En este artículo hacemos un acercamiento al fenómeno Alvise y su primera crisis política apenas unos meses después de los comicios europeos.
La irrupción inesperada de Alvise y su candidatura de extrema derecha en las elecciones europeas despertó una nueva oleada de preguntas y miedos ante el fenómeno que representa este antiguo asesor de Ciudadanos. ¿Un nuevo monstruo de la derecha o un troll venido a más? El debate se ha centrado especialmente en el perfil de sus votantes ¿Ha sido impulsado únicamente por una juventud cada vez más derechizada, incels y no incels, o atrae más perfiles de votantes en un rango de edad más amplio? ¿Ha crecido desde los sectores más favorecidos hacia otras capas sociales o es otro derechista pescando entre pijos?
El objetivo de este artículo es aportar algunas claves del fenómeno para tratar explicar el éxito de Alvise. Un éxito que afronta su primera crisis debido a los múltiples procesos judiciales abiertos en contra del eurodiputado que desvelan su frágil posición dentro del tablero político español.
¿Crisis del fenómeno Alvise ?
La sorpresa de Se acabó la Fiesta (SALF) en los pasados comicios europeos avivó las hipótesis sobre una nueva división de la derecha institucional española en tres candidaturas en el próximo ciclo electoral. Una idea que también parecía manejar el propio Alvise quien como se ha desvelado recientemente utilizaba dicha posibilidad como forma de obtener financiación ilegal de ciertos empresarios. El dirigente de SALF proyectaba a su formación como partido bisagra que permitiría un futuro gobierno PP-VOX en el que él podría negociar puntos clave de la investidura.
Sus competidores parecen haber tenido una lectura similar, en especial porque SALF habría movido tanto un sector de votantes que se abstenía como una parte de las bases de Vox que continuó su sangría electoral. Es por ello, que desde que se conocieron los resultados Alvise se ha enfrentado a un sector del ecosistema mediático de la derecha con medios como OkDiario, EsRadio o TheObjective ligados al Partido Popular y en especial al PP madrileño atacando al nuevo actor político de la derecha. Un ataque preventivo que buscaba desgastar el potencial capital político que pudiera acumular Alvise y que se ha acrecentado con las últimas noticias.
Recientemente se habría revelado que el líder de SALF cobró de forma ilegal 100.000 euros en efectivo de manos de un empresario del sector de las criptomonedas. En concreto de Álvaro Romillo quien actualmente ha huido del país acusado de haber montado la enésima estafa piramidal relacionada con el mundo de las criptomonedas por la que habría robado más de 60 millones de euros. Romillo supuestamente habría filtrado la información de su trato con Alvise como parte de un acuerdo con Fiscalía que le permitió abandonar el país.
Dicha filtración incluye un audio en el que Alvise explica a Romillo su hipótesis de ser posible llave de gobierno en las próximas elecciones generales y le propone a cambio del dinero imponer al PP-Vox una ley que a juicio de Romillo beneficiase al sector de las criptomonedas. Afirmando que se trata de una “batalla entre el Estado-nación y la libertad financiera”. Alvise específicamente habría pedido el dinero en efectivo para saltarse el control del Tribunal de Cuentas y otros mecanismos de regulación que vigilan de donde sale el dinero de las campañas electorales.
El dirigente de SALF en lugar de negar los hechos ha decidido huir hacia adelante y confirmar que sí cobró el dinero con un polémico video en el que intenta victimizarse comparando la financiación ilegal de su formación con cualquier truco que tenga que realizar un trabajador autónomo para llegar a fin de mes. Una comparación que busca generar empatía con su base electoral. No obstante, la crisis mediática desplegada en la última semana parece indicar que no está logrando capear el temporal. Alvise parece estar perdiendo seguidores dentro de las comunidades orgánicas que había construido en los últimos años al perder su aura de “outsider” y de “incorruptible”. Si bien, todavía es pronto para ver si puede remontar o no la situación.
