Publicamos a continuación para intereses de nuestras lectoras y lectores un artículo editorial del diario israelí Haaretz donde denuncia la avanzada sobre el norte de Gaza como una limpieza étnica.
Jueves 31 de octubre 09:04
Residentes del campo de refugiados de Jabalia, en el norte de Gaza, huyen hacia el sur en medio de los bombardeos del Ejército israelí.
Las fuerzas israelíes llevan tres semanas y media sitiando el norte de la Franja de Gaza. Israel ha bloqueado casi por completo la entrada de ayuda humanitaria, con lo que ha provocado la hambruna de los cientos de miles de habitantes de la zona sitiada. La información que llega desde la zona sitiada es sólo parcial, ya que desde que comenzó la guerra Israel ha prohibido a los periodistas entrar en Gaza.
Pero incluso con base en lo poco que se ha revelado al público, se pueden decir dos cosas sobre el asedio. Primero, la escala de las víctimas civiles causadas por los bombardeos diarios del ejército a las ciudades y los campos de refugiados en el norte de Gaza –niños, mujeres, ancianos y hombres inocentes de cualquier delito– es enorme.
Además, los servicios médicos y de asistencia han colapsado en gran medida, y otras instituciones también están colapsando. En consecuencia, cientos de miles de personas corren ahora el riesgo de morir de hambre o ya sufren una hambruna terrible.
Israel afirma que les dijo a los residentes que debían abandonar el norte de Gaza y que, incluso ahora, todavía pueden avanzar hacia el sur por las rutas que el ejército ha designado para este fin. Por ello, a los residentes, muchos de los cuales ya han sido desarraigados dos o tres veces o incluso más de los lugares a los que han huido de los terrores de la guerra, ahora se les pide que se muden de nuevo. Sin embargo, Israel se ha abstenido de dar a los desplazados garantía alguna de que podrán regresar una vez que termine la guerra.
En vista de lo anterior, no es de extrañar que hayan surgido graves sospechas de que Israel está perpetrando en la práctica una limpieza étnica en el norte de Gaza y que esta operación tiene como objetivo vaciar permanentemente esa zona de palestinos.
Esta sospecha encaja tanto con los principios del "plan de los generales" impulsado por el mayor general (en reserva) Giora Eiland –un plan que el ministro de Defensa, Yoav Gallant, ha negado implementar– como con las demandas de los partidos supremacistas judíos en la coalición gobernante que están impulsando abiertamente una política de expulsiones masivas y el establecimiento de asentamientos judíos en el norte de Gaza.
La limpieza étnica es un crimen moral y legal a la vez. El derecho penal considera las expulsiones masivas como crímenes de guerra y de lesa humanidad. Es horrible que algunos miembros del gobierno de Benjamin Netanyahu quieran cometer esos crímenes.
Tan pronto como comenzó la guerra, comenzaron a pedir que se "borrara Gaza" y que se perpetrara una " segunda Nakba". Pero muchos israelíes tomaron a la ligera tales declaraciones y el sistema de aplicación de la ley, encabezado por la fiscal general Gali Baharav-Miara, se abstuvo de hacer frente a esta incitación a cometer delitos.
Ahora podemos ver los resultados: Israel se está deslizando hacia una limpieza étnica; sus soldados están llevando a cabo las políticas criminales de la derecha mesiánica y kahanista; e incluso la oposición de centro y centroizquierda no dice ni pío. Este consenso detrás de la limpieza étnica es vergonzoso, y todo líder público que no exija el fin de la expulsión de facto está apoyando este crimen y se ha convertido en cómplice de él.
Si este proceso no se detiene inmediatamente, cientos de miles de personas se convertirán en refugiados, comunidades enteras serán destruidas y la mancha moral y legal de este crimen se aferrará y perseguirá a cada israelí.