La pandemia ha dejado a 1 de cada 3 jóvenes en México sin la posibilidad de estudiar ni trabajar. Una y otra vez nos dijeron que somos el futuro del país, pero los empresarios y el gobierno nos están arrebatando el nuestro.
Martes 7 de julio de 2020
La pandemia ha dejado a 1 de cada 3 jóvenes en México sin la posibilidad de estudiar ni trabajar. Una y otra vez nos dijeron que somos el futuro del país, pero los empresarios y el gobierno nos están arrebatando el nuestro.
Según Miguel Székely, director del Centro de Estudios Educativos y Sociales (CEES), una de las consecuencias de la pandemia, será un alto incremento de la cantidad de jóvenes sin acceso a la educación ni al trabajo, a los 6 millones jóvenes en esa condición, se sumarían 4.3 millones.
De abril a junio hubo un aumento de 20.2 a 33.3% de jóvenes en esta situación, es decir que 1 de cada tres jóvenes no puede ni estudiar ni trabajar. Según el CEES las causas de este fenómeno son tres, la primera que aquellos que trabajaban y no estudiaban fueron despedidos.
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La segunda que varios jóvenes optaron por dejar los estudios para empezar a trabajar pero que a la fecha no han podido emplearse y la tercera que aquellos que estudiaban dejaron de tener la posibilidad de seguirlo haciendo. Este último grupo está conformado por 603 mil jóvenes que al finalizar este ciclo escolar no volverán más a las aulas, pues las clases en línea no son asequibles para millones de jóvenes que no tienen las condiciones de tomarlas, en pocas palabras son un paso más en la elitización de la educación.
De esta población un 25% de jóvenes de entre 15 y 29 años son el principal ingreso de sus familias, lo que implica que 1 millón de familias se han quedado sin ningún tipo de sustento económico.
El mismo estudio indica que la recuperación de los empleos perdidos será de aproximadamente 15 meses, pues a pesar de que la pandemia pase, la crisis económica no parece tener un cierre próximo y la misma ha sido descargada sobre los sectores más precarizados, mismos que están compuestos por millones de jóvenes que laboran en el mejor de los casos con contratos basura.
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Székely dijo que frente a esta situación es necesario mejorar la orientación de recursos a programas como Jóvenes Construyendo el Futuro y las Becas Benito Juárez. Como explicamos en esta nota el primero tiene una cobertura mínima y mantiene a decenas de miles de jóvenes laborando para pequeñas, medianas y grandes empresas (como Coca Cola) que no ponen ni un peso pues es el gobienro el que les da becas de 3,780 pesos mensuales.
Para mayo eran un poco más de 600 mil jóvenes que aplicaban para este programa y con la pandemia hay registros de que ha aumentado exponencialmente producto de la pandemia. Pero lejos de ser un programa que garantice mejores condiciones para la juventud, es una manera más de hacerles un gran favor a las empresas que pueden contratar mano de obra gratuita con becas pagadas por el gobierno de 3,780 pesos mensuales, mismos que son completamente insuficientes para llegar a fin de mes.
Según las cifras arrojadas por el IMSS, un 70% de los despidos son de menores de 29 años tan sólo en el sector formal. Esto se da en primer lugar porque somos nosotros y nosotras a quienes las empresas contratan de manera precaria, con contratos mensuales, sin prestaciones laborales, a través de la subcontratación. Esto implica que el porcentaje de jóvenes desempleados es aún mayor, pues la gran mayoría trabajamos en el sector informal por lo que no estamos en los padrones del IMSS.
No sólo son insuficientes los programas de la 4T para hacerle frente a las condiciones de precarización y falta de acceso a la educación en la juventud, el mismo gobierno es cómplice directo de que esta realidad no pare de incrementar. El decreto presidencial que prohibía los despidos se quedó en el papel, podemos contar con una mano la cantidad de empresas sancionadas por dejar a sus trabajadores en la calle.
Además por más que Luisa María Alcalde y López Obrador se han pronunciado contra el outsourcing, es falso que hayan hecho algo para detenerlo, la reforma laboral aprobada por su gobierno no hizo nada para detener la subcontratación, por el contrario esta manera de emplear trabajadores, utilizada principalmente por los call centers, es cada vez más generalizada. Es también el gobierno el primero en implementar contratos basura para los trabajadores estatales.
No es la pandemia la que nos arrebata el derecho a la educación y al trabajo, son las políticas que benefician las ganancias de los empresarios por sobre nuestras vidas. Nuestra generación creció en la crisis económica, misma que se ha convertido en la más profunda en el último siglo, pero también es nuestra generación la que tiene la posibilidad de dar una salida diferente a la crisis.
Son muchos los ejemplos de los trabajadores en el país que le están haciendo frente a los despidos, a las condiciones de muerte bajo las que los patrones los obligan a laborar. En el mundo entero hay movilizaciones de la juventud que sale a las calles a hacerle frente a la violencia policial y al racismo, los cuales son descargados sobre los sectores más pobres.
Hoy frenar los despidos y la precarización laboral es esencial para garantizar que tendremos un futuro que valga la pena ser vivido. Para esto debemos organizarnos junto a los trabajadores que ya han empezado a enfrentar a sus patronales, al gobierno y al charrismo sindical, reivindicando que, ¡nuestras vidas valen más que sus ganancias!
Sumémonos al Movimiento Nacional Contra la Precarización y los Despidos, con los trabajadores de General Motors Silao, los profesores de la UACM, las obreras de Macuspana en Tabasco y organicémonos para que la crisis no la paguemos nosotres.