Por otra parte, las citaciones judiciales parecen acumularse con noticias de otro juicio por difundir fotos de una hija de Pedro Sánchez y otra de una querella lanzada por Vox después de que Alvise acusase a Abascal de hacer el mismo trato que él con Romillo y su lobby empresarial.
No obstante, hay que incidir en la cuestión clave de todo el fenómeno Alvise: la movilización que ha generado. Que su figura política muera pasando a ser una versión cutre de Jesús Gil o de un Ruiz-Mateos es irrelevante desde una perspectiva estratégica. Lo que debería llevar a reflexión es cómo un nuevo actor político con métodos trumpistas sin una estructura partidaria preexistente, pero con una forma de articular comunidades políticas a través del mundo digital ha logrado arrastrar tal cantidad de apoyo electoral. Y, como esto no se va a solucionar por la caída de su figura que previsiblemente abrirá la puerta a que otros compitan por ocupar su espacio. Por tanto, más allá del individuo en sí es más importante comenzar a estudiar como se ha producido el fenómeno político Alvise.
Alvise: de asesor político a nueva estrella de la ultraderecha española
La figura de Alvise Pérez en la política institucional ha levantado un vendaval de dudas entre quienes desconocían su actividad en redes en los últimos años, algo que el propio candidato ha aprovechado durante la pasada campaña para presentarse como un outsider de la política. No obstante, y a pesar de haber convencido a un sector de su electorado de esta idea, la realidad es que Alvise ha estado ligado muchos años a la política institucional y posteriormente ha sabido reinventarse en la esfera digital donde ha acumulado capital político y económico previamente a su salto como candidato.
Alvise inició su carrera como voluntario en el extinto partido de derechas UPyD donde conoció a distintas figuras de la política española como Toni Cantó. Posteriormente, participaría en Liberal Youth, las juventudes de los Liberales democráticos en Reino Unido. Y volvería a la política española en 2017 al convertirse durante varios años en jefe de gabinete del grupo parlamentario de Ciudadanos en la Comunitat Valenciana de la mano de Toni Cantó. El hundimiento de Ciudadanos propició que Alvise tuviese que buscar nuevas amistades y a partir de 2019 es visible su buena relación con Santiago Abascal, líder de Vox, a quien describía de manera muy positiva como un gran dirigente político.
Durante este periodo, Alvise comienza a labrarse un nicho como una de las diferentes figuras públicas en redes sociales que la derecha alimenta a través de inversiones económicas en medios como Libertad Digital o Estado de Alarma (medio fundado por Javier Negre e impulsado inicialmente por Alvise). De este periodo, cabe destacar su relación con el lobby ultracatólico y tránsfobo HazteOir participando en las campañas promocionadas por dicha asociación y recibiendo premios de esta como obtienen figuras clave de la derecha española como la mayor parte de dirigentes de Vox. Para algunos analistas como Iago Moreno, experto en comunicación política, es este lobby el que ejerce como escuela para distintas figuras ultraderechistas del espacio digital.
La carrera de Alvise como troll profesional crece en este periodo a través de la difusión de bulos y sus enfrentamientos mediáticos con figuras como el exministro Ábalos, así como su participación en campañas de acoso a otros dirigentes políticos como Pablo Iglesias e Irene Montero. Posteriormente, su postura antivacunas y la adopción de distintos posicionamientos conspiranoicos a lo largo de la pandemia le ganan la simpatía de ciertos sectores en redes sociales, llegando a intentar organizar fiestas de Navidad para quienes no querían cumplir las recomendaciones sanitarias, como llevar mascarilla, a finales de 2020. Su uso desvergonzado de bulos racistas y la promoción de discursos de odio no se ve impedida por su expulsión de redes como Twitter, sino que le permite configurar en espacios menos moderados como Telegram una comunidad de seguidores que comparten sus campañas de desinformación y sus ataques políticos bajo la premisa de estar combatiendo la corrupción de las élites. Bajo las narrativas desplegadas en estas comunidades su expulsión respondería únicamente a la represión de las élites, lo que le genera mayores réditos políticos.
