A un año de su desaparición forzada, algunos recuerdos y reflexiones personales sobre el joven con el que conviví hace casi diez años en una pensión de La Plata.
Miércoles 1ro de agosto de 2018
Muro de los Federados, París, octubre de 2017 / foto Philippe Alcoy
Conocí a Santiago Maldonado en el 2009, en nuestro primer año como universitarios en La Plata. Vivimos un buen tiempo en la misma pensión frente a la Facultad de Bellas Artes, compartiendo habitación.
Cualquiera que haya conocido al Santi podría asegurar que era una persona particular. Siempre alegre, haciendo chistes, pintando, rapeando, creando. Un rompebolas incansable que se hacía querer muchísimo. Un niño desobediente que se rehusó a ponerse el disfraz de adulto que la sociedad nos exige día a día utilizar. Siempre alegre, vital, rebelde.
Nunca voy a olvidar su particular risa, sus rapeadas siguiéndome de lado a lado mientras yo cocinaba (con el único fin de molestarme), su enorme quilombo de cosas sobre su cama. Y mucho menos voy a olvidar su ideología. El Santi era un cuestionador, un luchador contra el sentido común, un anarquista, un libertario.
En aquella época yo era un “apolítico”. Estaba cómodo creyendo que la gran mayoría de mis pensamientos, análisis y acciones eran independientes del resto de la sociedad y el mundo. Lo más importante para mí en ese momento era recibirme y poder así desarrollarme profesionalmente.
No había una semana en la que Santi no me cuestionara sobre estos “sentidos comunes”.
Se podría decir que el sentido común es la forma de ver y analizar la vida y el mundo moldeado desde el aparato estatal, los medios de comunicación, la educación, la religión y otras herramientas de manipulación y creación de consenso de las clases dominantes. Ser parte del sentido común es ser una oveja que se mueve según las necesidades de los más poderosos.
Santi vivió una vida luchando contra el sentido común, riendo de las imposiciones sociales y cuestionándolas, poniendo el cuerpo en luchas contra el poder, e influenciando a personas con sus ideas y arte. Decidió vivir sin jefe, patrón o instituciones, trabajando siempre de forma independiente, viviendo (según sus convicciones, claro) “al margen del sistema”.
Con la desaparición de Santi no tardó en aparecer la cara más reaccionaria del sentido común en Argentina. Diciendo pavadas como que estaba en Chile, que era un hippie que boyando cayó a Cushamen, que lo tenían los mapuches, que se ahogó solito y que su cuerpo apareció mágicamente en un lugar donde ya había sido buscado.
La derecha argentina. Los mismos que defienden a las Fuerzas Armadas, a la Policía, a la mano dura, al individualismo, a la meritocracia, a la desigualdad, los que se aterrorizan con las marchas feministas, los que más de una vez han dicho “a estos negros de mierda hay que matarlos a todos”, siendo muchos de ellos los que hoy llevan pañuelos celestes diciendo estar “a favor de la vida”.
En los medios de derecha suele ser llamado “el tatuador”, “el viajero”, “el artesano”, “el mochilero”, “el hippie”. Será que le tienen miedo a su nombre, a lo que realmente era, a lo que pueda llegar a representar.
Santiago Maldonado se declaraba, ante todo, anarquista. Y una de las cosas más destacables que tenía, de la que no se habla mucho, fue que no daba batalla sólo desde lo discursivo, sino que le ponía el cuerpo a las causas por las cuales luchaba.
El Santi, al igual que yo, nació a fines de los 80, luego de las masacres latinoamericanas en manos de las dictaduras, y con la caída del muro de Berlín, símbolo del triunfo del individualismo en el mundo. Crecimos inhalando el olor de grandes derrotas y traiciones revolucionarias.
Nos criamos viendo películas yankis donde “todos los sueños individualistas son posibles”. Tuvimos una infancia con gobiernos neoliberales y una adolescencia con gobiernos populistas. Se dejó de hablar de “la clase trabajadora” para hablar de “la clase media”, rebajando la clase a algo puramente económico y sin contenido político. El sentido común que se construyó fue (y es al día de hoy) el de la democracia parlamentaria, que no es más que restringir toda posibilidad de cambio a las urnas desde la comodidad de la obediencia. La política era el negocio de unos pocos y no la forma de cambio social del que todos somos parte.
