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Red Internacional
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Empleo. Sector por sector, la destrucción de empleo bajo el macrismo

Una contracción económica que bate récords. 115 mil trabajadores privados menos y 1,5 millones de desocupados. Construcción e industria manufacturera, los más afectados. El ajuste y la herencia.

Lucía Ortega

Lucía Ortega @OrtegaLu_

Lunes 5 de septiembre de 2016 08:05

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La semana pasada el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social que conduce Jorge Triaca, reconoció que desde la asunción del gobierno de Cambiemos hasta junio de este año más de 115 mil trabajadores registrados del sector privado perdieron sus empleos.

El documento elaborado por la Subsecretaría de Políticas, Estadísticas y Estudios Laborales realiza una descripción de la evolución de los asalariados del sector privado con datos de declaraciones juradas que recoge la AFIP.

La rama de actividad con mayor concentración asalariada registrada es la industria manufacturera, con 1,2 millones de trabajadores. Le siguen Comercio y Reparaciones con 1,1 millones, Actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler con 822 mil trabajadores, Transporte y almacenamiento con 555 mil, Enseñanza con 403 mil y Construcción con 402 mil, entre las de mayor densidad.

Del informe puede extraerse la pérdida neta de empleo entre diciembre del año pasado y junio del presente, pero no expone información respecto de la distribución de la misma en los distintos sectores de actividad. No obstante, se señala que en términos anuales (junio de 2016 en comparación con junio de 2015) se contabilizaron 85 mil trabajadores formales menos, y para este lapso se puede conocer el mayor impacto de la contracción económica.

Los trabajadores de la construcción fueron los más afectados por la contracción de la actividad, con una pérdida de empleo de 60.068 trabajadores entre junio de 2015 y junio 2016, que significa un 13,2 % de su dotación de asalariados registrados. Luego le siguen los obreros de la industria manufacturera, con una caída absoluta de 32 mil trabajadores (2,6 %), y Actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler con una reducción de 14 mil trabajadores (1,7 %).

Gráfico 1: Evolución de la cantidad de trabajadores registrados, por rama de actividad económica. Junio 2015/ Junio 2016.

Fuente: Elaboración propia en base a Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.

Efectivamente, las cifras del INDEC sobre la evolución de la actividad económica señalan que en julio el sector industrial verificó la mayor caída en 14 años, sólo comparable a la de 2002, con una disminución de su producción en 7,9 %. El acumulado en los primeros siete meses del año presenta una caída del 4 %. Entre las ramas más perjudicadas se encuentra la industria automotriz (-13,4 %), las industrias metálicas básicas (-12,7 %) y la industria del tabaco (-6,4 %).

Pero también el sector de construcción bate sus récords negativos. La actividad se desplomó en julio un 23,1 % interanual, sólo superada por el impacto de la crisis de 2002. Si hay más de 60 mil trabajadores registrados menos, habría que esperar un impacto mucho mayor en el conjunto de trabajadores de la construcción que se encuentran en la informalidad, en una rama que presenta elevados índices de empleo no registrado. Como relatan sus trabajadores, lo que prima es una fuerte volatilidad e inestabilidad laboral. Un blanco fácil para el ajuste y el gobierno.

Desocupación, subocupación y trabajo no registrado

Días atrás, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) había dado a conocer la nueva medición de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) luego de 8 meses de “apagón estadístico”. El informe del INDEC mostró, entre otros indicadores, llamativos números de desocupación del orden del 9,3 % de la población económicamente activa (PEA). Si los valores de esta muestra se expanden al total nacional, la cantidad de desocupados superaría el millón y medio.

Es que claro, además de la pérdida de 115 mil empleos registrados en términos netos (esto es, la cantidad de despidos es aún mayor) desde que asumió el gobierno de Macri, hay toda una franja de trabajadores que se mueve en las tinieblas del empleo “en negro” (no registrado). Este grupo alcanza a un no despreciable 33,4 % del total de trabajadores. O dicho de otro modo, uno de cada tres trabajadores no está registrado, lo que significa que no tiene los derechos laborales mínimos y, como tal, es más vulnerable a los ajustes patronales que sus compañeros en blanco, además de otras pérdidas de derechos fundamentales para su vida laboral activa y pasiva.

