Un diálogo con Marcelo “Pollo” Ortega y Laura Noboa, trabajadores y referentes de la gráfica recuperada en la zona norte del Gran Buenos Aires. Por qué marcharon el 24 de Marzo a Plaza de Mayo y qué inspiran en ellos los años 70.
Mirta Pacheco @mirtapacheco1
Martes 9 de abril de 2019
Fotos: Mar Ned *Enfoque Rojo
Los primeros frescos del otoño se sienten más en el descampado de la ruta. El Parque Industrial de Garín se cuela por la ventanilla del 15. Es domingo. La mañana nos sorprende en MadyGraf, una imprenta gestionada por sus trabajadores, en el norte del Gran Buenos Aires.
Marcelo, nos recibe temprano en el portón de alambre a cuadrados. Cruzamos el pasillo que hoy parece más largo (debe ser por esa extraña calma dominguera).
Nos hacemos un lugar en el quincho del Club Obrero. Marcelo cuenta con paciencia y claridad. Laura parte de la comisión de mujeres de Mady, se suma un rato después.
Hablamos de la zona norte, ese pedazo de Buenos Aires que con su cordón industrial, junto con la zona fabril de Córdoba -ya antes de los 70-, se transformó en el corazón de la clase obrera en Argentina.
Pasado y presente se funden en MadyGraf.
La última gran movilización de la que participaron fue la marcha del 24 de marzo. Le preguntamos a Marcelo, a quien todos sus compañeros de trabajo y amigos llaman "el Pollo", por qué decidieron esa participación.
Marcelo: Porque nosotros conocemos nuestra historia, sabemos que el golpe del 76 fue contra una clase social que venía en ascenso desde el 69 con el Cordobazo.
Había dado fenómenos muy importantes como el surgimiento de las coordinadoras interfabriles en GBA, habían impuesto a las centrales sindicales un paro general de 48 horas y habían derrumbado al plan de Celestino Rodrigo, ministro de Economía, y al ministro de Bienestar Social: José López Rega, que fue, a instancias de Perón, el mentor de las bandas fascistas de la Triple A, que se dedicaban a asesinar a activistas obreros y militantes de izquierda.
Para nosotros es un honor haber participado de la marcha del 24 de marzo junto al Encuentro Memoria Verdad y Justicia (EMVJ) que no perdió su independencia política frente a los gobiernos de turno.
Ni siquiera con el kirchnerismo que siempre sostuvo un discurso de defensa de los derechos humanos, pero se negó a abrir completamente los archivos sobre esa época, además de poner a Milani al frente del ejército, un milico que está procesado por delitos de lesa humanidad.
Y nosotros no nos olvidamos que Scioli cuando era gobernador de la Provincia reprimió a nuestros compañeros de Kraft –ex Terrabusi- en el 2009, con balas de goma y tirándoles la Montada, o en 2014 cuando Sergio Berni, el secretario de Seguridad de Cristina, ordenó 14 represiones a los trabajadores de Lear.
Yo me pregunto ¿qué diferencia tiene eso con la represión a los compañeros de PepsiCo, ya en el gobierno de Macri? Y solo te estoy hablando de tres fábricas ubicadas en esta zona norte del Gran Buenos Aires.
Pero para nosotros no fue una marcha para recordar a los 30.000 desaparecidos solamente, porque hoy hay motivos de sobra para salir a la calle a movilizarse.
Desde la dictadura a esta parte somos el pueblo trabajador los que venimos perdiendo ante cada crisis. Fijate que el poder adquisitivo de los salarios es hoy casi la mitad de lo que representaba en 1974. Vino la dictadura que impuso un plan económico que solo favoreció a las grandes patronales (las mismas que impusieron el golpe), después estuvo la hiperinflación de Alfonsín en el ´89.
En el 2001 también, otra enorme transferencia de plata hacia el poder concentrado, con la desocupación y la pobreza pulverizaron los salarios.
Ahora los tarifazos, la devaluación, la inflación, los despidos. ¿Por qué tenemos que perder nosotros, las grandes mayorías?
El mismo Grupo Macri fue beneficiado durante la época de la dictadura, se endeudó y esa deuda fue estatizada por el presidente de aquel momento del Banco Central, quien fuera después el ministro de Economía de los gobiernos de Menem y De la Rúa: Domingo Cavallo.
Ahora, con la deuda al FMI hay más pobreza, más ajuste, más explotación, más miserias para el pueblo y el PJ nos viene a hablar de que hay que votar a algún candidato de ellos para terminar con esto. ¿Quién le permitió a Macri hacer todo esto, si no fueron ellos?
Laura se suma a la mateada y a la charla, recuerda los orígenes de la ocupación y de la gestión obrera y por qué hoy esa determinación muestra una salida frente al crecimiento de los despidos y allí donde hay cierre de fábricas.
Laura: MadyGraf, la ex Donelley, se recupera en el 2014 cuando la patronal -que era parte de los llamados fondos buitres- se retira de la Argentina y deja a 400 familias en la calle.
Producto de la organización previa que teníamos con la comisión interna (antiburocrática, antigubernamental y combativa), que venía extendiendo lazos con otras fábricas de la zona, es que en una asamblea se decide ingresar y ponerla a producir.
Hoy con la crisis que hay en el país gracias a los mandatos del FMI, nosotros queremos demostrar que no hay por qué resignarse y creer en los espejitos de colores que nos quiere vender el PJ y los que se pintan de opositores.
