La nadadora estadounidense ganó la medalla de Oro en la disciplina 100 metros libres. La particularidad de este triunfo consiste, no sólo en el empate cronológico con la canadiense Penny Oleksiak que las llevó a las dos a compartir el podio olímpico por el Oro; sino que Manuel es la primera mujer negra en ganar un oro olímpico.
Martes 16 de agosto de 2016
Simone Manuel -de 20 años- se convirtió el pasado jueves en la primera mujer negra en ganar el oro olímpico en natación en la modalidad 100 metros libres. En sus declaraciones ante el triunfo, no sólo expreso su emoción por haber logrado conquistar el primer lugar en el podio, sino que hizo mención a la situación de conflicto racial en su país: “Creo que significa mucho, especialmente con lo que está pasando en el mundo hoy en día con problemas como la brutalidad policial. Esta victoria ayuda de alguna manera a traer esperanza y cambio en algunos de los problemas que hay en la actualidad”, expresó haciendo referencia a una serie de tiroteos de policías contra hombres y mujeres afroamericanos que se produjeron en las últimas semanas, provocando manifestaciones y protestas -algunas violentas- en Estados Unidos.
Manuel, nació en Houston y está estudiando en la Universidad de Stanford. En Río, es una de las dos mujeres afroamericanas que consiguen medalla olímpica en natación. La otra es Lia Neal que ganó un bronce en el relevo 4x100 libre. En sus declaraciones también nombró a algunos otros afroamericanos que fueron competidores olímpicos: “Esta medalla no es sólo para mí, es también para todos los deportistas afroamericanos que han estado aquí antes que yo y que me han servido de inspiración y han sido como unos mentores para mí”, dijo.
Entre uno de estos ejemplos citó el caso de Maritza Correia, una nadadora de origen portorriqueño, que logró en el 2004 convertirse en la primera mujer negra en formar parte de un equipo olímpico de natación en los Estados Unidos.
El gran triunfo cobra mayor importancia si nos adentramos en la historia de la piscinas en los estados unidos y entendemos porqué.
Durante los años 50 -en pleno estallido racial en Estados Unidos- a los afroamericanos se les prohibía entrar a las piscinas públicas, como plantea Jeff Wiltse, autor del libro “Aguas disputadas: una historia social de las piscinas en EE.UU”. “Las piscinas municipales han servido históricamente como `escenarios´ de conflictos sociales al ser uno de los pocos espacios urbanos donde coinciden grupos de población que no tenían por qué interactuar en otros lugares. (…) Antes a lo mejor se veían al cruzar la calle. En las piscinas esperaban en la fila para entrar, casi desnudos y luego se bañaban en el mismo agua”, cuenta el autor. Al avanzar en la conquista de los afroamericanos en el acceso a las piscinas públicas, la construcción de piscinas privadas en clubs y jardines de los blancos americanos fue acrecentándose, claramente expresando su deseo de seguir excluyendo de esta actividad a los americanos no blancos. Durante esos años las organizaciones en defensa de los derechos de los afroamericanos las incluyeron como escenarios de protesta por sus derechos en los que ocurrieron varios incidentes como en el que quedó registrado en esta imagen.
En 1964, un grupo de jóvenes negros saltó al agua en la piscina de un hotel en St. Augustine (Florida) para protestar porque se les prohibía la entrada. El dueño del hotel, James Brock, intentó expulsarlos arrojando ácido en el agua.
Recién en el año 1973 el tribunal supremo prohibió la segregación racial en espacios privados.
Esto no solamente trajo implicancias en materia de derechos humanos y civiles, sino que al haberles sido negado el ingreso al agua para practicar deportes o simplemente para refrescarse, hoy en día existe un 70% de esta población no sabe hacerlo. Es por eso que Simone en sus declaraciones hacía referencia a lo importancia de que haya nadadores negros: “Yo trabajo tan duro como cualquier otra persona y amo este deporte y quiero ganar como todos los demás”.
El triunfo de la nadadora de los Estados Unidos se da en suelo brasilero; es paradójico, ya que en estos dos países como en tanto otros existe una gran segregación hacia la población negra, que se intenta invisibilizar con el mito de la “democracia racial”. En Brasil en las jornadas de junio de 2013 contra el aumento de tarifas en el transporte público, millones de personas salieron a las calles en una gran oleada de manifestaciones, donde las demandas del pueblo negro estuvieron presentes. En el corazón del imperialismo, el asesinato sistemático de afroamericanos por la policía alcanza números de guerra civil: en las últimas manifestaciones del mes de julio de este año, miles de ciudadanos afroamericanos salieron a las calles para exigir por sus derechos teniendo como principales consignas “sin justicia no hay paz” y “Black lives matter” (las vidas de los negros importan).