Uno de los motivos explícitos con los que Alvise pedía el voto es la búsqueda de la inmunidad como europarlamentario para protegerse de las diferentes causas judiciales que tiene abiertas como consecuencias de sus campañas de desinformación y que parece que no van a su favor. El ahora europarlamentario admitía abiertamente que buscaba evadir la cárcel a través del acta de diputado y transformó este hecho en un motivo de voto.
Esta maniobra de disfrazar de lucha política contra la corrupción lo que es un sumidero de noticias falsas y propaganda ultraderechista comenzó a despegar con creces durante las movilizaciones de la derecha en Ferraz contra la amnistía. En este periodo, Alvise comienza a llamar activamente a la movilización, como ya había hecho durante las protestas de “cayetanos” por las medidas sanitarias en pandemia, y se disputa con otros sectores de la derecha un cierto peso mediático y político en dichas movilizaciones. En aquellas semanas fueron virales varios momentos en los que el dirigente ultraderechista era capaz de desgajar a sectores de manifestantes y llevarlos por un recorrido distinto disputando a Vox y a otros sectores ultras el control de la movilización.
El balance de las movilizaciones para Alvise fue positivo al obtener un importante capital político y mediático que ha conseguido aprovechar en las europeas. De hecho, su ahora famoso canal de Telegram, con más de 450.000 seguidores en el momento de las elecciones europeas, nacería con la marca de “Gobierno Dimisión” antes de ser reconvertido a un canal bajo la marca personal del ahora dirigente ultraderechista.
Por otro lado, el crecimiento de su comunidad le permitió profesionalizar su actividad a través de distintas plataformas normalmente usadas para apoyar a creadores de contenido en redes. Pide así financiación por Patreon, Bizum o crear tiendas digitales de merchandaising como la desaparecida web tienda.GobiernoDimision.online para sacar dinero a sus seguidores.
Además, Alvise ha participado del ecosistema de medios digitales afines a la derecha a través por un lado de su cercanía política a Vox y al PP durante un tiempo. Y, por otro lado, por su colaboración con el lobby tránsfobo HazteOír lo que ha ampliado su alcance y ha facilitado su carrera como figura pública de la derecha online.
¿Quién quiere que se acabe la fiesta?
Una de las principales respuestas a la inesperada irrupción de Alvise fue la búsqueda inmediata, y poco reflexionada, de quien podría ser la base social de un fenómeno tan desconocido para el gran público como desagradable para muchos. La conclusión más rápida que sacaron muchos, como la formación Sumar y analistas afines a la formación fue culpar a la juventud de votar a la derecha. Una idea probablemente tomada de los datos electorales de Vox que sin embargo no se traduce como tal en el fenómeno Alvise.
Como explicaba el analista Daniel V. Guisado tras las elecciones europeas con los datos de encuestas el votante de Se Acabo la Fiesta (SALF) no respondería exactamente al mismo votante que Vox. Si bien, al igual que los apoyos a Abascal, esta base electoral es mayoritariamente masculina con un 65% de votantes varones frente al 61% de Vox o el 44% del PP, no es realmente cierto que sea un voto claramente joven.
En el caso de SALF, 1 de cada 3 votantes es menor de 35 años lo que le da un voto joven similar al de Vox, pero al mismo tiempo con un 22% de votantes en la franja de entre los 55-65 años SALF se coloca como el partido de derechas más votado en dicha franja. Algo similar ocurre en la franja entre los 35-45 años donde SALF tiene mejores resultados que PP o Vox. Por lo que no está tan claro que haya sido una candidatura impulsada por la juventud incel que ha podido ser un factor destacable como fue en la campaña de Milei. Es tan probable que lo haya votado un pijo de la facultad como un hombre de cincuenta años de ideas derechistas.
Aunque es una explicación cómoda para sectores afines al gobierno PSOE-SUMAR no tiene una base sólida y probablemente si la juventud no vota a los partidos “progresistas” tiene más que ver con su inacción ante la crisis de la vivienda agravada por sus políticas en el gobierno o ante la precariedad laboral que impiden a los jóvenes emanciparse de sus padres para formar sus proyectos de vida.
