El futbolista suma su segunda denuncia por violencia de género pero el club determinó respaldarlo sin ningún cuestionamiento.
Agustín Palmisciano @AgusPalmisciano - Periodista del sitio Globalonet
Lunes 23 de mayo de 2022 15:28
Boca sumó una nueva estrella y mientras su juego parece mejorar en cada partido, la institución atraviesa un problema severo en su función social. “Las redes sociales no nos van a hacer tomar decisiones’’, dijo Jorge Bermúdez, miembro del Consejo de Fútbol que comanda Juan Román Riquelme quien días atrás defendió a Sebastián Villa, jugador denunciado nuevamente por violencia de género.
Sebastián Battaglia parece haber encontrado el equilibrio de un plantel que generaba dudas por su bajo rendimiento. Ahora recibe pocos goles, gana sus partidos y enderezó su andar en la Copa Libertadores. El actual entrenador, quien fuera como jugador el más ganador de la historia del club, fue hasta hace pocas semanas criticado por el bajo rendimiento del equipo. Sin embargo, mientras el director técnico levanta un nuevo título tras ganarle la final a Tigre por 3 a 0, en Boca no todo es alegría. Una vez más Sebastián Villa fue denunciado.
En medio de una liga nacional que todavía no tiene un esquema de juego fijo, la Copa de la Liga 2022 quedará en la historia, ya que con este formato no se volverá a jugar. Pero sí dejó datos para recordar. El periodista Roberto Parrottino escribió en Relatorxs un texto donde hace un repaso de este torneo desde una óptica que expone a todo el fútbol local en el marco de la violencia de género: “Este torneo empezó con el escrache a Diego García en su llegada a Patronato y termina con una segunda denuncia a Sebastián Villa. Al momento son 28 jugadores del fútbol argentino en la Primera División que fueron denunciados por abuso sexual y violencia de género desde 2015”.
Ex jugadores del Xeneize como Edwin Cardona y Wilmar Barrios se suman a la lista de quienes fueron denunciados por violencia de género en los últimos años: Agustín Rossi, Eduardo Salvio y el delantero colombiano son los restantes. En medio de las denuncias, el club respaldó públicamente a Villa de diferentes maneras, primero con Juan Román Riquelme, luego con posteos en sus redes sociales y también con la capitana de Boca y jugadora de la selección nacional, Yamila Rodríguez, quien publicó una foto con la camiseta 22 del colombiano.
Sebastián Villa fue denunciado ante la justicia por abuso sexual y tentativa de homicidio y suma su segunda causa por violencia de género. La primera fue en 2020 por su ex pareja. Mientras la justicia avanza con la investigación, en los estadios se vio la hostilidad del público para con el jugador de 26 años que perdió su lugar en la selección de Colombia por estas denuncias, pero en Boca parece tenerlo asegurado.
En la semifinal del torneo, la hinchada de Racing se encargó de silbar al jugador en cada una de sus intervenciones, y lo mismo hizo Tigre en la final. Mientras que en Boca el jugador es visto de reojo por sus hinchas desde hace tiempo, y en cada balón que recibe es imposible no pensar en su situación judicial. Días atrás, por ESPN, Riquelme respaldó a Villa pero -nobleza obliga al revisionismo- en 2021 por la misma señal televisiva el vicepresidente y líder del Consejo de Fútbol había dicho algo diferente del futbolista cuando este se negaba a volver de sus vacaciones en Colombia para poder ser transferido a Europa. En ese entonces Román dijo: ‘’Villa le faltó el respeto al club y a sus compañeros y tiene que presentarse a entrenar’’.
A partir de esta nueva denuncia, el club decidió no apartarlo del plantel, algo que también hizo con Eduardo Salvio durante el episodio con su ex pareja y su auto en las calles de Puerto Madero. Según explicaron desde el club, esto se debe a que las denuncias también deben realizarse en la institución, más precisamente en el Departamento de Inclusión e Igualdad. Algo que, a priori, suena extraño teniendo en cuenta la exposición a la revictimización de la persona que denuncia y la situación de vulnerabilidad a la que se coloca a la víctima. Además, tanto la Justicia local como nacional deberían estar por encima de un club social, por más que este sea uno de los más importantes.
Sin embargo, mientras la condena social sigue en alza y Boca parece subir la apuesta con las declaraciones de Bermúdez, Riquelme y la omisión de toda una institución, la Justicia avanza en una causa que puede llevar a juicio al jugador. Mientras tanto, Villa juega, sale campeón y desafía a las hinchadas, como lo hizo en su penal ante Racing y en sus posteos en redes sociales.
‘’El fútbol es una cofradía’’, dijo la escritora Claudia Piñeiro en el programa Era Por Abajo, en Radio Ciudad (AM 1110) con Ezequiel Fernández Moores, Andrés Burgo y Alejandro Wall. Y algo de eso debe haber. En el fútbol se habla de que los protagonistas forman parte de un patrimonio activo que al club se le retribuye en dinero por su nivel de juego, y eso se traduce en entradas al estadio, ventas de camisetas y también en una futura venta al exterior. Pero en el caso de Villa como otros denunciados ¿quién compraría a un jugador con causas penales? ¿Su precio sería el mismo si no las tuviera?
Cabe destacar que en otras latitudes y con procesos judiciales similares y todavía sin condena firme las instituciones se manejaron de formas diferentes. Por ejemplo, el caso del francés Benjamin Mendy (jugador de Manchester City y campeón del mundo, preso en una cárcel común en las afueras de Londres a la espera del juicio por 7 denuncias por violación). El inglés Mason Greenwood (separado del plantel sin entrenar ni jugar en Manchester United por violación y agresión física a su pareja) y el galés Ryan Giggs (quien fue despedido de la selección de Gales por violencia de género contra su ex esposa y golpear a la hermana de ella).
Al patrimonio económico también se le agrega el otro, aquel que es invisible, ese que se llama prestigio. Teniendo en cuenta la función social de los clubes en Argentina, que pertenecen a la gente y no a sus dirigentes, Boca debería preguntarse si es correcto el mensaje que le dan a sus socios e hinchas.