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Red Internacional
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Efemérides. Sandro: el pibe de barrio que nunca renegó de sus inicios

Sus orígenes rockeros, sus baladas pegajosas y sus hits pegadizos. El muchacho de la barriada sureña de Valentín Alsina. Un repaso por la trayectoria menos conocida del “Elvis argentino”, a 13 años de su muerte.

Martes 3 de enero de 2023 20:20

Un mundo de sensaciones

Su tema "Tengo" (1968), que reversionó magistralmente Divididos en el disco "Tributo a Sandro", ha sido considerado el número 15 entre los 100 mejores temas de la historia del rock argentino, por la cadena MTV y la revista Rolling Stone. Podría decirse que esa canción fue la bisagra entre el Sandro rockero y su lanzamiento hacia los ritmos latinos (con cambio de look incluído), que a su vez, lo impulsó como actor de 16 películas durante la década de los setentas.

Publicó 52 álbumes originales y vendió 8 millones de copias, aunque hay fuentes que elevan hasta 22 millones. Algunos de sus éxitos son "Dame fuego", "Rosa, Rosa", "Quiero llenarme de ti", "Penumbras", "Porque yo te amo", "Así", "Ese es mi amigo el puma", "Trigal", "Una muchacha y una guitarra". Su tema "Rosa, Rosa" (dedicado a una trabajadora de casas particulares) vendió casi 2 millones de discos. Fue el primer latino en cantar en el Madison Square Garden. En 2005 recibió el Grammy Latino a la Trayectoria.

Pero antes de esto Roberto Sanchez, o El Loco o El Gitano tuvo una larga historia en los anales del rock nacional argentino. Según los escritores Mariano del Mazo y Graciela Guiñazú, es uno de los fundadores del rock en español junto con Nebbia y Moris, entre otros. “Sandro fue el primer tipo que grabó acá temas de los Beatles, casi en simultáneo con los discos que iban saliendo en Inglaterra. Fue también el que hizo una versión de "Blowin’ in the Wind" de Dylan”, relata Del Mazo.

Roberto Sanchez nació el 19 de agosto de 1945 y falleció el 4 de enero de 2010. Hijo único de Vicente Sánchez, obrero del frigorífico Wilson y de Nina, un ama de casa que gustaba de cantar y bailar. Vivían en un conventillo de la calle Tuyutí de Valentin Alsina, cerca del Riachuelo, en la zona sur del Gran Buenos Aires. Sandro siempre recordó con mucha calidez su infancia y adolescencia como un pibe de barrio: jugar en la vereda, las tardes en el bar, los tangos que salían de las piezas de sus vecinos a todo volumen.

De adolescente contaba haber sufrido más de una vez la persecución policial con los jóvenes del barrio y sus entradas a la comisaría, que según él, se hacían más llevaderas, por tener “labia”. Eran épocas en que el pelo largo era sinónimo de subversivo. Su padre, que murió de triquinosis contraída en la fábrica, le decía constantemente sabiendo la dureza policial “evitá siempre caer en cana”.

El apodo Gitano se debe a que su abuelo paterno era húngaro, de la comunidad Rom, de apellido Papadópulos. Al migrar a España lo cambió por Rivadullas y después, al venir al país, por Sánchez. Los padres habían querido ponerle Sandro de nombre –derivado del gitano “Sandor”-, pero en ese entonces no lo permitían en el Registro Civil de modo que lo llamaron Roberto. Sandro sabía hablar el idioma de los gitanos.

Su inicio musical fue a los 12 años en el salón “La Polonesa” de Valentín Alsina con una parodia de Elvis Presley. La idea era hacer fonomímica, pero el disco de pasta se rompió y él cantó a capella. Fue su primera ovación. En esa época a él y a los amigos los contrataban para dar serenatas por el barrio. A los 15 escribió su primer rock, “Comiendo rosquitas calientes en Puente Alsina”, y debutó como solista en el Recreo San Andrés, de Villa Jardín. Esa noche se presentó por primera vez como Sandro.

