Previamente a la discusión del tema, diputados del PRI y PAN, se retiraron argumentando que Morena los discrimina en los tiempos de intervención. En realidad no querían figurar en la votación como contrarios a la iniciativa.
Raúl Dosta @raul_dosta
Jueves 20 de septiembre de 2018
Foto: Twitter
Esta tarde los miembros del Senado votaron la ratificación del convenio 98 de la OIT por votación unánime (78-0) aunque previamente los diputados del PRI y PAN habían montado un sainete, cruzándose los labios con masking tapeargumentando que la aplastante mayoría de Morena había decidido impedirles hablar, posteriormente se retiraron la mayoría. La maniobra era muy burda, lo que no querían los panistas y una buena parte de los priístas era estar presentes en la discusión de ese punto.
Es que previamente Juan Pablo Castañón, líder del Consejo Coordinador Empresarial, había tirado la línea política: declarando a los medios que no se tenía que aprobar la ratificación del convenio 98 hasta que hubiera un período de discusión del mismo. ¿Les parece a los patrones que 62 años es insuficiente período de tiempo para conocer y formarse opinión del contenido de dicho convenio?
Bueno, los priistas y panistas que huyeron de la discusión, que de entrada la tenían perdida, demostraron así su lealtad a los intereses de la burguesía nacional y sus socios de las trasnacionales del capital imperialista.
Hay que hacer notar que los senadores de la anterior legislatura habían “congelado” este trámite por tres años. También que la sesión sirvió para que el dirigente burocrático del sindicato minero Napoleón Góomez Urrutia subiera a la tribuna y “se luciera” con un combativo discurso. Claro, el contenido del convenio no toca el tema de libertad de sindicalización bajo el control de aparatos de control sindical, que impiden la formación de tendencias y corrientes en su seno.
El convenio habla de que se debe garantizar en cada país firmante que la protección a la libertad de sindicalización. Ésta deberá ejercerse especialmente contra todo acto que tenga por objeto:
(a) sujetar el empleo de un trabajador a la condición de que no se afilie a un sindicato o a la de dejar de ser miembro de un sindicato;
(b) despedir a un trabajador o perjudicarlo en cualquier otra forma a causa de su afiliación sindical o de su participación en actividades sindicales fuera de las horas de trabajo o, con el consentimiento del empleador, durante las horas de trabajo.
Estos son derechos elementales que debe tener cualquier trabajador y que la burocracia charra se ha encargado de conculcarlos para garantizarle a los patrones dócil mano de obra, sin activistas incómodos, sin reclamos salariales o de derechos de ley. Ya desde hace un par de años,los legisladores habían eliminado de la Ley Federal del Trabajo la terrible Cláusula de exclusión que era la herramienta con que se eliminaba “legalmente” a los trabajadores que luchaban por sus derechos.
Pero la ratificación de este convenio no significa ganancia alguna en automático para los trabajadores. Será un argumento más que deberán acompañar en sus luchas; como hemos visto en los últimos años, entre los trabajadores de outsourcing (tercerizados) y los de los nuevos corredores fabriles de la industria automotriz y aeronáutica, que han salido a exigir precisamente que se les reconozca su derecho a sindicalizarse como ellos prefieran y a sustituir a los sindicatos charros por los suyos propios, incluso a recuperar a su sindicato burocratizado, echando a los charros y poniendo en su lugar a auténticos representantes de la base sindical.
La clave seguirá siendo, como vimos en esas mismas luchas, la organización independiente de los trabajadores y la desconfianza en las maniobras de charros-patrones-autoridades laborales. Y, hoy más que nunca,la unificación de las luchas con un solo objetivo: derrotar en las calles y con las huelgas a la patronal y los planes de precarización del gobierno.