Nosotros desde Mady demostramos que si hay un cierre o despidos hay que ocupar las fábricas y ponerlas a producir, por las familias de los trabajadores y para que la comunidad que rodea a esas fábricas no siga cayendo en la pobreza.
Sabemos que no es fácil. Pero los trabajadores debemos recuperar las organizaciones obreras para la lucha, superando las direcciones de las centrales sindicales que impiden una lucha real contra el ajuste y pretenden atar nuestro destino al de los partidos patronales.
Son ellos o nosotros. La salida está en la fuerza que tenemos como pueblo trabajador. O decimos basta de una vez por todas y hacemos que la plata que se va para pagar la deuda, se quede acá, para salud, educación, vivienda o nos pasan por arriba.
¿Qué implicancias tiene para ustedes ligar los años 70 a la actualidad, de qué manera piensan esa ligazón?
Marcelo: Nosotros en asamblea definimos marchar con miles y miles de jóvenes trabajadores, estudiantes secundarios y fundamentalmente miles de mujeres y tomar la posta de la lucha contra el genocidio, de la lucha contra la impunidad y la lucha contra el ajuste actual del gobierno de los CEO.
Esto para nosotros es muy significativo, porque estamos en el corazón de la clase obrera argentina. Estamos sobre la colectora del parque industrial de Garín, frente a la Ford.
Esta automotriz, en los años 70 funcionó como un campo de detención, donde desaparecieron decenas de trabajadores de la fábrica, algunos de ellos aparecieron y pudieron dar su testimonio como lo hizo Carlos Propato, recientemente en los juicios que se le hizo a los directivos de Ford.
En los 70 en la zona norte y en la Ford en particular, hubo activismo, hubo trabajadores que se organizaron. Fue un lugar donde funcionaron las coordinadoras fabriles.
Nucleaban desde lo que es la parte de San Fernando con el astillero Astarsa, viniendo por Panamericana, la Matarazzo, la Corni -que era una metalúrgica-, los trabajadores de lo que era en esa época Terrabusi –hoy Kraft/Mondelez-.
La zona norte mostraba un poder que los trabajadores empezaban a tener. Eso es lo que vino a cortar la dictadura cívico militar y que nosotros queremos retomar.
Es esa organización, esa lucha, esa conciencia de clase.
Pero para poder enfrentarnos no solamente a un enemigo común que son las patronales, que son las burocracias sino también a un Estado que se organiza a nivel internacional como es con el FMI, que monitorea directamente a la Argentina.
En ese sentido el desafío que tenemos hoy todos los luchadores y luchadoras es pensar que necesitamos una organización que esté a la altura de esa pelea.
El domingo apacible en el quincho de MadyGraf se presta para una segunda mateada. Y si pensamos en la organización que se dan estas obreras y obreros sin patrón, no podemos dejar de preguntar por la Comisión de Mujeres de la fábrica.
Laura: La Comisión de Mujeres de MadyGraf comienza a ser una referencia para otras trabajadoras, así lo fue para las trabajadoras de Siam, ahora para las familiares de los obreros de la Coca-Cola que pelean contra los despidos.
Pero sobre todo en zona norte. Como las trabajadoras domésticas del Nordelta que a pesar de vivir bajo una brutal opresión hace años, de ser discriminadas todos los días, también dieron un ejemplo y dijeron “¡basta!”.
Su caso recorrió todos los canales de televisión, gracias a que este diario fue el primero en levantar la noticia. Lograron que el transporte público entre al barrio cerrado. Nosotras estuvimos con ellas desde el primer momento, vinieron a la fábrica, sabían que acá tenían un espacio para poder organizarse y ahora estamos hermanadas.
Queremos llevar el mensaje de que es necesario que las mujeres trabajadoras nos organicemos para luchar en defensa de nuestros derechos, por igualdad salarial con nuestros compañeros, por jardines infantiles en los lugares de trabajo y por supuesto por nuestros derechos como mujeres, como la lucha por el aborto libre, seguro y gratuito.
Nosotras sabemos que el FMI y el gobierno de Macri van a descargar brutalmente esta crisis sobre todo en las mujeres trabajadoras y las mujeres de los sectores más empobrecidos. Tenemos el desafío de buscar replicar esa organización para enfrentar esa política.
Este verano abrió en la fábrica el club obrero.
Marcelo: La idea es aprovechar el club que se ha puesto en pie para que miles de trabajadores puedan recrearse en este lugar, pero también para que puedan organizarse contra los atropellos de la patronal y empezar a ser una alternativa a las direcciones tradicionales del movimiento obrero.
Los militantes del PTS dentro de MadyGraf damos la pelea por poner la fábrica al servicio de los propios trabajadores de la zona y, en general de la clase obrera, para poder pelear lejos del ojo de la patronal, organizarse lejos de los buchones de los sindicatos.
En ese sentido, creemos que hay que retomar aquellas banderas de los 70.
Fue una generación que mostró una gran voluntad revolucionaria y queremos aprender de esas lecciones y también, por supuesto, de los límites que tuvo, de la falta de un partido revolucionario templado en las luchas previas al ascenso revolucionario, preparando sus militantes, afilando su programa.
Queremos retomar esa lucha, sacando lecciones. Una de las más importantes es que la clase trabajadora necesita romper con esa idea impuesta por el peronismo durante décadas de que los intereses de nuestra clase son “conciliables” y pueden estar en armonía con los intereses de la clase explotadora, de los patrones.
Necesitamos eso porque de lo que se trata es de poder dar una lucha hasta el final y vencer.
Nos merecemos ser los dueños de nuestro propio destino como pueblo trabajador.