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Red Internacional
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Mundo Obrero. Schmid denunció que se multiplicó la pobreza, pero no dio fecha concreta para medidas de lucha

En su discurso convocó al Confederal de la CGT para el 25 de septiembre, para anunciar un posible plan de lucha con paro general, aunque no hubo anuncios concretos. PepsiCo, la izquierda y el sindicalismo combativo exigieron paro nacional en una columna independiente y se manifestaron disconformes con los anuncios de Schmid.

Martes 22 de agosto de 2017 15:00

Juan Carlos Schmid, uno de los triunviros de una CGT en crisis y atravesada por divisiones, fue el único orador del acto en Plaza de Mayo. Después de extensos pasajes de su discurso, el principal anuncio fue la convocatoria a una reunión del Comité Central de la CGT para el 25 de septiembre, donde se discutiría el inicio de un plan de lucha con paro general, aunque no dio precisiones concretas.

En el palco de un acto muy discutido por sus presencias y ausencias estuvieron, entre otros, Sergio Romero (UDA), Pablo Moyano (Camioneros), Omar Plaini (Canillitas), Daniel Menéndez (Barrios de Pie), Juan Carlos Alderete (Corriente Clasista y Combativa), Andrés Rodríguez (UPCN), Carlos Acuña (Secretario General), Víctor Santa María (SUTERH), Abel Frutos (Panaderos), Facundo Moyano y Rodolfo Daer (Industria y Alimentación).

Como muestra de las divisiones y debilidad de la CGT, cabe señalar que más de la mitad del Consejo Directivo de CGT no estuvo en el palco. Especialmente los "gordos" le sacaron el cuerpo a la movilización.

Aunque no el palco, en la plaza se vio también a dirigentes kirchneristas como Jorge Taiana, Axel Kicillof, Héctor y Mariano Recalde, así como dirigentes de ambas CTA, muchos de ellos alineados con Unidad Ciudadana.

Por su parte, y como informó La Izquierda Diario, la izquierda y el sindicalismo combativo, que comenzaron la jornada de lucha temprano por la mañana con un corte en el Obelisco, se movilizaron en una columna independiente de las conducciones oficiales, para exigir un plan de lucha y paro nacional.

Camilo Mones de PepsiCo, al finalizar el acto, manifestó su disconformidad con la conducción de la CGT por no haber anunciado la fecha concreta de un paro nacional, y que esta movilización se haya hecho "a las dos de la tarde, sin paro, no es para que se movilicen los trabajadores".

Nicolás del Caño y Myriam Bregman, que marcharon junto al sindicalismo combativo, criticaron también la falta de contundencia de la marcha por falta de paro, así como la falta de precisiones sobre el plan de lucha para frenar los ataques del macrismo, algo que no extraña por parte de la conducción de una central sindical que viene dejando aisladas las luchas, como la de PepsiCo. Como muestra de esto, en el palco estuvo presente Rodolfo Daer, quien, como dirigente del gremio de la Alimentación, viene de traicionar la lucha de esta fábrica.

El discurso del triunviro

Schmid comenzó su oratoria agradeciendo “la presencia de los sindicatos confederados y de las organizaciones sociales, a los trabajadores”.

Entre sus principales denuncias al principio resaltaron el repudio al atentado en Barcelona, la condena al terrorismo y “cualquier escalada militar acá en América Latina”.

Sobre la convocatoria específica de la CGT, expresó que “venimos a presentar nuestra agenda social, pero también venimos para sumar nuestra voz a todas las voces que piden por la aparición con vida de Santiago Maldonado”, pasaje en el cual repudió la velocidad de la ministra Patricia Bullrich para desalojar fábricas, en contraste con la falta de celeridad para aclarar la desaparición de Maldonado. “No queremos que haya otro Julio López en Argentina”, expresó el triunviro.

En elítpica respuesta a las acusaciones del macrismo, que catalogó como “política” a la protesta de la CGT, Schmid dijo que “no nos alcanza solamente con votar. No venimos detrás de ninguna candidatura. Venimos con una demanda central de trabajo digno, salario justo”, a las cuales agregó sobre el cierre de su discurso el rechazo a las intervenciones a los sindicatos y a una eventual reforma laboral.

También se defendió de los ataques del Gobierno al decir, en un discurso de conciliación con los empresarios nacionales (tan explotadores como los extranjeros), que “nos acusan de atentar contra empresas, de que somos un freno para las inversiones, de que representamos el atraso en nuestro país. Somos hijos del peronismo y fue en ese famoso acuerdo de tres patas, capital, trabajo, sindicatos, donde el pueblo trabajador vivió sus años más felices. Rechazamos cualquier acusación que diga que nosotros estamos atrasando la modernización de nuestro país. El peronismo fue la transformación social más importante”.

En sus denuncias sociales más duras afirmó que hay un “Estado ausente que se olvidó de proteger al hombre que se levanta de madrugada. El trabajo es un derecho, pero vemos el desempleo, la precarización, la caída de los salarios. Lo que se ha multiplicado es la pobreza, los pobres que tienen trabajo, millones en negro, nadie les puede decir que están trabajando en condiciones normales. La agenda social no figura en la boleta de ningún candidato. Queremos una solución integral y no únicamente promesas de campaña”.

“Las recetas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, esos consejos nos han conducido terriblemente al fracaso. La juntan con pala y la sacan del país practicando un saqueo más sobre las espaldas de nuestro pueblo”.

“Se abren dos caminos: atraso o progreso. La inmensa mayoría del pueblo argentino quiere progreso, pero primero hay que rescatar a los 14 millones de pobres. 1 de cada 3 no llega a fin de mes y no tienen horizonte ni para ellos ni para sus hijos”.

Sin embargo, sus denuncias sobre la difícil situación social que sufre gran parte del pueblo trabajador no solo apuntaron a un modelo de conciliación de clases con los empresarios, en un discurso de clara impronta peronista, sino que tampoco se coronaron con la convocatoria a un paro nacional y plan de lucha, como exigieron los trabajadores de PepsiCo junto al sindicalismo combativo y la izquierda en una columna independiente.

Más aún, la emblemática lucha de estos trabajadores de la multinacional norteamericana ni siquiera fue nombrada por Schmid, mientras que, en cambio, el traidor Rodolfo Daer, del sindicato de la Alimentación, que traicionó la pelea de los obreros de esa fábrica, estuvo presente en el palco del acto.

El único anuncio concreto, en suma, fue la convocatoria a una reunión, con promesas tan falsas como las electorales que denunció Schmid. Como tantas otra veces, el plan de lucha puede quedar en papel mojado, mientras se acumulan los despidos, suspensiones y el deterioro del salario.