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Red Internacional
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Precarización Laboral. Ser millennial en México: La aventura de la precarización

Los millennials mexicanos nacieron en tiempos de crisis, y desde que comenzaron su vida laboral se han enfrentado a dos grandes crisis económicas.

Martes 3 de noviembre de 2020

¿Quiénes son los millennials?

También conocidos como la generación Y, en México, son la generación que nació en la década de los ochenta y la primera parte de los noventa. Crecieron entre la caída de los precios del petróleo, el incremento de la deuda externa y la devaluación de la moneda frente al dólar. Al comenzar su vida laboral se vieron enfrentados a la crisis financiera global del 2008, y ahora, en su época de mayor productividad, viven el gran colapso de la economía mundial.

Muchos milenials comenzaron su vida laboral en la crisis del 2008. Desde entonces no han podido revertir las carencias económicas, y los especialistas indican que esas condiciones solo se recrudecerán a lo largo de su vida, por ejemplo, el Informe Petras revela que la actual generación será la primera en tener una peor calidad de vida que sus antecesores.

"Es una generación que vive de forma precaria, endeudada y sin la capacidad de construir un patrimonio. No pueden mejorar en términos sociales, pues no existen las condiciones”,

comenta el Dr. Carlos A. Jiménez Bandala, especialista en Estudios Organizacionales por la Universidad Autónoma Metropolitana.

Según la empresa reparadora de crédito Resuelve tu deuda, el 63% de los jóvenes no cuentan con un fondo de ahorro, y un 68% tienen una deuda. Por lo que se prevé que lleguen al final de la pandemia sobreendeudados.

Paralelamente, la innovación tecnológica que acompaña a esta generación ni está al alcance de todxs y al contrario, se ha puesto de relieve su papel al servicio de digitalizar y tecnificar la explotación laboral a la que se enfrentan los millennials. Ejemplos de ello los podemos ver en las aplicaciones de preparto, el home office, multitask, y todo tipo de empleos que se sirvan de la nube para someter a las nuevas generaciones a trabajos flexibilizados, inestables y mal pagados.

Independizarse, vivir con roomies: nueva forma de hacinamiento

Para los millennials, comprar una casa propia y dejar de pagar rentas con amigos es un sueño. Al igual que lo es para la inmensa mayoría el tener un empleo estable, con derechos laborales plenos y un sueldo que cubra el precio de la canasta básica.

Dentro del capitalismo, la pandemia trajo consecuencias devastadoras, una de las cuales ha sido la crisis económica , que ha obligado a los jóvenes a desocupar los cuartos que rentaban y regresar a casa de sus padres, reduciendo el deseo de la independencia a una ilusión.

Según cifras de la comunidad virtual Dada Room, en la Ciudad de México uno de cada cinco jóvenes regresó a casa, y otros optaron por compartir espacios con más personas. Los nuevos escenarios de vivienda para los millennials implican compartir espacios cada vez más reducidos con un mayor número de personas, con recursos limitados y rentas cada vez más elevadas según lo cerca que estén las viviendas de las zonas céntricas.

Se ha popularizado la idea de que las generaciones jóvenes prefieren vivir en comunidad, y que no les interesa invertir en su patrimonio, no obstante, el profesor Jiménez Bandala argumenta que los bajos ingresos de los millennials los dejan sin la posibilidad de adquirir una vivienda.

"En la Ciudad de México, sólo el 1% de los jóvenes son sujetos de un crédito hipotecario en relación con sus ingresos. Los censos muestran que la gente vive hacinada bajo el concepto de cohousing, y algunos logran comprar, pero en municipios periféricos a la ciudad, y hacen hasta tres horas de camino para llegar a su trabajo o a sus centros de estudio”

Estamos ante un sistema que nos dice en cada anuncio publicitario: “¡Sé independiente!”, ”¡Conquista el éxito!”, “¡Alcanza tus metas!”, “¡No te detengas!”, mientras por la vía de los hechos nos niega toda oportunidad de vivir con dignidad, al tiempo que hace uso de eslóganes como “¡Lucha por tus sueños!”, así como de ideas como la meritocracia y el éxito individual para aprovechar nuestras aspiraciones de una mejor vida y garantizar una batería incansable de jóvenes que pongan su fuerza de trabajo al servicio de generar ganancias para el empresariado.

La generación que no tiene que perder, salvo sus cadenas

Los jóvenes en México creen que no hay posibilidades de mejora social, lo cual confirma un estudio realizado por el Colegio de México, en el que se informa que solo el 2% de las personas en condiciones de pobreza pueden escalar socialmente. Eso genera desánimo y desesperanza, pues cada vez que un universitario no obtiene empleo, o tiene un trabajo precario, los familiares piensan que no tiene sentido seguir el mismo camino. "A eso se le llama la trampa de la pobreza: la gente ya no cree en un proyecto educativo ni laboral, lo que se convierte en un círculo vicioso. Hicimos un estudio de campo en las comunidades marginadas del país, y lo que observamos fue que el crimen organizado vigila esas zonas, e identifica a los jóvenes con liderazgo, los recluta y les paga grandes cantidades. Para los jóvenes, esa es la forma de mantener a la familia”, comenta el investigador Jiménez Bandala quien teme que esta práctica se expanda al resto del país.

En efecto, ante la desesperanza y la urgencia económica, los jóvenes precarizadxs se convierten en el blanco perfecto para el crimen organizado, que ha ha hecho de ellxs la carne de cañón para integrarlos a los cárteles de delincuencia, al igual que el gobierno hace con los jóvenes que se unen a las filas de la policía y de las fuerzas armadas como la Guardia Nacional y que sirven para perpetuar la absurda Guerra contra el Narco, en la que las vidas, los cuerpos y la fuerza que se juegan son las de los jóvenes trabajadores.
Lo mismo ocurre en las urbes, donde la juventud agoniza presa de trabajos deplorables, oscilando entre la informalidad, el subcontrato y el desempleo.

Los millennials han visualizado que el capitalismo no tiene nada que ofrecer, a no ser más deudas, números rojos y salarios raquíticos por la vía “legal”.
Pero no todo puede estar perdido para la generación que se levantó por miles para exigir la aparición con vida de 43 normalistas desaparecidos, que fue capaz de mostrar solidaridad de clase con las víctimas del terremoto de septiembre en 2017. La misma que en 2018 paralizó a las universidades exigiendo“Fuera porros de la UNAM” y que aún hoy, se enfrenta a la elitización de la educación con las clases en línea.

Somos la generación que puede recuperar el derecho al futuro y los primeros destellos ya se dejan ver, con las movilizaciones de los trabajadores del reparto, las huelgas contra el cambio climático, las protestas de sindicatos de jóvenes explotados en cadenas de comida rápida como Burger King, McDonald´s y Starbucks, así como el estallido del Black Lives Matter.

Conquistar de vuelta todo lo que nos han arrebatado va a primeramente por la exigencia de mejores condiciones laborales, con garantías y salarios que alcancen a cubrir el precio de una canasta básica. Así como por luchar en defensa de una educación verdaderamente gratuita y accesible para los hijos del pueblo trabajador y pobre.
Abracemos la lucha de todos los oprimidxs y explotadxs al rededor del mundo, para alcanzar nuestras demandas y exijamos ¡que la crisis la paguen los capitalistas!