Rubén viaja desde Varela a capital a trabajar. Pasa 13 horas fuera de casa. De familia paraguaya, sabe lo que es el hambre y pelearla desde abajo. Un candidato que no conoce la resignación.
Juana Galarraga @Juana_Galarraga
Domingo 6 de agosto de 2023 23:06
Rubén, trabajador hotelero, vive en Florencio Varela y trabaja en la Ciudad de Buenos Aires. Pasa más de 13 horas fuera de su casa | La Izquierda Diario
Rubén Darío Maldonado posa frente a la cámara con la sonrisa a pleno, en la esquina del hotel boutique cuatro estrellas donde trabaja, por el microcentro porteño. Son las 7:29 de la mañana. En los últimos minutos antes de entrar cuenta que no solo trabaja en ese hotel hace 14 años, sino que fue uno de los obreros que lo construyó. Le ofrecieron un puesto de mantenimiento cuando terminó la obra y lo aceptó.
Más temprano, a las 5:45, salimos de su casa en el barrio Santa Rosa de Florencio Varela con su esposa, que viaja hasta capital ida y vuelta con él de lunes a viernes. Tomamos el colectivo 505 y llegamos a la estación del tren Roca a las 6:09. La mayoría de la gente que viaja baja y corre con la ilusión de alcanzar una formación que espera en el andén. Subimos al siguiente tren, cerca de las 6:30.
Bajamos en Constitución después de un termo de mate a las 7:15. Cruzamos hasta la estación del subte C. En el vagón no podemos hablar ni matear: apenas se puede respirar.
El comentario cargado de humor de miércoles por la mañana, sobrevoló en el aire espeso entre las cabezas y el techo del vagón. Rubén, que está de espaldas entre al amontonamiento gira la cabeza para atrás y dice:
Mientras esperábamos en la estación de Varela había descrito lo que vive cada mañana:
A las 7:33 Rubén se despide y entra al establecimiento de donde saldrá dentro de ocho horas. Cerca de las 19:00, casi 14 horas después desde que salieron, volverán a entrar a su casa él y su esposa.
Sangre guaraní: un candidato que habla el idioma de los y las de abajo
Cara de tipo rudo, rasgos angulosos. Suelta una voz suave y fina, muy calma, mientras ceba mate. Es candidato a concejal de Florencio Varela, en la lista que encabezan Nicolás del Caño y Myriam Bregman en el Frente de Izquierda y de los Trabajadores. Se acercó al Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) en 2017. Hoy se organiza con más trabajadores, trabajadoras, desocupados y desocupadas, jóvenes y jubilados, en asambleas abiertas que impulsa el partido.
Tiene 5 hijos con su compañera Mirta, migrante paraguaya que trabaja de lunes a viernes de limpieza en una casa de familia y sábados y domingos cuida personas. Llegan con lo justo a fin de mes.
Su madre modista y su padre sastre también son de Paraguay y siempre se dedicaron a la costura. Él nació en Buenos Aires pero por un tema de salud se crió en Asunción, Paraguay, donde aprendió a hablar guaraní. Volvió a Argentina a los 19 años para hacer el servicio militar, pero justo lo suspendieron por el asesinato de Carrasco. Se quedó acá con su papá, después vino su mamá, su hermano y se asentaron en el barrio porteño de La Boca.
En esa época decían que “si uno trabajaba ganaba en dólares”. Veía que acá se vivía mejor que en Paraguay, pero que había muchísima gente pobre, desempleada y precarizada. Trabajó en la construcción haciendo plomería hasta que la crisis del 2001 lo “agarró de lleno” y quedó desempleado. Se acuerda “patente”: ya tenía dos hijos y su compañera estaba embarazada.
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Durante la lucha por vivienda de Guernica en 2020, tradujo audios de La Izquierda Diario al guaraní para la comunidad paraguaya que peleaba por tierra para vivir.
Cómo crece un barrio en el conurbano bonaerense
En Guernica me di cuenta de que cuesta un montón a las personas trabajadoras conseguir un lugar para vivir. Me pareció una idea genial, si es un terreno que está desocupado, nadie lo usa, tranquilamente se puede usar para vivienda, no para que planten soja o hagan una cancha de golf.
