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Red Internacional
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ELECCIONES EN GUATEMALA. Segunda vuelta: negociación y disputa entre golpistas y políticos corruptos

Luego de nueve días de haberse llevado a cabo la jornada electoral del 6 de septiembre, las autoridades han oficializado que la presidencia de Guatemala se definirá en una segunda vuelta, entre el comediante Jimmy Morales y la ex primera dama Sandra Torres, el próximo 25 de octubre. Mientras el régimen guatemalteco se alista, los presidenciables buscan posicionarse para ganar la contienda.

Martes 29 de septiembre de 2015

Varios reveses fueron los que marcaron los resultados del proceso electoral a inicios de septiembre. Después de la detención y el arresto del ex presidente Otto Pérez Molina, como una maniobra del imperialismo y el empresariado para acallar la protesta social, se sumó la renuncia del magnate Manuel Baldizón del partido Libertad Democrática Renovada (Líder), quien a pesar de contar con el apoyo de empresarios y una casta importante de militares, obtuvo un porcentaje de votos de 19.38%, frente al 19.75% alcanzado por Sandra Torres del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE).

La renuncia de este personaje no sorprendió a nadie en la presente coyuntura, ya que parece ser la práctica más recurrente para los políticos del régimen guatemalteco.

Si bien el conjunto de las campañas electorales estuvo marcada por diversas denuncias e irregularidades durante todo el proceso, en definitiva fue el partido Líder quien destacó entre otras cosas, por el gasto de un presupuesto por encima de Q61 millones invertidos, además de la multa por rebasar el techo fijado por las leyes electores de aproximadamente Q2.7 millones. A esto se le sumó la filtración de audios en pleno cierre de campaña, en donde Baldizón llamaba a los alcaldes, diputados y simpatizantes de su partido al acarreo de votantes.

La disputa por la silla presidencial

Por una parte, hay que señalar que el descontento sigue presente en un sector de la población luego de las elecciones primarias, en donde quedó abierto el cuestionamiento de la legitimidad del proceso y la serie de demandas democráticas por conquistar. Por ello todavía podemos llegar a ver nuevas movilizaciones en las calles.

A esta cuestión se le añade que rumbo a la segunda vuelta electoral, la política de los partidos que se disputarán la presidencia, es la de capitalizar aquellos logros en su campaña pasada para potenciar la negociación en las alturas.

Así, un elemento que definió las votaciones según expertos y analistas políticos ha coincidido en señalar que lo que se expresó mayoritariamente en esta primera vuelta, después de las protestas multitudinarias en las principales ciudades de Guatemala, fue el “voto de castigo” o “antivoto” a los partidos tradicionales, como también es propicio subrayar la fuerte tendencia a la abstención, en donde más del 50% del pueblo guatemalteco no asistió a las urnas, junto a las cifras de votos nulos o votos en blanco que sumaron un 9.20%.

A la espera de los próximos comicios, también se presentan una serie de especulaciones sobre las posibilidades de crecimiento en porcentaje de votos de ambos partidos.

La candidata Sandra Torres ha sido la que más ha mostrado disposición para negociar con otras personalidades o fuerzas partidarias, lo que puede aumentar sus expectativas cooptando el 19.64% obtenido por Manuel Baldizón, además de reforzar aquellos departamentos en donde el partido que representa ha mostrado tener influencia política.

Hasta ahora, la debilidad política de Torres y del partido UNE, consiste según algunos medios nacionales, en la recurrente y continuas transferencias monetarias que se ha demostrado provenían de diferentes instituciones del Estado para financiar y promover su imagen durante el periodo de gestión de su ex esposo Álvaro Colom, así como en el pasado, la activa participación que tuvo dentro de la guerrilla guatemalteca.

Por su parte, Jimmy Morales también ha mostrado la influencia política que puede llegar a obtener para salir nuevamente victorioso.

De entrada toda entrevista está marcada por un fuerte cuestionamiento de su conexión con un grupo de los halcones del Ejército, los sectores más duros y sanguinarios quienes fueran los fundadores de su partido. Tal es el caso del capitán Byron Miguel Lima Oliva, quien en un vídeo se refiere a Morales como el favorito para ganar la presidencia, llamándolo “amigo”. Este personaje saltó a la opinión pública por ser condenado junto con su padre, como uno de los principales actores intelectuales del brutal asesinato de Monseñor Juan Gerardi, quien en sus últimos años de vida se dedicó a la compilación de investigaciones y entrevistas para elaborar reportes para la recuperación de la memoria histórica durante el periodo de la represión militar, tras la guerra civil y la firma de los Acuerdos de Paz en 1996.

Una agenda electoral contra la mujer

Después de que Jimmy Morales se mostrara en un acto público conmemorativo de la independencia de Guatemala y México en Estados Unidos, para reunirse y exponer el plan de trabajo de su partido el Frente Convergencia Nacional (FCN) a connacionales en ese país, han sido muy variadas las temáticas de sus más recientes declaraciones.

En una nota reciente sobre las declaraciones de Morales, publicada por el periódico El País, se puede leer el titular “No acepto el aborto, el matrimonio igualitario ni legalizar la marihuana”. Lo que en su momento también fue rechazado por otros gobiernos en Guatemala, incluido el ex militar Otto Pérez Molina, es afirmado ahora por Jimmy Morales sosteniendo la idea de la Guatemala conservadora, en donde tradicionalmente pesan las posiciones de los legisladores evangélicos y católicos.

Durante la entrevista, Morales reconoce la ventaja de sufragios obtenidos, producto del “voto de castigo” hacia sus adversarios, pero también destapa algunas de sus ideas en tema de derechos democráticos.

Reconociéndose como practicante dentro de la iglesia evangélica, rechaza la posibilidad de reconocer el aborto como un derecho para la mujer, a pesar de que ocupan más del 51% de la población y Guatemala ha contado en años recientes con un índice en constante aumento en donde “más de un tercio de las 180 mil guatemaltecas que enfrentan un embarazo no planeado y buscan un aborto, con frecuencia arriesgan su salud -y su vida- al recurrir a proveedores inadecuadamente capacitados”.

Diferentes intelectuales e indígenas reconocidas por su labor comunitaria, han apuntado en la necesidad de ir más allá de la agenda electoral para que las necesidades de las mujeres no dependan de ningún partido político. Critican las políticas de género que existen en Guatemala, porque argumentan que son sólo un discurso que ensalza una forma de participación liberal, de reconocimiento como “mujeres votantes”.

Sin embargo, sus derechos no están aún reconocidos ni ganados. La opción de tener a Sandra Torres tampoco es considerada como una apuesta para ver conquistadas sus demandas: “mientras el Estado pueda decidir más sobre la vida de las mujeres es una pérdida para nosotras; hay una agenda programada desde el Estado, ser mujer en este caso bajo la dirección de un Estado incluso puede meter más agresivamente la agenda estatal y del mercado en la vida de nosotras”, dijo la indígena quiché Tzul Tzulen una entrevista.

Lo que con certeza expresarán los próximos comicios serán las variadas contradicciones de una Guatemala fragmentada por una realidad de profundas condiciones de desigualdad social, un complejo sistema de representación, en donde históricamente la política gubernamental ha sido la de minar la decisión de los pueblos indígenas y sus formas de decisión comunales.