Sarkozy ganó ayer las elecciones internas de su partido, la UMP, con el 64,5 % de los votos. Lejos parece quedar la contienda entre Fillon y Copé, quienes se disputaron la presidencia del UMP hace dos años, en unas elecciones tan reñidas que ambos se la adjudicaron. Sin embargo, a pesar de la cantidad de votos sacada por Sarkozy, su victoria no es tan aplastante como parece a primera vista como bien lo muestran las ediciones dominicales de Le Parisien y de Le Journal du Dimanche 64,5 % parece mucho, pero los sarkozystas esperaban más. Al menos acercarse al 80% que había obtenido en 2004. Y el casi 30% de Bruno Le Maire, candidato de una derecha más “seria”, menos “populista” y más liberal en cuestiones societales como el matrimonio gay, obligan al diálogo. Le Journal du Dimanche luego de poner en la tapa “Sarkozy de vuelta a los controles”, en página 2 titula “Sarkozy condenado a buscar la unidad”. Por su parte Le Parisien titula “En pista” en la tapa y “Para Sarkozy, una victoria, pero no un triunfo” en página 2.
Domingo 30 de noviembre de 2014 11:45
El problema es que el resultado no resuelve realmente la interna. No sólo está en juego el control del partido, sino también la carrera para las elecciones presidenciales de 2017. Y ahí quien se opone a Sarkozy es Alain Juppé, gaullista histórico, ex Premier de Chirac en los Noventa y ministro de Asuntos exteriores bajo Sarkozy, entre 2007 y 2012. Por eso Le Parisien titula su editorial “Dos campañas”. Planteándole a Sarkozy su doble desafío de cumplir su promesa de unidad de la derecha y de ganar sus dos elecciones : Las primarias de 2016 y las presidenciales de 2017. Por su parte Le Journal du Dimanche, publica una encuesta comparativa entre Juppé y Sarkozy. A pesar de que para el conjunto de los franceses Juppé es una figura con muchas más capacidades que Sarkozy (salvo en dinamismo y autoridad), la cosa se equilibra cuando el encuestado es un simpatizante de la derecha. Lo que queda claro es que aunque Juppé es una figura más seria, Sarkozy puede volver.
Y puede volver con fuerza, aunque desde el vamos el progresismo de Libération se dedique a bombardear la figura de Sarkozy. “El hyperactor”, se titula la editorial del viernes, centrándose en mostrar las mentiras e imposturas del ex-presidente en su campaña. Tal vez de esta forma logre darle una manito a Hollande, quien seguramente estará contento de que la derecha le robe cámaras. Al menos su popularidad no bajará esta semana. Y tal vez, quién sabe, el hecho de tener en frente a Sarkozy hará que algunos de sus electores vuelvan a preferirlo como “mal menor”.
El que parece alejarse es Obama, quien apareció bastante en las editoriales de esta semana. Obviamente los diarios franceses no podían dejar de hablar de las revueltas populares tras el desprocesamiento del policía que mató a Michael Brown en Ferguson. “Barack Obama, el primer presidente negro de los EE.UU., no será el que más logró hacer avanzar la causa de la minoría afro-americana”, plantea el jueves Le Monde en su editorial “Denegación de justicia para la Norteamérica negra”. Libération, por su parte, dice “En los EE.UU., pero también en el resto del mundo, muchos se dan cuenta de repente que no es suficiente elegir a un presidente negro para echar luz tras un pasado racial”. Este editorialista tiene razón cuando dice que Obama decepcionó.
Hoy todos remarcan que hay una justicia para blancos y otra para negros. Una policía blanca que mata. Todos ven las “fracturas” de la sociedad, el odio racial, incluso ponen las estadísticas que muestran como los afro-americanos son más pobres que el resto y tienen una mayor tendencia a morir en manos de la policía. Pero ¿qué relación hay entre el hecho de que un presidente pueda ser negro y la subsistencia de esta “fractura racial”? La relación es un problema de clase. No alcanza con que un presidente sea negro, porque ese presidente va a responder a los intereses de la burguesía (mayoritariamente blanca). De nada sirve tampoco hacer una policía menos blanca, porque van a seguir matando como lo hacen ahora. El problema es la criminalización de la pobreza. “Last but not least”, si lo que estuviera en juego no fuera la memoria de un joven afroamericano asesinado, resulta gracioso la forma en que la prensa francesa se ofusca: como si acá la policía no fuera racista y la “democracia francesa” profundamente limitada por su pasado colonial aun vivo las “banlieues”.
Pero el diablo siempre mete la cola. Y en Francia le encanta hacerlo a través de la pluma de Le Figaro. Y aprovecha para atacar a la ministra de justicia, Christiane Taubira, ministra de la Justicia afro-guyanesa quien encarna, a sus ojos, lo peor del gobierno de Hollande, ya que fue quien redactó la ley del matrimonio igualitario (y Le Figaro aprovecha cada ocasión para ponerlo en cuestión). Hoy tiene la osadía de escribir tweets contra la represión policial. E incluso, para el disgusto de algunos miembros del gobierno, se pronuncia sobre el sistema judicial de los EE.UU. No señores. ¡Esto es inadmisible! O eso nos dice Le Figaro, quien aprovecha el escándalo generado en Ferguson ... para pedir el despido de Taubira y quién sabe, soñar así con que el gobierno de Hollande gire más a la derecha y vuelva atrás con la única ley mínimamente decente. Así Le Figaro parece decirnos que si hay negros, homosexuales e inmigrantes, ellos no se oponen... pero que no se note.