Secretos, confesiones y cuerpos que hablan. El pedido de justicia y castigo a los culpables a un año de su desaparición forzada.
Sábado 4 de agosto de 2018
Echarle la culpa al río. Él sabe de silencios recónditos, de sutiles confesiones. En su cuna de algas y piedras, yacen indómitas almas guerreras que protegen las tierras de la guadaña y la ganancia forastera. Arrasa y arrastra. Sumerge y emerge. Aleja y atrae. El río sabe.
El río te supo, Santiago. ¿Te habrá cobijado, te habrá impedido? No lo sabemos aún. Quizás el río se anime a contar qué pasó.
Tu nombre, Santiago, ha navegado hacia vientos sureños, acompañando el grito por la libertad originaria del suelo mapuche. Grito hecho carne en tu ser que batalló contra quien oprime y asesina.
Tu cuerpo, Santiago, fue perseguido por impunes servicios y fuerzas cómplices de un Estado encubridor. Fue desaparecido como el de muchos y muchas. Estudiantes, albañiles, mujeres y niñas, pibes chorros y cuerpos trans que invocaron “con ustedes no”.
Cuerpos golpeados, atormentados, amordazados y puestos en la escena, buscando desviar la mirada de quien fue. Pero son cuerpos hablantes, con huellas tangibles de culpabilidades, responsabilidades e irresponsabilidades. Cuerpos que se hacen escuchar.
¿Y el Estado, presente?, claro que sí. Represión, persecución, obstrucción, complicidad y burla de funcionarios canallas. Presencia absoluta, nada absurda.
Estado que, sin tapujos, acecha y atormenta desde antaño. ¡Estado responsable!
Madres pañuelos que dan vueltas y exigen saber; padres que migran, como las golondrinas buscando saber; hermanos y hermanas que recorren calles y necesitan saber.
Cambian los rostros, pero el reclamo siempre es el mismo: ¡Justicia!
Hoy, Santiago, paredes y afiches, pancartas y remeras inscribirán tu nombre junto a los de tantos otros, recorrerá las avenidas desde los cerros norteños hasta el faro del fin del mundo; desde la cordillera hacia el rio de la plata.
A las calles otra vez, contra el explotador y el asesino. Contra el silencio y la impunidad.
A las calles otra vez, como siempre, por justicia y castigo a los culpables.