Poniendo en el centro la instalación de “otros paradigmas” que no son los tradicionales de “la derecha, la izquierda, el centro”, la presidenta de la Convención Constitucional Elisa Loncón realizó este martes un balance a un mes de la instalación del organismo. Su énfasis estuvo puesto en la unidad que existe en el organismo entre los distintos sectores, dando cuenta del respeto que tienen a los poderes constituidos del viejo régimen. Afuera quedó la situación de los presos políticos políticos de la revuelta o el asesinato del weichafe Pablo Marchant a solo días que la Convención se pronunciará contra la desmilitarización del Wallmapu.
Miércoles 4 de agosto de 2021
Este martes, Elisa Loncón y Jaime Bassa realizaron un balance del primer mes de instalación de la Convención Constitucional. La presidenta y el vicepresidente del organismo pusieron énfasis en las cifras del organismo: “13 sesiones del pleno, más de 115 votaciones, 130 horas de trabajo de sesiones” dijeron. Pero también se refirieron a la instalación de una suerte de nueva cultura política: “Aquí se instalaron otros paradigmas, se instaló la paridad, se está instalando la interculturalidad, se está instalado el diálogo honesto, se está instalando el sentimiento del amor entre nosotros para poder trabajar”.
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Las palabras generales sobre el buen trabajo de la Convención continuaron por parte de Loncón: “Aquí se han instalado formas de trabajo que son muy valorables. Y una de ellas es el trabajo colaborativo entre los constituyentes y la mesa. Un valor instalado en nuestro país, en todos los pueblos, en todas las culturas”, aseguró. Bassa (independiente FA) en el mismo sentido señaló para lo que sigue: “Nuestro llamado es a continuar trabajando de manera colaborativa, con diálogo, con humildad, con respeto, haciendo eco al importante compromiso y responsabilidad que hemos asumido de cara a los pueblos de Chile”.
De la expectativa al realismo de los límites de la CC
Con un primer día marcado por la movilización en las calles exigiendo la liberación de las y los presos políticos de la revuelta, desde su instalación la Convención reflejó las tensiones con los poderes constituidos. Y es que la Convención Constitucional se instaló por la “cocina” del Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución firmado por todos los partidos del régimen desde la derecha hasta el FA y “ratificado” en las calles por el PC para desviar la rebelión de octubre de 2019 y cambiar algo para que nada cambie.
Y, a poco andar la CC mostró claramente sus límites. A la conducción del FA (con Bassa) junto a la ex Concertación se sumó que votaron junto a la derecha en variadas oportunidades. En su primera semana votaron una testimonial declaración para que el odiado parlamento apenas “apure” el proyecto de indulto a las y los presos políticos en la cual dejaron bien claro que no pretenden “interferir ni arrogarse las competencias o atribuciones de otros poderes del Estado”, declaración impulsada por el FA, el PC y a la que La Lista del Pueblo se sumó alejándose de su declaración del 8 de junio donde llamaban a no ceñirse a las amarras de la cocina del 15N.
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Lejos de las demandas de octubre y la necesidad de retomar la movilización
Pese a las innumerables muestras de respeto por parte de la izquierda del régimen (FA-PC) a los poderes constituidos y a la derecha, que llegó incluso a darle un puesto en la mesa directiva siendo una minoría, Chile Vamos ha dejado claro que su apuesta es por moderar todo lo posible el debate para cambiar algo para que nada cambie. Se juegan por preservar lo más posible la obra de la dictadura. Es así que este lunes presentaron una moción contra la presidenta y el vicepresidente en la comisión de ética, al mismo tiempo que pusieron a un secretario directo de Pinochet en la dictadura en la comisión de DDHH, toda una provocación que muestra hasta dónde sirve regalarle espacios a la derecha.
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Como mencionamos más arriba, la CC fue una trampa y desvío de los partidos de los 30 años para garantizar un proceso controlado y sacar a las masas de las calles que amenazaban con derrotar el orden de los capitalistas luego del paro del 12N. En ese acuerdo participó directamente el FA y el PC si bien no firmó, se cuidó de que la CUT no convocara a ninguna medida seria de movilización posterior a su firma. La Lista del Pueblo, que se mostraba contraria a la cocina del Acuerdo por la Paz se ha subordinado completamente a las cocinas de la CC y han abandonado cualquier pelea porque la CC libere a los presos políticos y se declare soberana.
Como se ha mostrado a cada paso desde la instalación de la CC, nuestras demandas las conseguiremos con la movilización y no pactando con la derecha o subordinandonos a los pactos con las fuerzas del viejo régimen. Hay que exigir que la Convención rompa con el acuerdo del 15N, decrete la libertad a todos los presos políticos por luchar y todas las demandas por las que peleamos en octubre como No + AFP, el derecho a la salud, la vivienda y educación, el derecho al aborto y las demandas del movimiento de mujeres y LGTBIQ+, la devolución de las tierras al Pueblo Mapuche y otorgue su derecho a la autodeterminación, la nacionalización de los recursos estratégicos bajo control de los trabajadores para resolver las demandas sociales. Es decir, que se declare soberana, discuta y tome todas las medidas sin respetar ninguna limitación de los viejos poderes del régimen.
En este camino hay que exigir a los grandes sindicatos que rompan con la tregua y subordinación al régimen actual y retomemos el camino de la movilización y la autoorganización en los lugares de estudio y trabajo.
Esta es la perspectiva por la que pelea el Partido de Trabajadores Revolucionarios, para fortalecer una izquierda de las y los trabajadores que no se subordine a las reglas de la cocina y busque romper con todas las instituciones del viejo régimen. En este camino plantea la necesidad de conformar un Frente de la Izquierda Anticapitalista de las y los Trabajadores para enfrentar el próximo escenario electoral.
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