Este lunes se produjo el segundo debate electoral de la campaña andaluza celebrado en Canal Sur. Se vieron cambios en las estrategias de los participantes, quizás influidos por cómo van las encuestas.
Roberto Bordón @RobertoBordon13
Martes 14 de junio de 2022
El segundo debate electoral nos permitió ver, más allá del momento torrijas, que los distintos candidatos han variado su estrategia discursiva adaptándose quizás a la evolución de las encuestas que parecen dar por hecha la victoria del PP que necesitaría sí o sí el apoyo de Vox para gobernar.
Una extrema derecha sobreactuada incomoda al PP
Uno de los elementos que más se han destacado a lo largo de la campaña es que Juanma Moreno, candidato del PP, siguiendo la estela de Alberto Feijoo en Galiza, ha tratado de ocultar las siglas de su partido y dar paso a una campaña de corte más personalista. Continuando con su papel de gestor soberbio, moderado y por encima de cualquier debate ideológico, un poco continuando la analogía con ese primer Macron que desplegó una estrategia similar en 2017. Es significativo que es el único candidato cuyo anuncio electoral consiste básicamente en él hablando a cámara sin ninguna otra imagen de colectivos a los que afirma representar, como hacen el resto de los partidos. En cambio, insiste en que representa a la mayoría de los ciudadanos andaluces a los que define como “serenos”, “moderados” o “sensatos”.
El candidato del PP trató de continuar con la misma estrategia exitosa que en el primer debate, dar a entender que es el mejor gestor de las instituciones y que se coloca por encima del resto de competidores, apelando a que es la única fuerza “moderada”, en un intento de acaparar el voto del centro político. Sin embargo, si en el primer debate pudo jugar sus cartas de forma más o menos hábil, llegando incluso a generar complicidad con Juan Espadas, candidato del PSOE, reconociéndose “méritos” de gestión el uno al otro, esta vez el resto de los candidatos han salido a reventarle la imagen a Moreno.
En especial, VOX ha cambiado completamente de guion de una semana a otra, quizás por el jarro de agua fría del anterior debate, desde el cual ese partido ha bajado en las encuestas y tuvo a su candidata tres días sin mítines ni apariciones públicas. Macarena Olona adoptó un falso perfil de defensora de la clase obrera, en el tono obrerista que la ultraderecha española trata de copiar a sus compañeros europeos y que aún no ha logrado trasladar a nuestro país con éxito. De esta forma, Olona se encaró por un lado con PSOE y Por Andalucía acusándoles de mandar tanquetas contra la huelga del metal del Cádiz y criticando el nefasto rol de la burocracia sindical en aquel conflicto. También abandonó su reivindicación de cerrar Canal Sur, uno de los puntos centrales de su campaña, afirmando que los puestos de trabajo de la cadena de radio televisión andaluza estaban asegurados si llegaba al poder. Vox quiso jugar la carta del obrerismo mezclándola con el negacionismo climático y el racismo para defender sus políticas anti obreras y criminales desde el punto de vista ecológico. Olona quiso colocarse como candidata outsider acusando al resto de candidatos de pertenecer a las “élites” que cierran la industria y dejan sin trabajo a los españoles ya sea por ecologismo o por permitir la inmigración. Pero si este habitual discurso xenófobo y reaccionario ya suele suponer una exaltación de los valores más rancios de la ultraderecha, Olona tuvo dos momentos estrella en este sentido.
Por un lado, el intento de negar la educación sexual en las escuelas públicas afirmando que educar a los más jóvenes en cuestiones como la masturbación era un delito y una falta moral, llegando a comparar a los educadores con abusadores callejeros. Olona insistió en esto para interpelar a Moreno Bonilla, quien trató durante todo el debate de ignorar a su más que posible socia de gobierno. En repetidas ocasiones, el líder del PP le pidió a la candidata de Vox que le dejase debatir tranquilo y que no tratase de dirigir sus respuestas. Una curiosa performance de cómo cada fuerza ve su lugar, una ultraderecha que pretende actuar de palanca para impulsar al PP hacia la senda más reaccionaria posible.
El otro momento que quizás sacó de quicio a Moreno Bonilla, fue la insistencia de Olona en recordarle que gobernaba gracias a Vox y que probablemente necesitase a la ultraderecha para poder gobernar. Algo en lo que Vox parece tener razón si atendemos a las últimas encuestas que dan al PP 47 escaños quedando lejos de los 55 que necesita para la mayoría absoluta, teniendo que pactar probablemente con la ultraderecha que podría llegar a los 20 diputados. Olona no sólo recordó al PP que les necesitan sino que llegó a ofrecerle una vicepresidencia en caso de que los papeles fuesen al revés y sea Vox la fuerza mayoritaria el 19J, algo que el resto de los candidatos calificaron de delirio de Olona.
En cualquier caso, la actuación de Vox supo arrinconar a un PP que se negó por pasiva y activa a hablar de pactos electorales. Una cuestión que fue aprovechada por el PSOE y Por Andalucía para tratar de desmontar el discurso de Juanma Moreno.
Ciudadanos: Marín se divierte mientras su partido desaparece
Juan Marín vive una situación paradójica pues mientras que en ambos debates consigue una gran visibilidad, protagonizando este lunes el momento “torrijas” con el que consiguió ridiculizar a Macarena Olona, su partido es un zombi. El candidato de Ciudadanos continúa defendiendo un cogobierno con un PP que no solo no lo quiere, sino que sabe que se ha quedado con sus votantes. Marín pasó una vez más el debate defendiendo al gobierno de la Junta de Andalucía frente a cualquier ataque al mismo tiempo que revindicaba su papel como socio de gobierno y atacaba a Vox afirmando que no pactarían con ellos.