Según sus biógrafos, Sandro era un tipo muy ávido de lectura y tenía un amplio nivel cultural. Le gustaba leer filosofía, psicología, religión, novelas de aventuras, etc. Del Colegio Secundario Mariano Moreno de Capital Federal fue expulsado y laburó de empleado metalúrgico, aprendiz de joyero y vendedor de damajuanas de vino con su padre en los siguientes años antes de dedicarse de lleno a la música.

Dame Fuego

A principios del 69, junto a Enrique Irigoytía, formaron varios conjuntos que tuvieron muy buena aceptación por los clubes de zona sur. Pero, luego de intentos de algunos grupos como “Los caniches de Oklahoma”, ya en 1963 arma la banda Sandro y Los de Fuego, que por el desparpajo, el carisma y la gran personalidad de Roberto los llevó a cruzar fronteras y se ganaron un lugar en las bandas fundadoras del rock nacional. Los integrantes eran: Héctor Centurión (bajo); Enrique Irigoytía (guitarra rítmica); Armando Cacho Quiroga (batería); Sandro (voz) y Juan José Sandri (guitarra).

Los de Fuego comenzaron haciendo covers de los clásicos del rock anglosajón, pero en español: The Beatles, Elvis, los Rolling Stones, Jerry Lee Lewis, Paul Anka, etc.

El 28 de febrero de 1964 Sandro convenció a CBS y logró grabar el primer tema con Los de Fuego, una versión en español del famoso "Hay mucha agitación" (Whole Lotta Shakin’ Goin’ On de Jerry Lee Lewis). El tema fue lanzado en un EP llamado Al Calor de Sandro y los de Fuego, junto con "Las noches largas" (de Adriano Celentano), "Twist de Mamá Gansa" (de Teddy Randazzo) y el tradicional folk "Viajero solitario".

A mediados de 1964 Sandro y Los de Fuego comenzaron a realizar presentaciones en la televisión. Su debut fue en "Aquí la Juventud", y luego en el programa Sábados Circulares de Pipo Mancera, donde se hizo realmente popular.

Fue fundador junto a Pajarito Zaguri y Javier Martinez de Manal del mítico bar La Cueva en la Avenida Pueyrredón, de la Capital Federal por ese entonces. Era un reducto de músicos y artistas que resistían todo tipo de represión cultural. La Cueva fue uno de los epicentros en torno a los cuales se originó el Rock Argentino. Varios de los músicos y creadores más destacados del inicio del movimiento eran habitués del lugar, y allí tocaban sus canciones. Del ambiente generado por La Cueva surgieron varios grupos musicales legendarios: Nebbia, Fogliatta y Moro formaron Los Gatos; Javier Martínez, Manal; Miguel Abuelo, Los Abuelos de la Nada; Alejandro Medina y Mellino, entre muchos más.

Si algo ha de morir, moriré yo por ti

Cada 19 de agosto “sus nenas” (forma amorosa en que nombraba a sus fieles seguidoras), se concentraban en su casa de Banfield para festejar su cumpleaños, esperando que Sandro saliera al portón con su bata roja y les tirara besos y alguna canción a capella. Se ha dicho que en el barrio se juntaba más público que un show del teatro Ópera. A pesar de haber sido de masas por canciones pegadizas y baladas melosas, nunca abandonó el rock and roll. “Lo que sí sé es que cuando ya le costaba mucho cantar, siempre trataba, como sea, de hacer un rock and roll. Con los pulmones maltrechos, como podía, se ponía a vibrar y, con el poco aire que le quedaba, se cantaba un tema de rock” afirma Mariano del Mazo.

Y a decir del propio Sandro: "Yo me nutrí con el rock. Gracias al rock dejé las calles, las navajas y las cadenas, y agarré una guitarra. Dejé la campera de cuero y las pandillas. El rock me salvó".

Será por eso que unió a muchachas y muchachos que lo siguieron, lo bailaron y no dejaron de cantar enérgicos “serán los días más felices, que puedas tu vivir…”

Artículo originalmente publicado el 19 de agosto de 2022, cuando Sandro hubiera cumplido 77 años