En las últimas horas transcurridas nadie ha quedado ajeno a la experiencia de abuso laboral y patronal que vivieron las trabajadoras temporeras de la localidad de San Antonio, cercana a Tierra Amarilla, zona norte del país, quienes fueron arrastradas por el alud al estar encerradas en un container que la empresa Frutícola Atacama Limitada mantenía.
Jueves 2 de abril de 2015
La mayoría son mujeres procedentes de los sectores más empobrecidos de nuestro país, son quienes dan vida a uno de los sectores de la producción más precarizados, más de 280 mil mujeres en la actualidad entregan su fuerza de trabajo a grandes empresas agrícolas. Sin contrato, expuestas a sustancias tóxicas, abusos sexuales y laborales.
Desde La Izquierda Diario Chile en la presente entrevista, hemos querido abordar de manera directa la jornada laboral de una mujer temporera. Para esto entrevistamos a Giovanna Toledo, quien tiene 36 años de edad y desde los 21 años se ha desempeñado como temporera en distintas regiones de Chile, con dos hijos de 18 y 16 años nos relata lo complejo que ha sido vivir la vida como madre y trabajadora.
Partimos nuestra entrevista contando a Giovanna sobre lo sucedido días atrás con las trabajadoras de la Frutícola Atacama. Su primera reacción por lo que logramos ver, lo que ella luego confirmó, fue de rabia, pues no comprende que "exista tanta maldad por parte de los empresarios a costa de la vida de otras personas”.
Giovanna nos cuenta que es común que en cada jornada uno “esté expuesta a pasarla mal”, agregando que “yo he trabajado recolectando manzanas, uvas, sandías y hasta flores años atrás, y el tema por ejemplo de los insecticidas o químicos que tenemos que soportar trabajando, es enorme, muchas compañeras de trabajo han terminado incluso intoxicadas”.
El trabajo no es permanente, nos explicita, “hay temporadas donde uno debe trabajar, al menos yo soy de ir a trabajar las temporadas de verano, mi mamá siempre ha cuidado a mis hijos y yo me he ido a trabajar a alguna región”. ¿Es difícil distanciarse de los hijos? Le preguntamos. "Al principio sí", nos responde, "porque eran pequeños y necesitaban más de mi, el papá de mis hijos nunca ha aportado en nada y no me queda de otra, vivo con mi mamá y ella me apoya”.
El salario promedio de las mujeres temporeras en nuestro país es de $214 mil, los hombres reciben un 19% mayor a los ingresos que obtienen las mujeres, lo que deja de manifiesto la brecha salarial ligada al género.
Giovanna expresa que “muchos hombres y mujeres decidimos trabajar así porque nos da posibilidad de concentrar un poco más de dinero de lo que tenemos siempre, la mayoría de las personas con las que he trabajado no tienen un trabajo permanente en el año y la recolección de fruta, o de la cosa que sea, nos sirve para juntar algunas lucas, no piden mucho papeleo y eso hace que sea más fácil trabajar, la mayoría eso sí no es de Santiago como yo”.
“Trabajamos por lo que cortamos, recolectamos, cada caja, cada cajón tiene su precio, mientras más hagamos más ganamos, esa es la idea”. Giovanna nos cuenta también que al trabajar tanto tiempo en lo mismo, cada temporada arriendan unas piezas con el grupo de trabajadores que conoce hace tiempo, y con el que incluso mantienen relaciones de amistad a lo largo del año, aunque no se vean.
Explicita que “muchas veces no hay baños, ni comedores donde comer, esperamos llegar a nuestras piezas para comer con tranquilidad porque devolvernos a nuestras casas no nos conviene, ya que la idea es ir a juntar dinero y no gastárselo”.
El dia parte temprano, nos comunica Giovanna, "uno tiene que hacerse sus propios ritmos de trabajo, los jefes incluso nos hacen competir entre nosotros, es la ley de quien se salva solo, la competencia entre mujeres es brutal, existen buenas relaciones, pero estas siempre están medias tensas porque todos tenemos necesidades y el bolsillo es lo primero, siendo que no debiese ser así”. “Trabajamos como mínimo 9 horas de sol a sol, la piel se seca entera y uno queda para puro dormir cuando se acaba el día”.