Los resultados de la EPH son también categóricos en otras dimensiones. El ajuste laboral afecta en forma diferenciada a distintos grupos sociales, especialmente a las mujeres y los jóvenes. La desocupación, por ejemplo, tiene mayor frecuencia entre las mujeres (10, 5 %) que entre los hombres (8,5 %), pero especialmente está en estado crítico para los jóvenes (hombres y mujeres) menores de 29 años, afectando al 18,9 %.

Pero además, del conjunto de los ocupados hay un sector que continua demandando empleo por insuficiencia de ingresos o condiciones de trabajo. Ya sea para cambiar de empleo, o para extender la jornada de trabajo para completar su ingreso familiar (subocupados demandantes). Un 15,7 % de la población económicamente activa cae dentro de esta clasificación propuesta por el INDEC.

Así, la subocupación (ocupación de menos de 35 horas semanales) es otra forma de manifestación de problemas que afectan a los trabajadores, alcanzando el 11,2 % de la PEA. Para las mujeres nuevamente es un tema que aqueja especialmente, siendo en su caso del 13,9 %, mientras que en el caso de los hombres la subocupación es del 9,2 %.

La recesión, por último, afecta sigilosamente los ingresos de los trabajadores con las llamadas “suspensiones”. Como señala el Observatorio del Derecho Social (CTA Autónoma), los datos oficiales revelan que el primer trimestre del año es el que registró más suspensiones en los últimos 10 años, un total de 5,5 suspensiones por cada mil trabajadores.

Juego de relatos

Para el macrismo no es nada grato presentar este panorama de la situación laboral, aunque siempre pensando en su cálculo electoral de las legislativas de 2017. Desde el punto de vista de los sectores patronales para los cuales gobierna, en algún punto hasta se queda corto. Los capitalistas exigen más ajuste, más vía libre para descargar la crisis a los trabajadores y compensar la reducción de sus ganancias. El gobierno explica estas variables como un “momento” que debe atravesarse “con el esfuerzo de todos” para salir adelante, en un horizonte móvil en el que queda claro que ya no será ni el primer ni el segundo semestre de este año el que vea la recuperación. Ahora, a esperar al 2017, dicen, y por las dudas, algún “milagro chino” que llueva inversiones.

Los seguidores del kirchnerismo miran con indignación los indicadores laborales presentados, como una realidad novedosa y entera responsabilidad del gobierno de Cambiemos. Desde ya, sin desconocer los grandes méritos que tiene el actual gobierno con la enorme transferencia de recursos desde los trabajadores a los sectores concentrados de la economía (vía devaluación, quita de retenciones, inflación, pago a los buitres, endeudamiento, entre otros), es imposible pensar que en tan poco tiempo, y sin una gran crisis mediante como la del 2002, se puedan alcanzar semejantes récords de despidos, empleo en negro, desocupación y caída del salario real.

Las profundas situaciones estructurales de precariedad en las condiciones de trabajo, las condiciones de contratación, y la perdurabilidad de las leyes flexibilizadoras de los años `90 durante la década de gobiernos kirchneristas tienen un papel destacado en las consecuencias del actual ajuste, en el que sobresale el peso del trabajo no registrado. Para muestra basta un botón: a fines de 2015, cuando finalizaba su gestión Cristina Fernández de Kirchner, las estadísticas del INDEC (incluso cuestionadas por manipulación) mostraban que más del 70 % de las familias tenían ingresos por debajo de la canasta familiar, y un 40 % ni siquiera llegaba a la media canasta.

Finalmente, cabe mencionar la indiferencia de las conducciones burocráticas de las centrales sindicales, amagando, en el mejor de los casos, con alguna huelga. ¿Cuánto semestres más de ajuste van a esperar?


Lucía Ortega

Economista UBA. Coeditora de la sección de Economía de La Izquierda Diario.

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