les jóvenes se nos dice en reiteradas ocasiones que pensemos en nuestro futuro para disuadirnos de organizarnos. Es precisamente porque queremos tener un futuro que vivir y disfrutar para el conjunto de la humanidad, por lo cual decidimos organizarnos para acabar con este sistema que solo tiene para ofrecernos crisis, precarización y miseria.
Martes 19 de septiembre de 2023
Es una experiencia común como estudiantes y jóvenes que, al querer participar en movimientos sociales, sea en un paro o una marcha, una persona mayor nos diga que debemos pensar en nuestro futuro. Este consejo, en la mayoría de los casos, suele ser hecho en buena fe por familiares o profesores que temen por las consecuencias que México tan bien ha conocido: desde persecución política o académica hasta cargos falsos y desapariciones forzadas. Sin embargo, este consejo y otros similares (“tienes que ser realista”, “no seas tan radical”, “no te arriesgues”) no considera que es por estas mismas razones por las que actuamos.
¿A qué me refiero con esto? En primer lugar, cuando se nos dice que debemos ser realistas, menos utópicos y confrontar los hechos materiales, no se está diciendo que les jóvenes debemos reconocer estas cosas, sino que debemos considerar la violencia y represión que será ejercida en contra de nosotres si no dejamos de amenazar al sistema.
El problema de que no seamos “realistas” no significa que no entendamos la realidad objetiva, algo que una juventud precarizada conoce bien, sino que no entendemos que nuestros mayores y autoridades, que deberían ayudarnos y alzarnos, se van a tornar en contra de nosotres. Esto es lo que está detrás de la mayoría de los consejos: el temor a las amenazas sistemáticas de violencia. No es: “Piensa en tu futuro antes de que vayas a defender la educación pública y gratuita”, sino “Piensa en tu futuro, ya que al defender la educación pública y gratuita, te expones a violencia por parte de las mismas instituciones que deberían protegerte”.
A pesar de esto, sería ingenuo pensar que no hemos tomado en cuenta esto cuando decidimos unirnos a la lucha por nuestros derechos. Es todo lo contrario, es justamente después de haber considerado nuestro futuro y todos los problemas que vienen que decidimos pelear. Conocemos bien que sufriremos represión, que no es un camino fácil de atravesar, pero eso no cambia nuestra decisión. ¿Por qué? Para la mayoría de nosotres no existe un futuro.
Una simple mirada a la situación económica demuestra que no hay espacio para nosotres dentro del capitalismo, fuera de posiciones hiper-precarizadas y sin prestaciones que las generaciones pasadas, pocas que fueran, tuvieron. La jubilación es un sueño para la mayoría de la fuerza trabajadora. Se mantiene congelada la expansión de plazas, sea en la academia (que parece avanzar un funeral a la vez) o en otros sectores. Y no olvidemos el continuo ataque al acceso a la educación pública y gratuita (donde más del 80% de la juventud se queda sin acceso a la educación superior) por falta de presupuesto y la continua privatización, que muchas veces van de la mano. O que las becas, que para la mayoría es la única manera de poder dedicarle todo el tiempo a los estudios, se han reducido en muchas áreas y eliminado completamente en otras (como acabamos de ver en el ataque a las becas para posgrado).
Incluso si, por alguna razón, no consideramos la situación económica, viene algo que, aunque se quiera , no se puede ignorar: el cambio climático y la catástrofe ecológica que genera la lógica de acumulación de ganancias capitalista. En los próximos 7 años veremos las temperaturas más altas en todo el mundo gracias a la combinación del calentamiento global y el fenómeno del Niño; lo que participará en pasar los puntos de inflexión en el sistema climático de la tierra (es decir, empezar circuitos de retroalimentación positivos, haciendo que incluso si dejamos de liberar CO2 mañana, el clima seguirá por su cuenta). A pesar de las advertencias por más de 50 años, se mantiene el extractivismo de minerales y combustibles fósiles. La destrucción de ecosistemas y de la biodiversidad continúa y se acelera. Y es probable que cuando nuestra generación tenga 50 años ya no habrá agua potable para el 99% de las personas. Todo esto en el nombre del bolsillo de unas pocas personas que están pensando en escapar a otro planeta en lugar de salvar en el que ya están.
Es también en este contexto de la crisis que viene que se nos dice: “lucha por tu futuro”. Esto parece ser justamente lo que estamos buscando, pero cuando dicen esto no se refieren al futuro de todas las personas. O siquiera del planeta o la biodiversidad. Se refieren a que pensemos únicamente en nuestras posibilidades individuales: “busca que seas de aquellos privilegiados que tendrán un lugar en la nave espacial que huya de la Tierra”, “puede que no haya agua en los mantos acuíferos, pero busca tener el dinero para contratar una pipa”, “todo estará bien, solamente escapa de Latinoamérica y vete a Europa”. Todo esto es la verdadera falta de entendimiento de la situación en la cual vivimos, es mantener la ilusión de que solamente se trata de echarle ganas y será suficiente, pero bajo esta lógica, jamás será suficiente. Estas supuestas “posibilidades” y pensamientos individualistas no son más que una trampa.
En estas circunstancias, no es extraño que nuestra generación y las sucesoras sean las generaciones con mayor porcentaje de trastornos depresivos-ansiosos. Tampoco es sorprendente que gran parte de nosotres prefiramos pasar nuestro tiempo en redes sociales, videojuegos o consumiendo drogas que pensando en nuestro futuro; no debe haber acción más depresiva en la actualidad que pensar en ese agujero negro de precarización y crisis.
¿Y qué se nos dice a quienes decidimos hacer algo para cambiar esto? Que pensemos en nuestro futuro. Se nos dice “No querrás que tus futuros jefes sepan que fuiste un Parista”, como si hubiera algún otro trabajo aparte de terminar en un call-center sin ningún tipo de porvenir. Se nos advierte del peligro de juntarnos con marxistas, anticapitalistas, activistas o luchadores, como si fueran una amenaza y no el mayor aliado que podemos tener para cuestionar la realidad como nos es presentada y apostarnos a transformarla.
Es justamente porque hemos pensado en nuestro futuro que hemos decidido luchar. Hemos visto la crisis que se avecina; la injusticia en nuestra sociedad; la corrupción que impregna el sistema; las amenazas y violencias que tendremos que afrontar; un mundo sin trabajo digno; la destrucción del planeta y en lugar de rendirnos, de aceptar que así son las cosas, que así es la realidad, hemos decidido luchar por un mundo en el que no exista ningún tipo de opresión ni explotación y por un sistema en donde la humanidad coexista de manera armónica con el planeta.
Si la vida no es justa, la haremos justa. Es nuestro futuro por el cual estamos luchando. Es porque somos realistas que entendemos la necesidad de salir a las calles, la necesidad de demandar lo imposible. ¿Qué es más utópico, pensar que podemos seguir como estamos o que necesitamos cambiar de raíz para salvar lo que nos queda?