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Red Internacional
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Cultura. Sebastián Calfuqueo, artista visual: “El arte es un medio que permite cuestionar algunos parámetros establecidos"

Hace pocos días el artista visual de la Universidad de Chile, Sebastián Calfuqueo, lanzó su página web http://sebastiancalfuqueo.com. En ella reconocemos una obra impregnada de crítica social, de denuncia a la opresión de género y clase, un arte que además busca rescatar las propias raíces del artista: la cultura mapuche.

Bárbara Brito

Bárbara Brito Docente y ex vicepresidenta FECH (2017)

Jueves 30 de julio de 2015

En tus obras encontramos alusiones constantes y directas al pueblo mapuche y a la cuestión de género. ¿Por qué has escogido estas temáticas para tus obras?

Mi trabajo hace un nexo con mi biografía. No soy una persona heterosexual y tengo ascendencia mapuche por parte de mi padre. Además, soy hijo de feriantes. Por ello en mi trabajo toco también el tema de clase.

El tema mapuche es complejo para mí. Soy nacido y criado en Santiago, por una familia que ha perdido gran parte de su cosmovisión mapuche. Mi abuela se definía como mapuche “neta”, pero ella, tal vez por vergüenza o lo mal mirado que era hace algunos años, no hablaba la lengua. Es complejo trabajar temas que históricamente me han sido quitados, pero también creo que es lo potente dentro de mi trabajo.

Me interesa el feminismo, y en particular el tema del género, porque me permite derribar/desplazar/ las condiciones que sostienen ciertas categorías opresivas. El feminismo es un espacio para pensar y practicar posibles diversidades – un término que me convence más que la manoseada “igualdad”.

Personalmente no me interesa ser catalogado como artista “mapuche” ni tampoco como artista “queer”. Al realizar un trabajo pienso siempre que funciona en el contexto actual. Tengo trabajos que de alguna forma son más crípticos, que están escritos sólo en mapudungun y mucha gente no los entiende. Pero también apuntan a esta pérdida de identidad y situación de opresión cultural.

El arte es para mí un medio que me permite cuestionar algunos parámetros establecidos y buscar algunas respuestas a preguntas que tal vez jamás han sido contestadas(o formuladas). Quizás ahí radica la fuerza/la potencia/lo importante del arte: en lo extraño, en el cuestionarse lo que se ha vivido, ponerlo en evidencia y buscar entender el porqué de las cosas. Al mismo tiempo, es clave ser consciente de que es un campo tan amplio y de tantas posibilidades que puede que nunca llegues a responderte estas preguntas constantes/recurrentes.

Y los materiales, ¿qué relación guardan con tus distintas exposiciones y con el problema reiterado de la opresión (de género y de los pueblos originarios)?

Trabajo en diversos formatos, últimamente mi trabajo se ha quedado más en lo objetual, con el uso de medios volumétricos, técnicas como la cerámica que me han estado tan vinculadas a mi quehacer, porque de alguna forma pienso que las técnicas definidas como menores son las que mejor me permiten mostrar o tensionar parte de mi trabajo. El video y la performance también son medios que he estado utilizando y me han permitido reflejar. Entonces la técnica o la materialidad son funcionales a lo que quiero mostrar, algunos elementos que utilizo son “maquillajes visuales”, es decir funcionan como recubrimiento de algo, enmascarando superficies o dándoles calidad “estética”. Las relaciones que podemos generar de los medios de mi obra pueden ser poéticas en ocasiones, desde la metáfora o también sirviendo desde la ironía para trabajar en torno a los temas que uso.

¿Qué relación ves entre arte y política?

En mi trabajo veo una relación constante, porque hablo de mí, pero no sólo mi “personaje” es el importante. El arte que intento mostrar es transversal a diversas personas. Habla sobre las categorías, los prejuicios, la discriminación, el pertenecer o no a algo. Eso me hace pensar que al menos mi trabajo no puede pensarse como otra cosa que político, a pesar de que el arte político muchas veces sea menospreciado por parte del medio más formalista. En ese sentido, no critico tampoco a quién lo quiera hacer, pero en el caso de mis propuestas me es tan difícil despegarme de mi quehacer, de mí mismo, que me sería impensable realizar cosas que sólo me hicieran sentido a mí o al ojo decorativo.

¿Cuáles han sido tus últimos proyectos y exposiciones?

Este año ha sido un año bastante movido. He expuesto en lugares diversos. Destaco mis exposiciones individuales en el Museo de Arte Contemporáneo “Orgullo y Prejuicio” y en Galería Metropolitana “Donde no habito”, donde trabaje con la teórica Mariairis Flores. La primera fue una exposición en la que trabaje mucho tiempo. Abordaba el tema del prejuicio en diversos espacios. Uno de los trabajos más interesantes para mí fue “Ni tan pride” una instalación de 18 ponys de cerámica desinflándose en las cromías, los colores de la bandera gay. El trabajo evidenciaba el mismo problema de discriminación dentro de la “comunidad” gay. La categorización por definir sujetos y el extraño concepto de la “igualdad”. Para mí el problema del prejuicio está tan presente dentro de las mismas comunidades que históricamente han sido oprimidas que me resultaba casi impensable no trabajar con ello. Es fuerte pensar que los mismos sujetos que conforman estos grupos han sido devorados por el capitalismo.

La segunda muestra “Donde no habito” me fue especialmente intensa. Trabajé, como mencioné antes, con Mariairis Flores, quién conoce mi trabajo hace algún tiempo y somos amigos. La dinámica de trabajo con ella me alentó a mostrar el registro de “You will never be a Weye”, una performance realizada hace algunos años que no había sido expuesta con anterioridad. El título afirma que “Nunca SERÁS un Weye” y está en inglés por la ironía de haber aprendido esta lengua antes que el mapudungun.

Los weyes eran los machis curanderos de la guerra antes de la llegada de los españoles. Tenían el poder espiritual y político, lo que se puede entender considerando que la sociedad mapuche antes de la invasión no era patriarcal. Estos seres, que establecían el vínculo directo con los dioses, tenían la capacidad de transitar entre lo que podríamos definir lo masculino y femenino. Pero con la llegada de los españoles los weyes fueron exterminados, acusados de cometer lo que en diversas crónicas se llamaban “pecados de sodomía”. La performance comenzaba conmigo vistiendo un disfraz de Machi comprado en el barrio Meiggs y respondía al principio formulado por mi abuela paterna, en el contexto de la posible visita de un sobrino travestí: “En la cultura mapuche no hay maricones”. Yo tenía aproximadamente 8 años y aquello quedó grabado en mi mente. Años más tarde, tras encontrarme con esto, la frase adquirió un sentido más grande.

¿Estás preparando nuevos proyectos? ¿Cuáles?

En estos momentos estoy trabajando proyectos que están sólo en el papel. Me interesa seguir involucrándome con la pertenencia o correspondencia de ser mapuche y lo que deviene de este estado chileno. Me interesa vincular la historia de arte y la tradicional con mi trabajo, han sido tantos años y tantas problemáticas no visibilizadas que creo queda mucho por seguir ahondando.

¿Qué quisieras contar a los lectores?

Me gustaría invitarlo a interesarse por el arte contemporáneo. Existen tantos artistas interesantes comprometidos con el contexto actual que deberían tener más vitrinas para mostrar su trabajo. Me gustaría que las artes fuesen valoradas en este país y la única manera de romper la lógica en función del interés comercial es por medio de las mismas personas, educándose y permeando las barras que se nos imponen, también es una tarea de los mismos activistas dentro del arte, pero ya existen algunos muy comprometidos con ello.