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Red Internacional
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Universidades. Se va Castells, la lucha sigue

Jueves 16 de diciembre de 2021

Castells abandona el Ministerio de Universidades y deja el gobierno en el que lleva más de dos años a propuesta de Unidas Podemos. En estos dos años su gestión de las universidades ha dejado mucho que desear, siendo generosos. No nos olvidamos de la falta de medios por parte de su Ministerio en un momento tan difícil como el de la pandemia, en el que las estudiantes denunciamos el caos y el abandono, la ausencia de medidas contra la brecha digital, el mantenimiento de unas tasas elevadísimas mientras la universidad nos ofrecía cada vez menos y, como denunciamos desde Contracorriente, el crimen de no poner todos los medios con los que cuenta la universidad a disposición de luchar contra la pandemia.

Después, la ausencia y silencio del Ministro fue más que criticada en medio del caos que se produjo cuando durante el temporal Filomena y con una nueva ola de contagios los rectores amparados por distintas comunidades nos obligaron a ir a examinarnos presencialmente después de habernos tenido en modo online o mixto durante todo el cuatrimestre, porque para las autoridades es mucho más importante asegurarse de que no copiamos en los exámenes para poder seleccionarnos como futuros trabajadores obedientes, que evitar que nos contagiemos o congelemos durante las pruebas.

Pero aún quedaba toda una contrarreforma universitaria por venir: las dos Leyes universitarias que Castells tenía como proyecto para aprobar durante este curso. En primer lugar la Ley de convivencia Universitaria o, mejor dicho, la Mordaza Universitaria. Una ley que nos deja como legado ya que fue aprobada el pasado mes de noviembre y que persigue la autoorganización y movilización estudiantil, dejando a discreción del rectorado las sanciones, que pueden llegar a ser expulsiones de hasta tres años. Se sancionará al estudiantado por todo aquello que “interrumpa el normal funcionamiento de la universidad”. Es decir, se pretende que la universidad sea un lugar al que ir a clase y en el que no se pueda cuestionar nada ni hacer política o actividades de ocio.

La otra ley en la que Castells ha estado trabajando pero que aún no ha conseguido aprobar es la LOSU, con la que pretendía aumentar la presencia empresarial en las universidades, cada vez más puesta a su disposición, además de afianzar el carácter antidemocrático de una universidad en la que el voto se divide por estamentos. No es descabellado pensar que es precisamente la oposición a esta ley, que ha sido contestada por arriba por parte de catedráticos y rectores que querían aún más privilegios, pero también por abajo por las estudiantes que hemos hecho concentraciones, campañas y asambleas para organizarnos y luchar contra esta reforma. Hoy mismo ha sido la huelga universitaria en Catalunya contra las Leyes de Castells.

Y desde Contracorriente vamos a seguir apostando por la organización y la movilización, por el llamamiento al resto de agrupaciones y sindicatos a organizar grandes asambleas desde las que poner en pie un plan de lucha que pase por una huelga contra la LOSU para que el nuevo Ministro Joan Subirats no pueda completar la misión que le dejó su antecesor y para luchar por una universidad radicalmente democrática y libre de empresas totalmente gratuita que no expulse a las y los hijos de la clase trabajadora. Porque sabemos que un cambio de cara no supone un cambio de planes de este gobierno “progresista” que ya todas sabemos que de progresista tiene poco y que pretende continuar con el ataque neoliberal a la universidad. No hay más que ver el currículum de Subirats en el Ayuntamiento de Barcelona para ver su defensa del modelo público-privado para la gestión de servicios públicos. Si el Gobierno piensa que un cambio de cara va a conseguir un consenso para aprobar la LOSU y calmar las aguas, nosotras estamos dispuestas a demostrarles que no.

Si la renuncia de Castells ha sido un primer paso conquistado en la derrota de su reforma universitaria, la lección que tenemos que sacar es que hay que poner en pie un movimiento estudiantil combativo que, junto a la clase trabajadora, pelee contra todo ataque de este gobierno.