La medición que elabora Transparencia Internacional arrojó que el país retrocedió 12 puestos durante 2020. El informe refleja cómo el capital internacional ve las oportunidades de negocios en los distintos países.
Jueves 28 de enero de 2021 09:55
El Índice de Percepción de la Corrupción, que elabora la ONG Transparencia Internacional, ubicó a la Argentina en el puesto 78 sobre 179 países relevados. En este ranking, los últimos son considerados como los países más corruptos.
La presidenta de la ONG con sede en Berlín, Delia Ferreira Rubio, indicó al diario La Nación que la caída tiene que ver con “la intención de la coalición de gobierno de garantizar impunidad en los casos de corrupción kirchnerista”, pero también lo asoció a la escasa transparencia y falta de información en las contrataciones y compras directas de insumos y medicamentos para hacer frente al Covid-19.
En el mercado financiero internacional, este tipo de calificaciones luego son utilizadas por organismos de crédito como el Banco Mundial o el FMI para evaluar posibles préstamos a los países, y también por empresarios a la hora de invertir.
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Al tratarse de un índice que mide la percepción que los actores del mercado tienen sobre la corrupción de los gobiernos, este ranking refleja cómo el capital internacional ve las oportunidades de negocios en los distintos países.
En abril del año pasado, el gobierno de Fernández fue golpeado por el escándalo en la cartera de Desarrollo Social, cuando el ministro Daniel Arroyo echó a varios funcionarios involucrados en la compra de aceite y fideos con importantes sobreprecios en favor de las empresas productoras.
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El caso Vicentín también refleja gran parte del entramado de corrupción que une a gobiernos con empresarios. Durante la presidencia de Mauricio Macri, el Banco Nación le otorgó a la agroexportadora un préstamo millonario, y luego la empresa fue aportante de la campaña de Juntos por el Cambio. La empresa nunca pagó sus préstamos pese a haber aumentado notablemente su facturación, y finalmente se declaró en cesación de pagos.
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No se trata de hechos aislados
Las prácticas patronales de evasión de impuestos, fuga de capitales, aplicación de sobreprecios y pago de coimas para la adjudicación de licitaciones son mecanismos habituales que cuentan con la venia del Estado para, a fin de cuentas, seguir garantizando las ganancias de las empresas.
En países del llamado “Primer Mundo” estos métodos también son comunes. En agosto, el aún hoy emérito rey Juan Carlos I abandonó el Estado español al volverse insostenible su situación frente a las acusaciones de corrupción que lo rodean desde 2014 por haber recibido coimas de Arabia Saudita.
En Estados Unidos, la corrupción cuenta con el financiamiento legal de las empresas a través de grupos de lobby, que presionan en el Congreso y en los poderes legislativos de cada Estado para obtener favores o legislaciones más permisivas a sus negocios.
El año pasado, una investigación de The New York Times publicó las declaraciones impositivas de Donald Trump. Revelaron que el magnate evadió impuestos en 10 de los últimos 15 años antes de asumir la Presidencia. Tanto en Estados Unidos como en el resto de los países, la corrupción es síntoma de la sistemática degradación de las democracias capitalistas.