La noticia, aunque reproducida por algunos medios, pasó casi inadvertida, como generalmente ocurre con las cuestiones verdaderamente serias vinculadas al tema de la seguridad, cuestión en la que no influye demasiado la disputa del kirchnerismo con la “Corpo”, ni hay diferencias significativas entre oficialismo y oposición. Excepto el oportunismo de algún funcionario suelto que no puede ser considerado “palabra oficial”, lo cierto es que esta noticia pasó con la eficacia de un descuidista.
Miércoles 24 de septiembre de 2014
El diputado y líder del Frente Renovador, Sergio Massa, reclamó desde la norteña provincia de Salta que se refuercen los pasos de frontera para “frenar el avance del narcotráfico, el contrabando y la trata de personas y lograr mejores controles de inmigración”, clamando por la expresa intervención del ejército.
“Pedimos la colaboración logística de las Fuerzas Armadas como apoyo a la Gendarmería y Prefectura”, manifestó Massa, sin ninguna sordina, durante su paso por el paraje de Aguas Blancas, en la frontera con Bolivia.
“Hay que plantearse la necesidad de que la Argentina incorpore la aplicación del concepto de Seguridad Ampliada que hoy es una tendencia mundial y ya se aplica en la mayoría de los países europeos y en países hermanos como Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú y Venezuela”, indicó.
Y agregó: “Se trata de una seguridad integral y multidimensional que permite utilizar todas las capacidades del Estado para prevenir y contrarrestar todo tipo de amenazas y riesgos, algo que no ocurre hoy en la Argentina ya que la ley lo impide categóricamente”.
Para el diputado nacional, “implementar criterios de Seguridad Ampliada permitirá controlar las fronteras e ir cerrando pasos ilegales que hoy están completamente liberados”.
Claro y preciso, el ex funcionario kirchnerista, hoy devenido en candidato opositor, propone que se deje sin efecto la prohibición legal para que las Fuerzas Armadas intervengan en la seguridad interior. Lisa y llanamente, como lo supo hacer en su momento Carlos Menem, y como cada tanto algún otro ha replicado, Massa propone que, a las ya abundantísimos fuerzas de seguridad desplegadas en el territorio nacional, se sumen las de defensa.
Y como si se tratara del muñeco que “habla” en las faldas de un ventrílocuo, introduce el concepto de “seguridad ampliada” para fundamentar esa intención.
Cada vez que un político desliza estas cuestiones, se tiene la certeza que alguien anda detrás. Porque el concepto de seguridad ampliada no es novedoso, es un eufemismo con el que, desde los centros de poder, se postula el “poder duro” desde los tiempos de George Bush hijo.
Fuerzas armadas y de seguridad, con la excusa de combatir al delito organizado, terminan por incrementar el poder represivo del Estado, que así descargará su potencia disciplinante sobre los más afectados por las políticas de concentración del capital que desde esos mismos estados aplican.
Porque lo que no dijo Massa, es que, entre las hipótesis de amenazas que se manejan detrás del concepto de seguridad ampliada, figuran la pobreza, el hambre, la exclusión social y la inmigración. No es difícil imaginar a qué paisaje social se destina esta nueva-vieja mirada.
No faltó ingenuidad en quienes pensaron que la cuestión de las Fuerzas Armadas desplegadas en el ámbito de la seguridad interior era un tema privativo de las dictaduras, o un delirio individual de uno u otro “manodurista”. O que con el dictado y respeto de una ley (en nuestro caso la 24.059) alcanza para resguardarnos.
Ni una cosa ni la otra. La democracia burguesa se adapta con absoluta comodidad al postulado que mejor le sirva para garantizar sus fines. Además, como el derecho sigue a los hechos, y lo definen esas necesidades del poder, si hay que derogar una ley y sancionar otra, simplemente lo hacen. Esto es lo que anuncia Massa.
Es que la determinación del enemigo interior y las hipótesis de conflicto no se elaboran en abstracto. Ellos saben que sus políticas económicas aparejan aquellas amenazas que hacen al concepto de “seguridad ampliada”, y sus candidatos son el correlato de esa lógica: deben desactivar la amenaza maquillando de legalidad y consenso medidas que consagran la militarización de la sociedad, el estamento superior del poder disciplinante del que disponen.
¿Llama la atención que la noticia sólo haya merecido algún reproche oportunista del ministro Rossi, encargado del área?
En absoluto. El gobierno nos tiene acostumbrados a discursear por izquierda, mientras apalea por derecha. Ahí están para demostrarlo tanto las políticas generadoras de inseguridad social del propio gobierno, como las sucesivas represiones a los trabajadores dirigidas por el inefable coronel Sergio Berni.
El incremento del clima represivo que se vive en el país preanuncia un escenario en el que, más temprano que tarde, las “amenazas” que contempla la seguridad ampliada dejarán de ser meras hipótesis.
Massa, uno de los candidatos a continuar la tarea que empezó el gobierno -para el que trabajó hace un tiempito-, bien lo sabe, y lo dice.