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Red Internacional
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Sin resultados, la reunión entre representantes de los fabricantes automotrices, las concesionarias y dirigentes sindicales con el gobierno, pasó a cuarto intermedio hasta el miércoles. Se prorroga ProCreAUTO, con el objetivo de lograr hasta fin de año la venta de 40 mil autos, pero "nadie obliga" a las empresas a volver a adherirse. Los 15 mil suspendidos, bien gracias

Esteban Mercatante @EMercatante

Martes 9 de septiembre de 2014

Después del “garrote” (sólo verbal), la zanahoria. A una semana de haber acusado a las automotrices y concesionarios de “encanutar” autos a la espera de aumentos en sus precios, la Presidenta los recibió ayer en la casa rosada.

La reunión, que comenzó a las 19:30hs y se extendió hasta pasadas las 22hs, contó con la presencia de directivos de Ford, Fiat, Renault, Volkswagen, Peugeot, Honda, Toyota, General Motors, Mercedes Benz, IVECO y Scania, nucleados en la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA), además de las concesionarias (ACARA) y tres dirigentes del SMATA, aunque no su titular, Ricardo Pignanelli. La presidenta Cristina Fernández estuvo acompañada por los ministros de Economía, Axel Kicillof, y de Industria, Débora Giorgi, y el presidente del Banco Nación, Juan Forlón. (Ver Ganancias sin freno)

El objetivo era negociar las condiciones de extensión de ProCreAUTO hasta fin de año, y saldar las dificultades planteadas por los fabricantes. Se definió que el objetivo es lograr una venta de 40.000 autos para diciembre de este año. Fuentes sectoriales indicaron que quedó claro que la adhesión de las terminales a la nueva versión del ProCreAuto será voluntaria.

Los “encanutadores” siguen beneficiados por los créditos subsidiados para sus potenciales compradores, aunque esto no sea suficiente desde el punto de vista empresario y exijan otras condiciones, como una liberación de dólares más aceitada para importación de insumos.

Esta convocatoria ocurrió en el luego de que la Presidenta apuntara contra el sector por realizar maniobras para “encanutar” autos, en el medio del plan impulsado por el gobierno para estimular las ventas. También acusó a los fabricantes de haber realizado maniobras con los permisos de importación para hacerse de dólares. Desde ACARA desmintieron tajantemente tener guardadas autos que retacearan a los compradores. Durante una entrevista a radio El Mundo el día sábado, el presidente de la entidad, Rubén Beato destacó que las terminales “no entregan autos, porque no producen”, y agregó: “En la concesionarias no tenemos mercadería”. Aunque destacó la decisión oficial de lanzar el Procreauto, sostuvo que sí “las automotrices no producen, la continuidad del plan es falso, ya que es solo título”.

Las terminales automotrices también rechazaron las acusaciones oficiales, pero sí adujeron problemas por la falta de divisas para solventar sus importaciones. En una de ellas explicaron que “las empresas tienen una abultada deuda con sus casas matrices y ya no cuentan con financiamiento para la adquisición de autopartes importadas. Ese es el principal problema”. La reunión de ayer habría terminado sin mayores avances en este aspecto, considerado crucial por las terminales.

Más allá de la dureza discursiva de la semana pasada, durante toda la década el kirchnerismo mantuvo la “política de Estado” de sostener en un lugar privilegiado a la industria automotriz. Este sector mantuvo dentro del Mercosur un comercio administrado, que permitió a las terminales organizar el negocio a nivel latinoamericano asegurándose buenas ganancias a pesar del fuerte rezago productivo (de Argentina respecto de Brasil y de ambos respecto del resto del mundo).

A esto se sumaron los esfuerzos del SMATA para estar a la vanguardia en perfeccionar las clausulas flexibilizadoras en los convenios colectivos negociados en el sector (mayormente por empresa) desde los años ’90. La creatividad empresaria y el acatamiento de la burocracia sindical dieron lugar a múltiples formas para sacar el mayor jugo del trabajo obrero. El resultado es que durante la década pasada mejoró de forma continuada la ecuación económica del sector (después de la ya de por sí buena década de los ’90): el resultado bruto sobre ventas pasó de 8% en 2003 a 12% en 2010.

Con ProCreAUTO, el gobierno volvió a marcar una continuidad en esta disposición para colaborar con políticas que aseguren la rentabilidad empresaria. El gobierno subsidió con este plan la compra de vehículos otorgando créditos con un plazo de repago de hasta 60 meses en cuotas fijas, a una tasa del 17% para clientes del Banco Nación y el 19,2% para no clientes, y la cuota podrá alcanzar hasta un 30% del ingreso mensual. Aunque según el gobierno el acuerdo iba acompañado de bajas en los precios mayores al 10 por ciento, en realidad en promedio fueron menores a cinco por ciento, y en varios de los modelos fueron inexistentes. Como dijera el presidente de Fiat, Cristiano Ratazzi, en diálogo radial, “Eso de los precios es todo medio un cuento”.

Al mismo tiempo que el gobierno impulsaba este plan, las empresas mantuvieron suspensiones que afectaron –y lo siguen haciendo- a más de quince mil trabajadores y que representan una merma en sus ingresos. Las mismas cuentan conformidad del SMATA, y de la UOM, los gremios que se reparten el encuadramiento de los trabajadores del sector.

Resta ver si en los encuentros que seguirán, que serán “a nivel técnico” con los ministros, se logra despejar las trabas para la adhesión de todas las firmas. Pero ya los objetivos más limitados de esta segunda etapa de ProCreAUTO (40 mil unidades vs. las 50 mil cuando fue lanzado) permiten prever que aún si se despejan estas dificultades no revertirá el panorama del sector. La amenaza de despidos sigue latente. Y gracias a los convenios que el SMATA viene firmando desde hace dos décadas, las empresas tienen amplio margen para alterar de forma inmediata el nivel de empleo y remuneración de acuerdo a los vaivenes del mercado. Las “modernas” relaciones laborales –desde el punto de vista empresario– permiten que sean los trabajadores quienes paguen los peores costos del parate productivo.