Santiago Benitez Vieyra y Guillermo Folguera presentaron el libro de Hilary y Steven Rose, traducido por primera vez al español por Ediciones IPS.
Miércoles 24 de julio de 2019 10:31
La charla se realizó este martes en el Auditorio del Edificio de Investigaciones Biológicas y Tecnológicas de Ciudad Universitaria. Estudiantes, docentes e investigadores se acercaron a conocer un poco más sobre esta publicación a pesar del frío.
Santiago Benitez Vieyra, investigador de Conicet y uno de los editores del libro, planteó la pregunta que se hacen los autores del libro: ¿Quién se beneficia de la investigación científica? Eso reflexionaban distintos movimientos integrados por científicos de distintas ramas en los 60 y 70, de los cuales formaron parte Hilary y Steven Rose, que se forjaron primero en protesta contra la guerra de Vietnam y avanzaron luego en cuestionar el militarismo y la ideología de la neutralidad de la ciencia. Exigían además la democratización del sistema científico, una ciencia volcada a las necesidades de las grandes mayorías.
Luego desarrolló brevemente algunos temas que se examinan en el libro como son el desarrollo de la eugenesia a lo largo del siglo XX, el determinismo genético y las neurociencias.
Para cerrar la intervención, Santiago explicó la importancia de estos debates en la Argentina actual. “Durante el macrismo hubo un recorte brutal en investigación, expresado tanto en el presupuesto como en los ingresos a la carrera de investigador y que encontró resistencia, en la forma de asambleas, tomas de ministerios y centros regionales. (…) Pero este ajuste se las arregló para continuar con los lineamientos estratégicos plantado ya en 2008 por Lino Barañao y secuaces, y que preveía que la inversión privada en ciencia debía aumentar hasta ser el 50%. El problema es que, si el 50% de la ciencia es financiada por empresas, esas empresas te van a condicionar en función de sus intereses. (…) Conicet, además, tiene desde su creación un representante de la Unión Industrial Argentina y otro de las patronales del campo metidos en su directorio. Si te financian las corporaciones, ¿quién se beneficia de la producción científica? (…) En la discusión de cómo poner la ciencia al servicio de los intereses de las grandes mayorías, necesariamente hay que avanzar en una perspectiva de cuestionamiento profundo al capitalismo. Debemos discutir la utilización que se hace de la ciencia en este sistema social y eso es el principal aporte de este libro. Estos debates son muy interesantes, pero se quedan a mitad de camino si no avanzan abiertamente hacia una perspectiva anticapitalista y una perspectiva militante y de organización. Por eso venimos construyendo una corriente militante que es Docentes e Investigadores de Izquierda, que es la agrupación a la que pertenezco, donde además tenemos el objetivo de recrear y traer a la academia estos debates, que lamentablemente están ausentes. De organizarnos por nuestros derechos como trabajadores investigadores y docentes, pero también dar batalla en el terreno de las ideas y por eso, por ejemplo, avanzamos con estas publicaciones. Desde esta agrupación también impulsamos la declaración en apoyo al Frente de Izquierda-Unidad con la firma de más de 500 intelectuales”.
A continuación, Guillermo Folguera planteó en primer lugar la importancia del debate, sobre todo en medio de una campaña electoral en la que no se habla de estos temas. Nombró además que Argentina tiene una tradició de pensar la política en relación con la ciencia y la tecnología, expresada en autores como Oscar Varsavsky, Rodolfo Kusch y Rolando García. “¿Qué pasó en el medio? La dictadura con sus 30.000 desaparecidos, el periodo radical donde Franja Morada hizo un gran trabajo al despojar a la ciencia de contenido político, pasó el menemato donde nos mandaban a lavar platos, pasó una crisis del 2001 que nos marcó a muchas personas y pasó un kirchnerismo que, bajo un discurso nacional y popular, continuó con un sistema empresarial en relación a la ciencia y la tecnología. (…) Hoy Macri recorta las áreas de la ciencia que no generan ganancias, pero nunca hubo tanta ciencia como ahora. Las farmacéuticas están moviendo una cantidad de dinero tremenda, las empresas biotecnológicas, las relacionadas con bioseguridad”.
Hizo un recorrido sobre algunos capítulos que le resultaron más interesantes, como el que habla del Proyecto Genoma Humano, “un papelón histórico sobre el que nunca se hizo un mea culpa, el proyecto más caro de la historia de las ciencias biológicas”. “Esperaban encontrar determinada información para patentar y no la encontraron. En lugar de cuestionar el determinismo genético, fomentó nuevas áreas con la misma lógica, la genómica, la proteónica, la epigenética. Nos siguen prometiendo soluciones mientras hacen negocios”.
El capítulo sobre lo que los autores llaman “neurotecnociencias” también resulta de interés por el auge que tiene esa área de investigación en el país. “Hay dos ejes con los que hacen negocios: la salud mental y la educación, y otro que es el control social. Hay una parte donde los autores hablan del aumento de los diagnósticos de trastornos mentales y del sistema nervioso como depresión, bipolaridad y déficit de atención en los últimos años. No estoy negando que ninguna de estas enfermedades tenga un sustrato biológico, pero me impresiona que sea la primera hipótesis. Si una persona que labura 12 horas por día, que la revientan en el trabajo, que tarda una hora y media en llegar a su hogar, que llega y no tiene qué comer está triste, si yo pienso como primera hipótesis que tiene algún tipo de trastorno en algún tipo de receptor, no me estoy tomando en serio la vida de esa persona”.
Para cerrar, Folguera planteó que “nos pueden hacer todas estas promesas ridículas en parte porque no tenemos espacios públicos de discusión, es una batalla que tenemos que dar. Al igual que los movimientos en los que estos autores se enmarcaban en los 60 y 70, tenemos que buscar aumentar los límites de nuestra discusión”.
Luego se dio lugar a preguntas y consultas del público. Se abrieron debates muy interesantes como si es posible desarrollar una ciencia que esté al servicio de las grandes mayorías en el sistema capitalista, o cómo se piensa de manera diferente la relación entre política y ciencias sociales y naturales. También hubo intercambios sobre las continuidades de la política científica en el kirchnerismo y el macrismo y la necesidad de construir diálogo entre las luchas ambientales, por los derechos de las mujeres y por otra ciencia.