Organizaciones que conforman el Frente de Todos lanzaron la convocatoria para la conformación de una Mesa Local Intersectorial, dejando atrás la lucha en las calles, donde se conquistan los derechos.
Sábado 5 de junio de 2021 14:32
Desde el 2015 cada #3J las mujeres salimos a las calles a pelear por Ni Una Menos y todos nuestros derechos, pero este año mientras el Frente de Izquierda Unidad salió una vez más a denunciar que el Estado es responsable de que cada 23 horas haya un femicidio, en San Nicolás, sectores afines al gobierno, junto a funcionarias y organizaciones del Frente de Todos abandonaron las calles y realizaron una reunión virtual para convocar a una Mesa Local Intersectorial que no solo gestiona un presupuesto que es totalmente insuficiente si no que silencia reclamos fundamentales para el movimiento de mujeres.
¿Qué pasa cuando el movimiento de mujeres se organiza desde el Estado?
Cuando el feminismo se vuelve un feminismo de ministerios y secretarías, quedan afuera las voces de la oposición y de las independientes que denuncian y pelean todos los días gobierne quien gobierne.
El feminismo alineado con el oficialismo, abandonó las calles en un contexto donde la violencia machista se sigue cobrando la vida de una mujer por día. Un problema estructural que se agravó con la pandemia.
La creación de un Ministerio de la Mujer, Genero y Diversidades, no vino acompañada de un cambio de realidad para la mayoría de las mujeres y disidencias. Pero esto no es un hecho fortuito, sino que es una decisión política.
El gobierno no dispuso del presupuesto necesario para medidas mínimas para prevenir los femicidios mientras sí prioriza el pago de la deuda. De hecho, sólo se ejecutó el 10% del presupuesto destinado a crear o ampliar los refugios a los que deben acceder las mujeres víctimas de violencia de género.
Lo reservado para la deuda pública es 100 veces el presupuesto para todo el Ministerio. Pero esto no fue cuestionado por las feministas de los ministerios que, en su paso de la calle a los cargos y de la oposición a ser gobierno, abandonaron las consignas de “fuera el FMI” y “la deuda es con nosotras”.
Las funcionarias del Ministerio, tampoco cuestionaron al ministro Berni y al gobernador Axel Kicillof, por el femicidio de Úrsula y la represión a la movilización pidiendo justicia. Tampoco pidieron separar a los 6000 policias bonaerenses en funciones con denuncias por violencia de género.
Lo mismo sucedió con el desalojo de Guernica, donde jefas de hogar, madres solteras, jóvenes, trabajadoras de casas particulares que se quedaron sin trabajo o que vivían de changas y ya no podían hacerlas por las medidas de aislamiento, fueron empujadas a tomar un pedazo de tierra para tener una vivienda. Mujeres que también dicen Ni Una Menos, porque reclamaban el derecho a algo tan básico como una vivienda y que muchas de ellas denunciaban desde la toma que esa era la única salida a seguir conviviendo con la persona que las violentaba. Ante esto, la respuesta de las funcionarias fue, en el mejor de los casos, el silencio (Gómez Alcorta), cuando no participaron directamente de las políticas estatales en las ocupaciones de tierra como la ministra de las Mujeres de la Provincia de Buenos Aires, Estela Díaz.
Entonces, ¿qué rol juegan las funcionarias que se dicen feministas? ¿para qué sirven los ministerios y las direcciones de género si no es para amplificar la voz de quienes pelean contra una desigualdad tan evidente como no tener casa, por el derecho a la vivienda, al trabajo y contra la violencia machista en todas sus formas?
En lo que va del año hubo 130 femicidios pero, si cambió la conciencia de la sociedad, si se llevaron adelante políticas públicas, si hay un gran cambio discursivo, ¿por qué nos siguen matando?
Cuando el feminismo se convierte en un feminismo de ministerios y secretarías, inevitablemente se convierte en un feminismo simbólico y discursivo y, en la práctica, los espacios de organización terminan por ser los garantes de la contención mediante prácticas antidemocráticas.
Las mujeres en la primera línea
La crisis económica y sanitaria golpea duramente a las mujeres ya que son a quienes primero despiden, las más precarizadas y los que tienen sueldos más bajos. Como las trabajadoras de Pérez Millán del frigorífico ArreBeef que se enfrentaron a una patronal explotadora para pelear por sueldos dignos y mejores condiciones de trabajo.
Son miles de mujeres trabajadoras de la salud quienes no solo le ponen el cuerpo y están en la primera línea enfrentando la pandemia, sino que pelean por mejoras salariales y condiciones de trabajo en distintos puntos del país.
También están las docentes que enfrentan una virtualidad sin recursos y una presencialidad sin condiciones y con una sobrecarga de trabajo y sueldos que no alcanzan la canasta básica. Docentes sin cargos u obligadas a tomar cargos de programas como el Forte o Piedas que no fueron más que la precarización de la ya vapuleada educación.
A su vez, miles de trabajadoras y trabajadores llamados esenciales por el gobierno de Alberto Fernández, pareciera que dejan de serlo a la hora de recibir la vacuna. No existe un plan de vacunación para ellos mientras la vacuna sigue siendo un gran negocio para pocos. ¿Cómo pretenden las organizaciones que se arrogan la representación del movimiento de mujeres, representar a esas miles de mujeres en espacios cerrados, con micrófonos vedados a las voces críticas?
Para dar todas estas peleas es necesario un movimiento de mujeres y disidencias que se organice desde abajo, de manera independiente de los gobiernos y democrática. No podemos pensar que gestionar un presupuesto que prioriza las ganancias de grandes empresarios por sobre la vida de las mujeres, sea el camino para garantizar nuestros derechos.
Todos los derechos que las mujeres logramos arrancarle al Estado tienen algo en común: la calle como escenario.
Por eso, a seis años del primer #NiUnaMenos, Pan y Rosas en el Frente de Izquierda Unidad salió a las calles de todo el país.
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En San Nicolás también nos sumamos a esta fecha tan importante para el movimiento de mujeres realizando un corte y radio abierta, con todos los protocolos sanitarios, para decir basta de violencia, ajuste y precarización; basta de femicidios, transfemicidios, travesticidios y crímenes de odio; ni una menos sin vivienda; ni una menos sin trabajo.
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Porque creemos que luchar por nuestros derechos también es esencial.