Con un Monumental a pleno, ayer se retiró uno de los últimos grandes ídolos riverplatenses. Repasamos quién fue “el Torito” para el club millonario.
Malena Barraco @Malebarraco
Domingo 2 de julio de 2017 14:30
Un día un pibe decide que le gustaría vivir del fútbol, deja su pueblo con doce años y se prueba en River; queda, se instala en la pensión del club y va creciendo hasta cumplir los 17 y debutar en la Primera en un amistoso de verano contra Estudiantes de La Plata.
En su primera etapa con el millonario sale campeón del torneo Clausura 2002, 2003 y 2004. La gente le tomó cariño pero rápidamente el Torito fue vendido al Spartak de Moscú. Parecía el final de esta historia de amor pero en el peor momento de la historia de River, Fernando decidió que era momento de poner el pecho por el club que lo vio nacer: rescindió contrato con el Inter de Porto Alegre y se vino manejando desde Brasil directo a Núñez. En ese momento se robó los corazones de todos, nadie deja la comodidad de su club para ir a agarrar un fierro caliente con un soberbio presidente con el cual todos tenían problemas; Cavenaghi sí. Jugó “por chirolas” y devolvió a River a la Primera División para que inmediatamente lo echen como a un perro, sin decirle ni gracias.
Pero tanto la vida como el fútbol dan revancha, ni bien asumió Donofrio repatrió al Torito. Esta última etapa fue de puro festejo: campeonato local 2014, Supercopa 2014, Sudamericana 2014, Recopa 2015 y Libertadores 2015. Cavenaghi fue sinónimo de momentos felices para los hinchas de River y los dejó helados a todos cuando en pleno festejo por la Libertadores dijo que se terminaba su etapa con el millonario.
“Ayer se retiró nuestro goleador; nos deja un vacío, sí, porque contar con Cavenaghi era como salir a pasear de madrugada acompañado de Batman, nada malo podía pasarte con él cerca, era nuestro talismán y nuestro”, piensan hoy hinchas riverplatenses de todo el país. El Monumental explotado, las mejores estrellas y leyendas de la historia de River como Enzo Francescoli, Ariel Ortega, Alejandro Domínguez, Marcelo Gallardo y muchos ex-compañeros, todos agasajándolo a él.
El último ídolo y una fiesta final con fuegos artificiales, hasta el gordo con más cara de malo se deshizo en lágrimas ante tal escenario. Pero las palabras finales de Cavenaghi dieron calma: “Esto no es una despedida porque yo de este club no me pienso ir nunca”.