Yo llegué a la universidad siendo un apolítico, pero no era ese el caso de Santi. Él era un libertario. No evitaba la confrontación contra las fuerzas de la clase dominante. No creía en el parlamento sino en la lucha contra la autoridad.
Benetton y la causa mapuche
Santi no estaba “hippeando” por Cushamen sino que fue a poner el cuerpo por una causa que consideraba justa. Los mapuches se encontraban reclamando las tierras chubutenses en manos de la multinacional Benetton como suyas, y posterior a esto la libertad de su líder Jones Huala.
Santi se había unido a estos reclamos aún sabiendo que los operativos para acallarlos por parte de Gendarmería y la Infantería de Chubut eran muy violentos y siempre terminaban con detenidos.
Entre 1991 y 1997 Benetton había comprado 900.000 hectáreas en Argentina, lo que equivale casi a 44 veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires. Si bien Benetton es uno de los millonarios extranjeros con más tierras en la Patagonia, no es el único. Entre los más conocidos se encuentran Joe Lewis (dueño de las tierras que rodean al Lago Escondido); Ted Turner, creador de la CNN ; los Suchard, dueños de Nestlé; o el famoso actor de Hollywood Sylvester Stallone.
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Hasta la naturaleza tiene un precio en el sistema capitalista, y no hay gobierno “argentino” desde el genocidio de los pueblos originarios hasta el día de hoy que no haya legitimado las leyes que avalan su posesión en manos extranjeras.
Verdad y justicia
Si bien desde el Estado se trata de meter en el sentido común de la población la idea de que Gendarmería Nacional está para luchar contra el narcotráfico y proteger las zonas fronterizas, la realidad que ha quedado demostrada a lo largo de la historia es que su principal tarea es la de garantizar a las clases dominantes la protección de “sus” propiedades.
Creada a pedido de Bunge & Born, una de las corporaciones más poderosas e influyentes en el país durante el siglo XX, Gendarmería Nacional ha sido una de las principales fuerzas utilizadas para reprimir movimientos obreros y cazar indígenas, tal como lo indica esta nota.
Desde el gobierno y los medios de comunicación de derecha, constantemente se intentó defender a Gendarmería diciendo que no tuvieron nada que ver con la muerte de Santi.
Pero a los gendarmes se les enseña a obedecer sin cuestionar, a usar la fuerza en vez de la razón, a disparar. Y al terminar sus respectivos cursos, estas personas son consideradas autoridad y reciben armas. Ya son cientos los casos de pibes asesinados a quemarropa gracias al gatillo fácil que supieron conseguir. Entre estos casos está el asesinato de Rafael Nahuel, a quien después de la dura pelea mediática que dio la derecha para instaurar el discurso de que Gendarmería no tuvo nada que ver con la muerte de Santi, lo mataron de un tiro por la espalda.
Si Santi se hubiese ahogado tratando de cruzar el río y ningún gendarme lo socorrió , no puede Gendarmería quedar impune. Gendarmería no estaba cazando mariposas, estaba cazando mapuches, los estaban cagando a tiros. Si sin saber nadar tuvo que llegar al extremo de tener que tirarse al agua, era porque lo que avanzaba hacia él de ese lado del río era realmente terrorífico.
En lo personal, el hecho de que 55 peritos hayan dicho que el cuerpo pudo haber estado bajo el agua entre 55 y 73 días (cuando en realidad estuvo 78 días desaparecido), me abrió muchos cuestionamientos y me dio pocas respuestas. El día de la aparición de su cuerpo fue todo bastante turbio: ¿Cómo pudieron no ver un cuerpo en tantos rastrillajes en un río de poca profundidad? ¿Por qué aparece justo antes de las elecciones? ¿Por qué salió el juez Lleral a decir públicamente que la causa de muerte había sido por ahogamiento sin rastros de violencia física cuando la investigación todavía está en sus inicios? ¿Qué pasó con el celular y la mochila de Santi? Todo huele raro...