Otros han tomado ciertos datos de los distritos electorales para culpar a las clases populares del “ascenso del fascismo”. Una vez más sin pruebas muy concluyentes de esta premisa que criminaliza a la clase trabajadora. Siguiendo el análisis de Guisado, el 65% de los votantes de SALF se autopercibe como clase alta o media-alta, un porcentaje mayor que el de votantes del PP o Vox, de hecho, SALF es la candidatura que menos votantes autopercibidos de clase media-baja o baja tiene entre las tres candidaturas de derechas. Y, si bien ha obtenido sus mejores resultados en distritos electorales pertenecientes a provincias con las rentas más bajas como es el caso de la provincia de Málaga, lo hace en el 10% más rico de dichas zonas. Ya que la realidad es que la abstención en estas elecciones ha sido muy alta y más, entre votantes de las clases populares. Lo que sí es cierto, es que provienen de zonas con altas tasas de desempleo como el citado ejemplo de Málaga.
Por lo que, se pueden desmentir dos opiniones que se han lanzado por parte tanto de la propia candidatura SALF como de sectores progresistas. Ni la clase obrera tiende a votar a favor del discurso derechista de figuras como Alvise, más bien se abstiene , ni SALF representa a los sectores populares en contra de las élites, más bien todo lo contrario viendo su base electoral. Otro punto a favor de esta última idea es la composición de la lista electoral de SALF de la que el periodista Ángel Carreño destacaba que un 20% de los candidatos son empresarios del sector inmobiliario, algunos de ellos con vínculos directos con Alvise como Daniel Albaladejo (nº9 de la lista). Candidatos con un alto nivel de vida alejado de la supuesta imagen humilde que vendía SALF a sus potenciales votantes a pesar de que Alvise comprometió a evaluar de forma “profesional” a los posibles candidatos antes de conformar la lista electoral buscando presentar una candidatura de aparentemente ciudadanos comunes que luchan contra la corrupción de una casta política.
La premisa sobre el votante de Alvise que se ha repetido estos días y que sí parece ser cierta es la de que ha supuesto un voto protesta. Aparentemente un 35% de sus votantes le habrían votado al percibirle como un outsider alejado de la política profesional y proveniente de la sociedad civil. Un hecho que como vimos anteriormente es patente falso y aun así un potente aliciente al voto para su base electoral.
Esta contradicción lejos de ser novedosa es una repetición del patrón visto en la última década con el ascenso de la extrema derecha a nivel internacional, en especial de las corrientes de la llamada alt right que tomaron protagonismo con la victoria de Trump 2016, que han ido compartiendo y promoviendo una serie de estrategias y tácticas para ampliar el espacio político de la ultraderecha. Como veremos ahora, Alvise no ha inventado nada, pero sí ha sabido adaptar muy bien las enseñanzas que han transmitido las corrientes trumpistas a nivel internacional.
El “Alex Jones” español y la importancia de la viralidad en el mundo digital
Hace unos meses se estrenó un documental sobre Alex Jones, empresario y presentador estadounidense, dueño de Infowars al que podríamos considerar como el pionero o uno de los grandes maestros tanto de las campañas de desinformación como del negocio que hay detrás de estas. Jones comenzó su carrera en los años 90 como comentarista de radio y propagandista de teorías de la conspiración de la extrema derecha para posteriormente fundar la web Infowars desde la que construyó un influyente imperio mediático basado precisamente en promover bulos, difundir conspiraciones, lanzar campañas de desinformación y promover discursos de odio.
Con una multitud de casos polémicos, el documental utiliza en específico el caso de Sandy Hooks para exponer el modelo de negocio de Jones demostrando que en el capitalismo de plataformas la verdad es lanzada por la ventana cuando el dinero llama a la puerta. El caso de Sandy Hooks en 2012 fue un tiroteo en una escuela infantil estadounidense que resultó en el asesinato a sangre fría de veinte estudiantes y seis profesoras por parte de un individuo que previamente había asesinado a su propia madre. La masacre fue una terrible noticia en la opinión pública que se sumó a la de otros muchos casos similares que se han producido en el país.