Fue una linda experiencia porque llevamos un montón de donaciones. En la pandemia se agravó el tema de la violencia familiar. Había muchas mujeres que no estaban bien con la pareja y no tenían dónde ir. Fue una toma de casi tres meses, que Kicillof y Berni reprimieron de madrugada para que nadie vea lo que pasaba.
Nosotros compramos un terreno cuando llegamos a Varela. Le llamaban toma pero ahora ya es un barrio, el Santa Rosa. Tuvieron que pasar como 20 o 25 años para eso. Siguen faltando cloacas, servicios básicos, pero por lo menos no alquilo.
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La gente lucha y depende la situación económica del país va haciendo su casita, como hicimos nosotros. Primero hacés una pieza, después hacés dos piezas y si te sobra más guita proyectás para ampliar. Ahora se ve poco eso, la gente no puede, pero el barrio fue hecho así. Cuando el municipio ve que se agranda, pone asfalto en algunas calles, después entra Edesur a ponerte el medidor de luz, entra el agua. Así es el crecimiento de un barrio en Florencio Varela.
Florencio Varela: ciudad dormitorio
Vive a cuadra y media de una calle asfaltada, a la vuelta de un jardín en construcción.
Los paredones blancos recién hechos parecen implantados en el paisaje, en el único hueco donde entró la obra. Antes había un baldío. La casa donde viven Rubén y su familia es de material, pero lo primero que se ve al salir a la calle es una casilla.
Camino a la parada pasamos por al lado de una zanja en medio de la calle llena de basura y ramas. Contra el cordón hay agua estancada. Todavía es de noche, apenas se ven los primeros resplandores del amanecer en el horizonte, pero ya hay movimiento en Varela. Por la calle de tierra que desemboca en el asfalto, pasan caras sombrías bajo capuchas, mochilas al hombro, rumbo a la garita del 505 que va a la estación. El bondi ya viene cargado. Gran parte de los y las varelenses trabaja fuera del distrito, por eso Varela es una "ciudad dormitorio".
Según el Censo 2022, Florencio Varela tiene 497.818 habitantes. Solo el 46,8 % de las viviendas tiene cloacas y solo el 45,4% tiene gas de red o electricidad para cocinar. El acceso al agua de red pública alcanza al 83,2%.
En mayo un joven de 26 años falleció de un paro cardíaco rescatando niños en medio de una inundación tras un temporal. En marzo, vecinos y vecinas protestaron en Varela y Berazategui, por los cortes de servicio eléctrico en plena ola de calor. En enero, la ciudad celebró su aniversario sin personal médico en el SAME, que había renunciado ante la falta de respuesta a sus reclamos por lugares de trabajo inhabitables, salarios insuficientes y sobrecarga laboral. En noviembre de 2022, denunciaron en diálogo con La Izquierda Diario que había solo 4 ambulancias para todo el municipio. En septiembre de 2022 este medio publicó la historia de lucha del barrio “La Rotonda”, donde hay personas con plomo en sangre, problemas respiratorios e infancias con problemas de aprendizaje producto de la contaminación industrial. En 2021, vecinos y vecinas del barrio "Los quinchos" y otros cercanos al barrio "El Alpino", volvían a exigir al municipio y a la empresa AYSA un plan de obras para acceder al agua potable, cloacas y asfalto.
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Julio Pereyra gobernó el distrito durante 26 años, desde 1992. En su lugar, dejó a Andrés Watson como intendente para ocupar el cargo de diputado provincial en la lista de Cristina Fernandez de Kirchner en 2017. En 2021 fue en la lista junto a Victoria Tolosa Paz y alcanzó el cargo de diputado nacional. La oposición local va y viene de elección en elección del macrismo a algún otro proyecto peronista. Todos fueron funcionarios de Pereyra.
Dónde viven las manos que construyen y hacen funcionar los hoteles
En 2009 Rubén consiguió su actual trabajo en un hotel boutique de 57 habitaciones que cobra 120, 150 o 200 dólares la noche. Hospeda más que nada a gerentes y turistas del exterior. Hace mantenimiento, pero según la ocupación del hotel y la cantidad de personal puede hacer otras tareas, como limpieza de habitaciones.
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Dice que sus compañeros y compañeras de trabajo que estudiaron hotelería alquilan en capital, no tienen casa propia. El personal de camareros, mucamas, limpieza, mantenimiento, vive en el conurbano.
