En muchas publicaciones ha aparecido esta imagen del diablo tentando a una niña. Muchos desconocen de dónde proviene y cuál es el contexto de la misma. La película Santa Claus, estrenada en 1959, es la causante de esta pintoresca escena. En esta nota relatamos algunas originalidades de la misma.
Óscar Fernández @OscarFdz94
Domingo 24 de diciembre de 2017 00:00
Hacia fines de los años 50 el cine de oro mexicano tal como se conocía iba en declive. Los tiempos y las sociedades cambiaban al ritmo del progreso tecnológico. Comenzaba a filmarse en color y se abría la época de las películas del Santo, de presupuestos baratos y tramas que rayaban en lo inverosímil. A la par, el cine mexicano comenzaba a poner en escena a artistas de la comedia como el dúo Viruta y Capulina y Cantinflas, así como películas dirigidas a una audiencia más general e incluso enfocadas al público infantil.
En ese marco es que surge la película Santa Claus dirigida por René Cardona. Hacia aquellos años, la tradición navideña en México venia incorporando poco a poco varias influencias extranjeras como la del árbol de Navidad y también poco a poco se popularizaba la figura de Santa Claus (o San Nicolás). La película era una manera de introducir a este personaje de manera más popular por medio del cine; la misma contó con la participación de actores como José Elías Moreno, quien interpretaba al personaje estelar, así como Cesáreo Quezadas en el papel de un niño que ayuda a Santa Claus.
No era la primera vez que Cardona trabajaba con Quezadas, ya en 1957 había debutado en el papel de Pulgarcito en la cinta con el mismo nombre —razón por la que se ganó ese apodo y así aparece en los créditos— y El Sordo también estrenada en 1959. Asimismo, está la participación de Lupita Quezadas, hermana de Cesáreo y que interpreta a otra niña que lleva su propio nombre. El guion fue escrito por el mismo Cardona y Adolfo Torres Portillo y la película fue filmada en color en estudios Churubusco.
Aquellos juguetes de hojalata y madera
Si uno contrasta la trama de la película con el argot popular con que se suele contar la historia de Santa Claus, notará varias discrepancias. En principio, porque Santa Claus (que también en la película se le reconoce como San Nicolás de Bari) no vive en el Polo Norte, sino “muy lejos y muy cerca del cielo, en un palacio de oro y cristal”; en vez de ser ayudado por varios duendes, Santa Claus tiene a niños de diversas partes del mundo que nunca crecen y que tanto ellos como él comen “pasteles y helados hechos de nubes”; por último, el trineo que usa no está jalado por renos normales (dejando de lado que sean nueve contando al famoso Rodolfo de nariz roja), sino por renos de juguete a los que se les debe de dar cuerda (lector, ¿usted recuerda cuando los juguetes aún funcionaban así?).
De igual forma Santa Claus cuenta con más ayudantes y artilugios para llevar juguetes: el herrero Yabón (una suerte de adaptación del dios Hefesto de la mitología griega) le hace una llave que abre todas las puertas y el mago Merlín le crea polvos para dormir a los niños que estén despiertos y una flor, la Flor de No Te Veo, que lo hace invisible al olerla. También cuenta con un observatorio donde tienen un telescopio con un ojo que todo lo ve, un cerebro que permite ver los sueños y un oidor para escuchar lo que traman los niños malos.
El diablo se llama Trotsky
Evidentemente estos cambios sirvieron para hacer más comprensible al personaje en un país en el que no nieva y que seguía adorando la figura del Niño Jesús —razón por la cual aparece un nacimiento al inicio de la película. Sin embargo, la trama no sólo se centra en Santa Claus llevando juguetes a los niños, como muchas otras adaptaciones han hecho, sino también en una lucha del bien contra el mal. Es aquí donde entra la figura del diablo.
Resulta curioso todo lo que rodea esta película, ya que la escena que nos motivó a escribir esta nota es en la que el diablo tienta a la niña Lupita a robar una muñeca. El diablo, llamado Precio, es un diablo menor que ha sido encargado por Lucifer (quien sólo hace resonar su voz a través del Infierno) de hacer que los niños se porten mal y frustrar que Santa Claus cumpla su misión so pena de recibir el terrible castigo de comer helado de chocolate.
Lo que nos llamó mucho la atención fue que el actor que interpreta a Precio, José Luis Aguirre, era apodado Trotsky, y así es como aparece en los créditos. Esto seguramente debido a que solía dejarse la barba de perilla tal como lo acostumbraba el revolucionario ruso que encabezara la toma del poder por los trabajadores en la Revolución de Octubre de 1917.
En el imaginario popular mexicano existía, según se puede apreciar, el recuerdo de aquel hombre que vino a refugiarse a nuestro país para continuar su obra revolucionaria y donde muriera asesinado por los esbirros stalinistas. Los periódicos de la época calculaban que fueron alrededor de 250 mil personas quienes acompañaron el funeral de León Trotsky. Tal era el impacto de su presencia en nuestro país. Y es esta casualidad la que nos llevó a parafrasear la obra del caricaturista y divulgador de izquierda Eduardo del Rio, Rius autor del libro El diablo se llama Trotsky.
Una pastorela moderna
Es menester señalar no sólo las adaptaciones situacionales que tuvieron que hacerle a la película, sino que de manera más general y argumentativa, la película es una adaptación modernizada de una pastorela. Recordemos que en las posadas navideñas se dan representaciones teatrales conocidas como pastorelas, obras de índole comédico cuya trama suele variar pero que tienen un común denominador: la aparición de un ángel que anuncia que el nacimiento del mesías está próximo, el camino de los pastores (de ahí su nombre) al pueblo de Belén para adorar al niño y el actuar del diablo (generalmente el mismo Lucifer, aunque en algunas versiones está acompañado de algún diablo o envía a éste a hacer el trabajo sucio) para evitar que aquéllos lleguen a su destino.
Así contemplado esto, la película de Santa Claus no es otra cosa que una pastorela actualizada: varias situaciones graciosas ocurren en la medida en que Precio intenta frustrar que Santa Claus lleve juguetes a los niños, pero sus planes fallan o terminan por afectarlo. Todo mientras varios niños son los que terminan en medio de esta lucha: un niño rico que no es atendido por sus padres, Lupita, que sólo quiere una muñeca, y tres niños que hacen cosas malas.
No es de sorprender, pues, que la película haya sido un éxito en México y se haya vuelto una tradición que se transmita en épocas navideñas. La película ganó el Premio Golden Gate en el Festival Internacional de Cine de ese año en la ciudad de San Francisco y fue presentada en la matiné de películas de K. Gordon Murray, quien se encargó de doblar la película al inglés.
A pesar de todo ello, la película de Santa Claus es una que en los mexicanos genera una respuesta positiva y un fuerte sentimiento de nostalgia, no sólo por el hecho de ser una que muchos vimos desde niños, sino que además está ligada fuertemente a nuestras tradiciones al ser, como hemos dicho, una pastorela moderna. Es una película que tiene la esencia del espíritu navideño y el resultado es un verdadero mestizaje cinematográfico que es entendible para los mexicanos.
Con información del portal ALUCINECINEFAGO/Cine de la A a la Z]]
Óscar Fernández
Politólogo - Universidad Iberoamericana