Sin embargo, el caso obtuvo relevancia cuando Jones, contrario a cualquier regulación de la venta de armas y activo propagandista en contra del por entonces gobierno de Obama, desplegó y promovió una teoría de la conspiración que afirmaba que la masacre era falsa y que todos los involucrados eran actores pagados para mover a la opinión pública a favor de una eventual regulación de la venta de armas. Jones aprovechó su influencia mediática para promover la desinformación y una brutal campaña de acoso en contra de los padres de los niños asesinados. Una situación que duró una década hasta que fue llevado a juicio donde si bien se tuvo que retractar por obligación legal, realmente nunca ha abandonado su posición utilizando el caso para presentarse como una víctima de las élites globalistas.
El punto más destacable del juicio y que el documental desarrolla es cuando se desvela el negocio millonario de Jones que facturó 165 millones entre 2015 y 2018. Siendo el punto clave del negocio el uso de publicidad (en especial de venta de sus propios productos) en los picos de audiencia de sus retransmisiones que se daban por supuesto cuando lanzaban bulos como negar la masacre de Sandy Hooks. Esta estructura de negocio es admitida a regañadientes por uno de los colaboradores de Jones, quien también explicaba como la plataforma de Jones había servido de impulso a muchas figuras al igual que lo hizo la web Breitbart News del famoso Steve Bannon.
El ejemplo de Jones marca el camino a una gran cantidad de trols y creadores de contenido derechistas a lo largo del mundo. Podría decirse que Alvise ha tomado como base de su estrategia una de las premisas que el periodista Andrew Marantz detectó en el funcionamiento de las redes sociales: “Si es viral será verdad”. Algo que Jones llevó al extremo con el citado caso pero que Alvise toma como su actividad cotidiana extendiendo bulos en los que criminaliza a la población migrante a través de su potente alcance en redes y tratando de vender a sus seguidores distintas narrativas. A través del uso de bots y del propio crecimiento orgánico de su comunidad el dirigente ultraderechista puede extender la ideas xenófobas como un supuesto incremento de la inseguridad en las calles debido a la población migrante a pesar de lo racista de la premisa y de que a nivel estadístico el Estado español no tiene un problema real de inseguridad comparado con otros países de su entorno. No obstante, Alvise toma esta y otras herramientas discursivas de la extrema derecha internacional como acusar el día de las elecciones de un supuesto sabotaje electoral para movilizar a sus bases y alimentar la duda sobre la ilegitimidad de las elecciones, una táctica iniciada por Trump en 2020 y repetida desde entonces por otras fuerzas políticas.
Otra de las tácticas favorecidas por este candidato ha sido la adopción explícita de un lenguaje y comportamientos ligados al concepto de troleo, una subcultura del mundo digital que ha influido en las normas que rigen el espacio. Alvise trata de ser provocador, irrespetuoso y disruptivo para impactar la opinión pública y afectar a la conversación como ya lo hacía la alt right según Marantz en 2015-2016 en favor de Trump. El motivo de sus diferentes “payasadas” sería aprovechar cómo funcionan los algoritmos y la economía de la atención de las redes sociales para alcanzar una mayor repercusión siguiendo la premisa citada sobre la viralidad.
Por ejemplo, tomando esta premisa de “si es viral será verdad”, muchos usuarios pueden compartir de forma no maliciosa un bulo porque el usuario medio no comprueba necesariamente la veracidad de todo contenido que comparte, sino que muchas veces asume que si el contenido ha alcanzado una determinada repercusión es ya prueba suficiente para compartirlo. Esto vendría a explicar una parte de la estrategia de Alvise quien con el uso de bots puede inflar su propia repercusión para favorecer esta premisa.
