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Red Internacional
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México

MÉXICO. ¿Se aproxima una guerra por el agua y el gas en México?

En días pasados el Senado de la República aprobó el dictamen que privatiza el suministro de agua, la infraestructura y la entrega de concesiones para su explotación y distribución, tanto de las redes básicas como aquellas que serán usadas para el fracking.

Martes 10 de marzo de 2015

Fotografía: Papa Pic

De esta manera serán expropiados terrenos y recursos a favor del “interés público”, al igual que ocurre con la reforma energética que obliga a los pequeños propietarios a dar en usufructo sus propiedades para la explotación de recursos.

Si los propietarios de tierras se niegan, devienen en represalia las expropiaciones a favor de las empresas que explotarán esos recursos, sea gas, petróleo, minerales y ahora el agua.

El gobierno y los principales partidos en el poder están avanzando en la entrega definitiva de los recursos del país, es decir, en la privatización del gas y el petróleo, y ahora el agua.

La reforma energética puso a disposición de las potencias imperialistas, principalmente la norteamericana, la distribución de hidrocarburos e incluso su explotación. A ello se suma un conjunto de empresas mexicanas como Oceanográfica y Grupo Higa, que con el agua serán beneficiarios de estos jugosos negocios.

Mientras que la Comisión Nacional de Aguas será quien lleve adelante el plan maestro, cabe preguntarse si el movimiento de piezas en el gabinete como mandar a Murillo Karam a la Secretaría de desarrollo Agrario, no responde solo al recambio de una figura desgastada, sino también a la necesidad de ser el próximo operador político en los planes de expropiación de tierras y aguas a favor de las empresas trasnacionales y nacionales, al frente de dicha Secretaría.

Hoy lo que se pretende es avanzar también en la entrega del agua necesaria para la explotación del gas de esquisto. En la reciente visita del presidente Peña Nieto a Inglaterra, la agenda política con la Reina Isabel tuvo como propósito el recibir las instrucciones del imperialismo británico para darle la tajada a la British Petroleum en la entrega de los hidrocarburos del país.

Mientras esto ocurre, la construcción de gasoductos en zonas de alto riesgo en Morelos, Puebla y Tlaxcala, que formarán parte del ramal de distribución del centro del país, afecta a decenas de comunidades que están siendo despojadas de sus tierras a punta de bayoneta y sus dirigentes asesinados.

¿Estamos en la presencia de una lucha comprimida en el tiempo por la defensa del agua y el gas como ocurrió en Bolivia en el 2000 y 2003? Es muy probable que las condiciones y pretensiones imperialistas sean las mismas, avanzar en la entrega de los recursos mediante su privatización. Sin embargo los ritmos son distintos, tanto por la subordinación de México al imperialismo y el avance de las reformas, como por la relación de fuerzas a favor con la que se está imponiendo el gobierno ante la reducida lucha de clases.

Sin embargo, esto no quiere decir que no se estén generando nuevos procesos de resistencia mucho más profundos. Evidentemente el cambio estructural que está dando el régimen y los partidos burgueses está tocando fibras muy sensibles. El ejemplo son las mismas comunidades en los estados mencionados arriba, pero también procesos de organización incipientes entre los trabajadores petroleros que están viendo amenazada su fuente de empleo y la estabilidad de sus familias, puesto que el plan es liquidar a más de 20 mil trabajadores de este sector con la complicidad de la burocracia de Romero Deschamps, a raíz de la caída del precio del petróleo y ante la inserción de las empresas extranjeras y nacionales que están sustituyendo al personal del sindicato petrolero con mano de obra mucho más barata.

De cualquier manera, esta bomba de tiempo está poniendo en una encrucijada a la clase trabajadora y sectores populares en defensa de sus tierras y recursos ante la profundización de la entrega de los recursos del país y mano de obra barata a las potencias imperialistas.

Esta fase de privatización del agua -que no es reciente en nuestro país- a favor de los capitales nacionales y extranjeros es un salto en la implementación de las reformas estructurales. El régimen mexicano hará pagar a los trabajadores y sectores populares que incluso no reciben el preciado líquido, el financiamiento de los megaproyectos hidráulicos y petroleros.

Necesitamos comenzar a soldar la unidad entre los de abajo, entre los trabajadores petroleros, las comunidades afectadas por los gasoductos, la privatización del agua y los proyectos hidráulicos que se pretenden implementar. Es necesario poner en pie ya una Coordinadora Nacional de los sectores en lucha, en donde pongamos en primer orden cómo implementar los mecanismos de organización democrática e independiente del régimen y los partidos burgueses, desconfiando de ellos en todo momento, para defender los recursos.

Al mismo tiempo estamos viendo que las direcciones sindicales oficialistas como Romero Deschamps están entregando la fuente de ingresos de miles de trabajadores y sus familias. Esta Coordinadora Nacional deberá de ser convocada por sindicatos y direcciones que vienen luchando contra los planes y que se reivindican democráticos, llamando a las bases de los sindicatos oficialistas como el de petroleros a que les impongan a sus direcciones medidas contra los planes de miseria. El llamado también debe ser hecho a todos esos sectores que están resistiendo en las comunidades contra los megaproyectos.

Es el momento de impulsar un frente único contra la ofensiva del gobierno, los partidos en el poder y su justicia para ricos, con salidas independientes y en las que se discuta de forma democrática cómo dirigir el destino de nuestras vidas ante la mayor entrega y subordinación imperialista, el desempleo y los bajos salarios, ante los feminicidios, los miles de desaparecidos y asesinados en el país, y la apropiación de nuestros recursos naturales.


Andrés Aullet

Abogado y maestro en Derechos Humanos

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