Aunque a Marín se le de muy bien cocinar torrijas y eso le permita reírse de la candidata de los señoritos propiciando un meme para Twitter, la realidad es que las encuestas antes le daban 2 escaños y ahora va por 0. Por tanto, salvo sorpresa el próximo fin de semana parece que Ciudadanos recibirá coronas de flores y no escaños.
El PSOE desesperado mientras Por Andalucía se apoya en Yolanda Díaz
Juan Espadas, candidato del PSOE, trató de arrancar con fuerza el debate apelando a los movimientos sociales y sindicales de Andalucía como si se tratase de un líder obrero. Una pantomima que abandonó al rato pero que reveló quizás el nerviosismo de un partido al que las encuestas dan por estancado, probablemente sacarán un resultado similar a 2018 entre 31-33 escaños. Espadas comenzó siendo crítico con los recortes en servicios públicos y agitando el miedo a la extrema derecha al mismo tiempo que ignoraba que él y su partido son responsables de la mayor parte de las políticas neoliberales en Andalucía.
Esta actitud duró un rato hasta que finalmente Espadas volvió a la que parece ser su postura favorita, la misma que la de Inmaculada Nieto la candidata de Por Andalucía (IU-Podemos), apoyarse en el gobierno central del PSOE-UP para defenderse. Los dos candidatos reivindicaron cada uno por su lado dicho gobierno y sus políticas para defender un modelo similar para Andalucía. Espadas hablando de Pedro Sánchez e Inmaculada Nieto de Yolanda Díaz y su reforma laboral. En especial, Nieto usó constantemente la reforma laboral, esa que consolida la reforma laboral del PP, como estandarte para pedir el voto.
La candidata de Por Andalucía llegó a reivindicar el hecho de que dicha reforma salió por consenso entre patronal y sindicatos como un logro del que estar orgulloso. Nieto trató de ser más agresiva contra Moreno, aunque otra vez se dejó de lado criticar que muchos recortes fueron iniciados por el PSOE, incluido durante el gobierno donde su partido participó en Andalucía. Un dato que Moreno supo recordarle en un par de ocasiones para defenderse de la candidata de IU-Podemos. Nieto ha sido muchísimo más visible en este segundo debate, quizás animada por la presencia de Yolanda Díaz entre otros líderes estatales en los últimos mítines de la candidatura esta semana. La coalición parece subir ligeramente en las encuestas llegando a los 8 escaños y superando por ahora el ambiente de pelea interna que caracterizó su nacimiento. Si bien durante los mítines Nieto argumentó contra los pasados gobiernos del PSOE, en el debate ha preferido guardarse esa opinión para actuar nuevamente como una escudera del posible proyecto de cogobierno que defienden desde Por Andalucía.
Espadas por su parte quiso situarse como cabeza del bloque de izquierdas, pero siempre partiendo de una conexión con el gobierno PSOE-UP a nivel estatal, lo que en cierta manera bloqueaba cualquier argumentación. El candidato del PSOE tuvo poco margen de mejora teniendo en cuenta que a mitad de debate volvió a tratar de reivindicarse como mejor gestor de las instituciones capitalistas y reconoció que llevaba 30 años en política, un hecho que lo incluye como consejero dentro de gobierno del PSOE-A con casos de corrupción. Algo que fue utilizado por Vox en el debate para desquiciar a Espadas que se negó a hablar de corrupción, al igual que Moreno por su parte.
Adelante Andalucía
La formación de Teresa Rodríguez parece ir hacia arriba en las encuestas con 3 escaños y con la posibilidad de ganar dos más si sube un poco más el porcentaje de voto, algunas encuestas le dan un poco más de un 6%. Esto se reflejó en una candidata que parecía cómoda en el debate confrontando con la ultraderecha y criticando tanto al PP como al PSOE.
Nuevamente quiso plantear la hipótesis de que el problema de Andalucía reside en gran parte en una mala gestión de las instituciones, debido a una situación de subalternidad con el resto del Estado. La candidata de Adelante Andalucía reivindicó la defensa de la identidad y cultura andaluzas frente al centralismo madrileño, señalando que los problemas de las clases trabajadoras y populares son culpa tanto del PP como del PSOE y de quienes hayan sido sus aliados. También aprovechó para desmontar el discurso obrerista de Macarena Olona no sólo restándole cualquier legitimidad para representar a los trabajadores andaluces, sino recordándole sus intereses económicos directos con el oligopolio eléctrico al tener acciones en Iberdrola y atacándola por su negacionismo climático. Sin embargo, este andalucismo de izquierdas muestra sus límites cuando termina afirmando que se trata de darle una vuelta a cómo se maneja la Junta de Andalucía. Algo que ya está pasándole factura a la formación en Cádiz en cuanto al gobierno del Ayuntamiento, con un alcalde que empieza a ser criticado por una parte de sus sectores más afines. Es que la gestión del Estado capitalista, sin ruptura con el capitalismo, solo puede ser gestionar migajas.
De conjunto, el debate muestra tendencias que se confirmarán en unos días. El gobierno del PP es prácticamente un hecho, pero qué relación se establecerá con VOX está por verse.
Roberto Bordón
Andalucía