Pedro Sánchez nombra a nuevo portavoz en el Congreso tras la dimisión de Antonio Hernando. La “jornada a puerta cerrada” del nuevo Secretario General del PSOE empieza a dejar los primeros titulares.
Ivan Vela @Ivan_Borvba
Miércoles 24 de mayo de 2017
Foto: EFE
El seísmo que supuso la victoria de Pedro Sánchez el pasado domingo en las primeras del Partido Socialista tiene y tendrá consecuencias tanto en el tablero político del Régimen del 78 como de puertas para adentro de Ferraz.
En este sentido, ayer se conocía el nuevo portavoz del Congreso para la bancada socialista, José Luis Ábalos. El diputado por Valencia accede al puesto en sustitución de Hernando, quién presentó su dimisión el pasado domingo tras conocerse la victoria de Pedro Sánchez.
Además de este primer cambio, Sánchez aseguró en un encuentro con periodistas que la tarea principal que tiene por delante en las próximas semanas es preparar el congreso del partido para poder llegar con el mayor número de delegados “sanchistas” posibles, que expresen proporcionalmente su victoria en las primarias.
Y es que si alguien pensó que la crisis interna del PSOE se cerraba tras las primarias, nada más lejos de la realidad. Más allá de las muestras de apoyo y “llamados al orden” de los diferentes barones -incluido Felipe González-, el sector opositor busca desde el minuto que siguió a la derrota conformar un bloque lo suficientemente fuerte para limitar los márgenes de maniobra de Sánchez.
Los barones -como decimos- cierran filas, hablan de unidad, hablan de centrar el debate en “modelos de país y no personales”, pero lo cierto es que la preocupación de los Díaz, Vara y compañía pasa por limitar las maniobras de Sánchez en dos aspectos fundamentales; la posibilidad de un acercamiento con Podemos, por un lado, y la crisis del referéndum catalán por otro.
El PSOE pareciera que todavía se encuentra en un periodo de “transición”, donde el nombramiento de Ábalos de forma eventual busca reflejar el nuevo cambio de poder en el partido. Pero la coyuntura política deja poco margen al nuevo Secretario General de los socialistas para no tomar posiciones más determinantes y aún con “el partido sin hacer”.
Frente al debate de moción de censura presentada la semana pasada por Podemos, Pedro Sánchez a través de Ábalos, deberá marcar el nuevo perfil socialista en el Congreso de los Diputados. Y lo tendrá que hacer además “en unión” con unos diputados socialistas que en su mayoría apostaban por la victoria de Susana Díaz.
Sánchez llega con un mensaje tatuado; “no es no” frente a Rajoy y puede ser un juego de cintura inalcanzable mirar hacia otro lado ante la moción de censura de Pablo Iglesias, que además redobló su apuesta afirmando que retiraría su moción si el PSOE presentaba una propia.
Sin lugar a dudas la victoria de Sánchez agudiza la inestable situación del gobierno de Mariano Rajoy. Cada negociación le cuesta sudor y lágrimas, y ha sufrido importantes reveses como el bloqueo del decreto de la estiba el pasado mes. Además todo esto salpimentado con los caso de corrupción que explotan en el entorno o en las manos del líder del ejecutivo de forma diaria.
Toda esta inestabilidad no viene definida por que Pedro Sánchez junto a Podemos planteen una ruptura del sistema capitalista español o busquen enfrentar a las elites que desangran a millones de trabajadores, trabajadoras, jóvenes e inmigrantes con sus políticas austericidas. Nada de eso.
Pero pensar en otro periodo de inestabilidad parlamentaria, como el “año electoral” vivido no hace mucho, que paralice los planes de la Troika y del Ibex-35 no entra precisamente en la hoja de ruta de los capitalistas españoles y extranjeros.
Mientras, Podemos e Izquieda Unida se esfuerzan en mantener esta inestabilidad y debilidad del Régimen del 78 en las paredes del Congreso de los Diputados, buscando alcanzar esta vez sí, el ansiado pacto con la pata izquierda del régimen, y dejando a las claras una vez más, cuál es su apuesta de “regeneración”.
El neorreformismo, de este modo, tiene como “novedosa” receta ante la brutal crisis pactar con uno de los ejecutores de las políticas de la Troika, beneficiarios de las puertas giratorias y presentes en una infinidad de casos de corrupción.