La lucha por verdad y justicia no ha terminado.
Un símbolo de lucha
Instantáneamente como supieron de su desaparición, la familia de Santi no se quedó esperando una respuesta por parte de las autoridades y buscó apoyo en las movilizaciones sociales. Llevaron sus denuncias a las calles, ganando así un montón de fuerza y llegando a todos los medios de comunicación nacionales, e incluso a algunos medios internacionales.
Es oportuno entonces recordar que la militancia de Santi dista muchísimo de la militancia a la que la década kirchnerista quiso acostumbrar a las nuevas generaciones. Santi era un anarquista libertario, y peleaba contra el poder con el cuerpo, no solamente con el discurso. Si lo que juntás son votos, y no personas que estén dispuestas a poner el cuerpo en la pelea contra el poder, tus acciones carecerán inevitablemente de fuerza material, tanto para el ataque como para la defensa, y por lo tanto quedarán restringidas a lo meramente discursivo.
Gran parte de la militancia moldeada por el kirchnerismo siente tristeza por Julio López, pero nunca cuestionaron el hecho de que desde el Estado se encubrió a sus desaparecedores. Dicen ahora que “Santiago Maldonado es un desaparecido en democracia” (como si fuese el único); hablaron en contra de las Fuerzas Armadas pero miraron para otro lado cuando lo pusieron a Milani en el ejército; hablaron de mejorar la educación pero hicieron oídos sordos cuando Cristina llamó vagos a los docentes; reivindicaron la Revolución Cubana pero nunca cuestionaron la propiedad privada.
Santi escribió una canción titulada “Santa Blasfemia En El Nombre del Señor”, allí dice “sos tan mierda, igual que el resto de los magnates que visten de seres honestos, como el sorete de Kirchner Néstor, Deshonestor, que el pueblo lo adora, como si fuera un droga”. Hasta donde sabemos, el documental guinado por Florencia Kirchner no tiene ese tema como banda sonora .
Santiago Maldonado es al día de hoy más que el nombre del hermano, del hijo, del amigo o del compañero que fue. Santiago Maldonado es un símbolo, y lo que representa dependerá de la subjetividad e ideología del analizador. Para la derecha representará una amenaza. Pero para muchos otros, entre los que me incluyo, Santiago Maldonado será símbolo de solidaridad y unión en la lucha contra el capitalismo y sus fuerzas represivas.
Debo decir que, si bien considero que Santi debería ser recordado como un anarquista, yo no lo soy. Soy trotskista y militante del PTS. Luchamos por muchas causas en común y compartimos fines últimos muy parecidos, pero nuestras estrategias son muy diferentes.
No hay día que no me cruce con la mirada del Santi. Difícil no hacerlo. Ciudad a la que voy y ahí está él, acechando al capitalismo, insistente con sus cuestionamientos, creando arte desde el recuerdo.
París
El 17 de Octubre del año pasado, cuando apareció su cuerpo, me encontraba estudiando con una beca en París, Francia, y militando en la Courant Communiste Révolutionnaire, parte de la Fracción Trotskista a la que pertenece el PTS.
Al otro día le hice un video homenaje en el Muro de los Federados, lugar donde fueron fusilados los comuneros de La Comuna de París.
La Comuna de París fue uno de los mayores acontecimientos revolucionarios de la historia, donde anarquistas y comunistas pelearon codo a codo contra el poder de la burguesía, creando una sociedad sin oprimidos y resistiendo juntos hasta el momento final. Ellos murieron luchando, sin bajar los brazos, y dejaron lecciones y enseñanzas fundamentales al día de hoy. Como comunista, el Muro de los Federados también representará para mí la lucha de Santiago Maldonado, de Santi, la que nos une, la que dejamos.
A un año de su desaparición, no nos detendremos hasta que se sepa la verdad y se haga justicia.