trabajos tanto en Argentinos Juniors, así como en Godoy Cruz por ejemplo) no puede armar un equipo que juegue bien. Gana lastimosamente (cuando lo hace), no gusta, y para colmo de males tiene problemas con el vestuario (enfrentado con los mejores jugadores del plantel, los hermanos Romero). Otros señalados por la mediocre situación de San Lorenzo en lo deportivo son los que componen la Secretaría Técnica de Fútbol (Hugo Tocalli, Alberto Acosta y Leandro Romagnoli), a quienes se les reprocha falta de compromiso y se les adjudican malas contrataciones y decisiones en los directores técnicos escogidos, así como en los jugadores que han arribado en los últimos mercados de pases. Cabe agregar además que muchos hinchas ven con malos ojos (señalando como meros negociados de turno) al nuevo desembarco del empresario argentino Christian Bragarnik en el club, quién representa a varios jugadores que están en la plantilla (incluido el Director Técnico) y ha acercado decenas de jugadores que no rindieron ni estuvieron a la altura del club y, para colmo de males, tapan a los proyectos juveniles (el verdadero tesoro que tienen este y cada club del fútbol argentino).
Las redes sociales cuervas (a falta de concurrencia de público en el estadio) se han transformado en verdaderas calderas con todo lo que acontece en el club y no paran de señalar últimamente (palabras más, palabras menos) “que se vayan todos”. A todo esto, el club se está jugando una parada tremenda desde lo social con la aprobación de la segunda lectura (final) de la Ley de Rezonificación para que se pueda volver a construir el estadio en Boedo (como estaba antes de que fuera quitado en la época de la dictadura militar). Cabe destacar que en marzo de este año se desarrolló una audiencia pública de vecinos y el 91,7% dio el visto bueno a la sanción de la ley. Claro que esta gesta (así como todo lo relacionado con la vuelta a Boedo) es una moción que viene llevando adelante la propia gente de San Lorenzo y es encabezada por diferentes agrupaciones externas al club.
Volviendo a lo meramente institucional, Matias Lammens -vicepresidente 2° del club- se encuentra muy ligado a su actual función en Ministerio de Turismo y Deportes y no aporta en ninguna cuestión de relevancia. De hecho, no se lo escucha hablar sobre ningún tema relacionado con el club (más allá de que muchas cuestiones con los problemas financieros son arrastradas desde su gestión, en dónde él presidía a San Lorenzo).
En síntesis, el club está a la deriva en lo deportivo, porque está a la deriva en lo institucional, lógica pura. Sin un buen capitán en el timón del club, San Lorenzo se debate en los entretelones de vestuario, los problemas en las cadenas de pago, y las guerras de ego que poco radio de acción dejan a quién quiera ayudar a resolver esta maraña de adversidades. Gente cercana que conoce la interna de San Lorenzo me ha hecho saber que es más preocupante lo que vendría en lo económico (cuando la actual comisión directiva de un paso al costado) que la triste realidad en la que se debate el club de Boedo hoy día. Algunos hinchas cuervos, ya hablan del #AndateTinelli en redes, tanto como se pide la renuncia de un técnico caprichoso y enceguecido más por mostrar autoridad que en resolver la extremada carencia de fútbol en el primer equipo.
En fin, la situación es delicada y lo que pareciera ser más grave aún es la falta de alguna oposición seria, que pueda hacerle sombra a un oficialismo que perdió el rumbo y a su cabeza, hace rato. Pero, ¿está todo perdido? Claro que no. San Lorenzo tiene una maravillosa hinchada que lo ha levantado siempre y será nuevamente la encargada de sacar al club adelante de este astigmatismo transitorio. Su dirigencia mientras tanto se seguirá debatiendo en intereses personales, con una mesa chica (ciega, sorda y muda) y con la creencia de que esto es apenas un obstáculo pasajero. “Llegará el momento en el que los hinchas sean más importantes que los jugadores y los dirigentes”, dijo el padre Lorenzo Massa alguna vez y creo que ese día ha llegado, queridos amigos cuervos. El club es de su gente y está por encima de cualquier show televisivo o espejito de color momentáneo. Este jueves 1° de abril, la entidad azulgrana cumple 113 años de gloria y es un momento para renacer una vez más de sus propias cenizas y a pesar de la gente que improvisa al manejar al club en forma transitoria.