La crisis económica y sanitaria está dejando a más familias en situaciones de pobreza, y la única respuesta en la Ciudad son alojamientos temporales. Para niños, niñas y adolescentes es peor, porque estos espacios no están adecuados para ellos ni cuentan con estrategias de restitución de sus derechos, por lo que sufren más la realidad de estos dispositivos.
Miércoles 16 de diciembre de 2020 20:13
Fuente: La Tinta
La pandemia ha agudizado la crisis económica por la que atravesaba el país provocando que muchas familias quedaran sin ingresos que les permitieran solventar los gastos para su supervivencia. Frente a esta situación las políticas de los gobiernos fueron escasas, dejando en situaciones de vulnerabilidad a gran parte de la población. Esto afecta más a los niños, niñas y adolescentes, que vienen sufriendo mucho más la crisis, a tal punto que 7 de cada 10 viven bajo la línea de pobreza en Argentina.
El aislamiento social, preventivo y obligatorio y las políticas del Gobierno nacional trajeron como consecuencia que muchas familias quedaran en situación de calle frente a la imposibilidad de continuar abonando los alquileres de los espacios que habitaban; tal como se observó en las diversas tomas de la Provincia de Buenos Aires y de otras zonas del país.
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La Ciudad de Buenos Aires, a pesar de ser el distrito más rico del país, no quedo exenta de esta realidad. El gobierno de Larreta, en su clara posición de alineamiento al Gobierno de Alberto Fernández, y en concordancia con las medidas restrictivas a la circulación, abrió paradores transitorios, en diversos puntos de la Ciudad, con el objetivo de alojar a aquellas personas que se encontraban en situación de calle.
Ahora bien, las condiciones de alojamiento dejan mucho que desear. El alojamiento de niñas, niños y adolescentes con sus adultos responsables en estos meses, ha carecido de una visión restitutiva de derechos y se ha establecido como un depositario de gente en situación de vulnerabilidad, provocando graves consecuencias en esta población
Las niñas, niños y adolescentes no son prioridad
La Ley N° 114, de la CABA, sancionada en 1998, establece en su Art. 6 que “La familia, la sociedad y el Gobierno de la Ciudad, tienen el deber de asegurar a niñas, niños y adolescentes, con absoluta prioridad, la efectivización de los derechos a la vida, a la libertad, a la identidad, a la salud, a la alimentación, a la educación, a la vivienda, a la cultura, al deporte, a la recreación, a la formación integral, al respeto, a la convivencia familiar y comunitaria, y en general, a procurar su desarrollo integral”. Sin embargo al momento de la efectivización de estos Derechos el Gobierno de la Ciudad exhibe una clara desimplicación de su responsabilidad.
Los paradores, no cuentan con equipos técnicos, ni personal contratado para el abordaje de esta población y que puedan acompañar la situación por la que atraviesan las familias y sus niñas y niños. Más bien, son sostenidos por los famosos “voluntarios” del gobierno de Larreta, que no son más que trabajadores y trabajadoras de otros sectores del Estado que fueron destinados a cumplir funciones en tareas para las cuales no están preparados.
Además, dichos dispositivos no cuentan con espacios propios para que los niños, niñas y adolescentes puedan realizar actividades lúdicas ni recreativas, habiendo estado ociosos, durante largos meses. Esta situación trae aparejada graves consecuencias en la salud mental de los niños, niñas y adolescentes, como ansiedad e irritabilidad. Hay que mencionar que, al inicio de la pandemia, estos centros no contaban ni con televisión ni con juguetes, siendo su incorporación mucho más tardía.
En lo respectivo al acceso a la educación de los niños, niñas y adolescentes, los recorridos educativos que se sostuvieron, fueron posibles gracias a los dispositivos tecnológicos con los que contaran las familias ya que, desde el área que coordinaba estos Paradores, no se garantizaron ni computadoras, ni impresoras, ni siquiera útiles escolares.
Y la lista de vulneraciones por parte del Estado sigue: la ropa que se le brinda a las personas alojadas proviene de donaciones, lo que significa que no se otorga lo que las familias necesitan sino “lo que hay”. Quedando muchas niñas, niños y adolescentes, sin ropa o calzado adecuado.
La situación sanitaria frente al covid-19 en los paradores y hogares fue lamentable, donde se infectaron los residentes y los trabajadores al no contar con todos los elementos preventivos necesarios, por la cantidad de gente y que no se podía mantener la distancia social recomendada y al no haber protocolos específicos para estos dispositivos.
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Basta recordar lo sucedido en el Parador para varones, ubicado en Retiro, donde se identificaron más de 79 casos positivos de covid-19, en mayo pasado, y que obligó al cierre del dispositivo. O la situación de los hogares de los niños y niñas donde en junio se infectó gran parte de la población residente y de los trabajadores.
Los derechos no son para todos
Mientras desde los discursos oficiales se llamaba a “quedarse en casa”, millones quedaron excluidos de esa posibilidad. Siendo la respuesta, para muchas de ellas, la represión, como se vio en Guernica. Y todo indica que la situación se va a seguir agravando cuando vemos la reciente sanción del presupuesto nacional del año que viene, pensado a los fines de pagar la deuda con el FMI, donde hasta la salud y los jubilados son objeto de un fuerte ajuste.
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Se escuchó hasta el hartazgo que el Estado estaba para cuidarte, y uno no puede dejar de preguntarse hacia quienes estaba dirigido ese mensaje. De la experiencia de las familias y los niños, niñas y adolescentes que transitaron, o se encuentran alojados en los diversos dispositivos del Gobierno de la Ciudad, no se corrobora esa consigna. Es más, se evidencia todo lo contrario.
El maltrato, la desidia, la falta de reconocimiento, son política de Estado. El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a través de su Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, vulnera derechos y restringe el pleno ejercicio de los mismos.
A lo largo de estos meses, trabajadores y trabajadoras nos preguntamos en que se ha destinado el presupuesto de la Ciudad. A la atención de los población más vulnerable, sin duda que no.