Otro punto que han destacado algunos analistas es su adopción de la táctica de mensajes ambiguos con un formato de preguntas o planteamientos cortos de carácter conspirativo que moldean la perspectiva de sus seguidores y extienden la desinformación evitando cualquier veracidad. Un estilo copiado de cómo funcionaba el movimiento QAnon en Estados Unidos que permitió a Trump acusar a Biden de fraude electoral y fue la base del asalto al Capitolio estadounidense en 2021. En el caso de Alvise por ahora gira, al igual que otros propagandistas de la extrema derecha como Javier Negre o Iker Jiménez en la premisa de acusar al gobierno actual de “socialcomunistas” y de afirmar que se trata de un gobierno ilegítimo, aprovechando los casos de corrupción del PSOE para incidir en esta narrativa.
Por último, su presentación como un outsider de la política institucional, a pesar de haber ostentado cargos como asesor político y su relación posterior con diversos partidos, es una repetición de cómo se han presentado los distintos líderes de la extrema derecha. Trump, Milei, Bolsonaro o Abascal han seguido esa misma táctica para actuar como supuestos defensores del pueblo ante unas élites corruptas y decadentes identificadas con el bloque de izquierda burguesa de sus respectivos países. Nuevamente, Alvise no innova al colocarse como un supuesto activista que lucha contra la casta política corrupta.
¿Quién alimenta el surgimiento de los “Alvises”?
El fenómeno Alvise en las pasadas europeas despertó los miedos e inquietudes de muchos sectores que contemplaron como resurgía una tercera candidatura en el bloque de las derechas tras la desaparición de Ciudadanos. Una opción que lejos de crecer puramente a base de quitar votos a sus competidores (PP y Vox) habría conseguido acumular los apoyos de un sector abstencionista considerable y que parece amplificar el alcance de los discursos reaccionarios que llevan años presentes en un sector del ecosistema digital español cada vez más favorecido por las políticas de empresarios como Elon Musk.
Ante dicha inquietud, se plantearon distintas respuestas siendo una de ellas la idea de que eran necesarios “influencers de izquierda” que defiendan al gobierno PSOE-SUMAR como si la respuesta a este tipo de figuras fuese combatir el fuego con el fuego obviando el terreno que alimenta su base social y el propio rol social del influencer como se concibe actualmente. O, por otra parte, se señaló la indudable influencia que tiene la ventaja estructural que las redes sociales en su forma actual otorgan a este tipo de activistas de derechas dándoles cobertura y altavoz a sus discursos como hace abiertamente Musk en X.
De todo salvo reflexionar sobre cómo la política del gobierno PSOE-UP antes y PSOE-SUMAR ahora con una estrategia propatronal y defensora del imperialismo español ayuda al florecimiento de estos fenómenos. De cómo vender falsas esperanzas al conjunto de la población mientras se aplica el programa de la derecha lleva al surgimiento de este tipo de monstruos. Y de que si bien, Alvise es un ejemplo de la derecha avanzando posiciones en la llamada “batalla cultural”, tiene mucho más peso que la Ministra de Vivienda se posicione a favor de los grandes rentistas o que la Ministra de Trabajo vaya a favor de la patronal. Porque el terreno en el que SALF ha crecido es uno labrado por décadas de políticas neoliberales aplicadas tanto por PP como PSOE y a las que el neorreformismo de Unidas Podemos y Sumar han lavado la cara con su participación en el gobierno.
Por otro lado, también habría que hacer un llamamiento a los analistas progresistas de que no se puede culpar continuamente y de forma generalizada a la juventud del crecimiento de la ultraderecha. Ni el votante de SALF fue especialmente joven en las pasadas europeas y ni Alvise es el responsable completo de que la juventud no vote a Sumar o a Podemos. Probablemente esto último también tiene que ver con que en esas mismas fechas el gobierno mandaba a la policía a reprimir a los estudiantes que denuncian el genocidio en Palestina, o con la crisis de la vivienda que les impide emanciparse de sus padres o echa a toda su familia de sus casas. Quizás la juventud no quiere votar a quien mandó tanquetas a Cádiz. O a quien avala que tengamos sueldos de miseria y tengamos que perder nuestra juventud en el trabajo en jornadas infinitas para beneficio de unos pocos.
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