Por ahí uno ve la realidad distinta…
Siempre pensé que esto es una esclavitud encubierta para el trabajador. Cómo puede ser que una persona solo tenga el trabajo para el sustento, que esté desposeída de la tierra o de la casa. Cómo puede ser que a una persona el solo hecho de nacer en una familia de buena posición, eso ya le salva toda la vida y otras que nacen en otras condiciones, tienen que sufrir un montón para poder estar bien con su familia.
Por ahí uno ve la realidad distinta. Lo que muestra la tele, la radio, los diarios, el celular, es una realidad que alguien impuso: tiene que ser así. Pero el ser humano no es una máquina, ni algo que alguien hizo con un molde. Uno tiene otras ideas y no las puede implementar, porque ya hay un partido político o una sociedad hegemónica que dice que no.
Siempre me hizo ruido eso, hasta que empecé a mirar en la web y me encontré con un video de Marx. Empecé a mirar videos de Marx, de Engels. Buscando en la web encontré las ideas de la izquierda.
Después me acerqué a un local del PTS en capital. Me dieron el teléfono del referente de Florencio Varela. Me llamaron 15 días antes del 1° de Mayo. Ese día fuimos al acto en Plaza de Mayo y bueno empecé a militar ahí, en 2017.
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Más adelante fui a la movilización contra la reforma jubilatoria de Macri, el 18 de diciembre. Ese día tuve franco y fui a la mañana, tipo a las 9:30. Para mí era todo nuevo, fui con el partido. Estuvimos al lado de la bandera con compañeros y compañeras de Varela. Yo pensaba que era todo tranqui. Empezaron a caer más compañeros de diferentes agrupaciones. Se llenó la plaza y después vino la represión, tipo a las tres de la tarde. Nos sacaron a los corchazos. Y tipo a las cinco ya estábamos fuera de la plaza.
Es diferente verlo por la tele, escucharlo o leerlo en un diario. Estar ahí en primera persona es terrible, pero a uno le saca el miedo. Fue como un bautismo de fuego.
Jamás esclavo
A Rubén nunca le cuadró eso de seguir la corriente callado la boca. Por eso antes de empezar a militar, ya había entrado en un camino de lucha y activismo sindical en la UOCRA.
Cuando construían el hotel Hyatt en Recoleta, lo propusieron como delegado y perdió la elección contra el candidato de la burocracia que conducía el gremio. Después participó de otra elección y recién la tercera vez que se presentó le ganó al hijo del capataz de la obra.
Pero no se quedó en la lucha sindical. Hoy piensa que sería ideal que la totalidad de trabajadores y trabajadoras se involucraran en política.
En 2019 el gobierno de Alberto y Cristina prometió llenar la heladera, pero siguió con el ajuste de Juntos por el Cambio para pagar la deuda ilegal que tomó Macri en 2018 con el FMI. Incluso con pandemia de por medio, el ajuste contra el pueblo trabajador solo empeoró.
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“Es el momento de dar tu voto a trabajadores y trabajadoras, para renovar las esperanzas de vivir en un mundo donde realmente se merezca vivir. Seguro van a escuchar hasta el cansancio promesas mágicas de soluciones para la salud, la educación, el trabajo, la inflación, etc. pero les puedo asegurar que cuando termine la campaña no va a pasar nada”, publicó en Facebook en agosto de 2021, cuando volvió a ser candidato. Ese año el Frente de Izquierda sacó un 8,32 % en Varela y estuvo a punto de entrar al Concejo Deliberante.
Reparto de las horas de trabajo: “Para que uno como trabajador pueda estar más en su casa”
En pandemia a Rubén el hotel le siguió pagando, aunque poco. Estaba en su casa y como no quería estar inactivo, estudió mecánica de bicicletas. Si pudiera, hoy pondría un taller y se dedicaría a eso. Tiempo y la posibilidad de hacer lo que cada quien quiera… Esa es una de sus batallas.
Una de sus principales propuestas es el reparto de las horas de trabajo entre ocupados y desocupados para llevar adelante un verdadero plan de obras públicas. No pagar la deuda externa ilegal para destinar esos recursos a construir las casas que hacen falta y resolver los problemas de infraestructura en los barrios populares. Son algunas de esas “otras ideas” que “por ahí uno tiene” porque “ve la realidad distinta” a lo que dictan los partidos tradicionales y la élite hegemónica.
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