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Red Internacional
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Líquido vital. Se acabó el agua: la “hora cero” en Nuevo León y la irracionalidad capitalista

La presa La Boca, principal abastecedor del Estado se encuentra en niveles críticos, expertos anuncian que quedan 60 días de agua. La priorización de la ganancia sobre la vida es el problema.

Martes 29 de marzo de 2022

La noticia de la llegada de la “hora cero” en Nuevo León llega a al país en el marco de una fuerte sequía que también azota otros estados. Las consecuencias del calentamiento global se sienten cada vez con más fuerza y esta situación en Nuevo León es apenas una muestra.

Las autoridades apelan al poder ejecutivo en un intento de volcar fondos para tener otra fuente de abastecimiento, mientras comienza un racionamiento mucho más fuerte del vital líquido.

Con la noticia, se dio a conocer también que la Ciudad de México tiene apenas dos años de reservas en los nuevos cálculos, cuando anteriormente se contemplaba para cuatro décadas. El sistema Cutzamala prende su alarma, mientras en entidades como Baja California el Monitor Nacional de Sequías de la Comisión Nacional del Agua de Conagua recomienda limitar el uso del agua con un estado con 70 por ciento de su superficie con sequía severa y moderada.

Capitalismo y calentamiento global

Desde hace varios años los más importantes científicos especializados en la materia vienen advirtiendo sobre las consecuencias del calentamiento global en el corto y mediano plazo. Sequías más severas y grandes incendios, como por otro lado tonados e inundaciones en zonas costeras, son resultado directo del aumento de temperatura que mientras seca algunas regiones con temperaturas más elevadas, genera el derretimiento de los casquetes polares.

La situación que vive Nuevo León y otros estados como Durango o Coahuila, pero que apuntan a compartir también otros estados y ciudades, es precisamente resultado de este calentamiento global, una de muchas más manifestaciones del cambio climático que pueden venir con más fuerza si es que no hay un giro en la política económica y energética.

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Mientras la burguesía y sus ideólogos buscan explicar la escasez de este líquido únicamente en función del aumento de la población, en todo el mundo se libran luchas de los pueblos contra la privatización del agua y de los mantos acuíferos, como en la planta de Bonfont en la comunidad de Santa María Zacatepec Puebla, donde pueblos indígenas y pobladores han ocupado esta planta que les roba el agua y han sido reprimidos.

Planificar la economía, cuidar los recursos estratégicos y terminar con el lucro

No es difícil imaginar un escenario donde desde una ciudad importante como Monterrey y otros poblados en Nuevo León, parte de la población migre a ciudades donde haya más agua. Ya a nivel internacional estamos comenzando a vivir grandes migraciones y problemas derivados por sequías importantes, por ejemplo, muchos analistas contemplan a la sequía que vivió Siria previo a la guerra que atraviesa, como una de las causas que la empujaron.

Por su parte, en múltiples países encontramos grandes luchas ambientales, algunas de las cuales logran vencer las políticas de los gobiernos capitalistas de privatizar el agua, permitir la megaminería contaminante o exigir el cuidado de selvas y manglares. En México, encontramos una gran cantidad de luchas socioambientales donde comunidades indígenas y campesinas defienden bosques y territorios.

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La irracionalidad capitalista es la racionalidad de los ricos, donde en zonas de la Ciudad de México como Polanco se riegan grandes jardines consumiendo en promedio hasta 500 litros por persona diarios, existen regiones donde cinco personas que viven juntas se ven forzados a consumir apenas 400 litros de conjunto por día.

Ante la crisis hídrica que comenzamos a vivir, es necesario cuestionarnos la forma en la que funciona este sistema donde unos pocos viven con todos los lujos en mansiones con lagos privados, mientras que son los sectores más desfavorecidos en primer lugar, pero la inmensa mayoría también quienes sufrimos las consecuencias más inmediatas del calentamiento global, de la crisis económica y de la guerra entre potencias.

Solo planificando la economía con los sectores estratégicos organizados bajo control del pueblo trabajador es posible racionalmente cuidar el agua, los minerales y los bosques. Explotar los recursos de forma sostenible es posible si dejamos de priorizar la ganancia capitalista de corto plazo y ponemos por delante la vida y la naturaleza.

Para ello, hace falta superar este sistema social que mantiene la explotación de los recursos en manos de unos pocos millonarios y establecer un plan económico racional que tome en cuenta los intereses de los trabajadores, de los pobladores del campo y de los pueblos indígenas. Tomando en cuenta también la opinión de los científicos de las universidades públicas y de expertos. Hace falta socializar los medios de producción y decidir la producción en consejos democráticos donde participe el pueblo.