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Red Internacional
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TERCERA OLA. Sin protocolos sanitarios, siguen actividades culturales en la CDMX

En medio del repunte de casos de coronavirus de la tercera hora y la negativa de activar el semáforo rojo, se realizan actividades sin condiciones sanitarias necesarias, exponiendo a cientos de personas al contagio.

Miércoles 21 de julio de 2021

En el 2019, por parte de la Secretaría de Cultura de la CDMX, se lanzaron una serie de programas sociales que se apostaban a llevar actividades culturales a lugares donde no había una oferta cultural para la población. Programas como Promotores Culturales Comunitarios (PCC), Talleres de Artes y Oficios (TAOC), Colectivos Culturales Comunitarios (CCC), etc., comenzaron a operar de manera territorial para atender a la mayor cantidad de usuarios posible.

Con la llegada de la pandemia al país, se tuvieron que reconvertir los programas al terreno digital, lo que no solo implicó que se dejara de lado al sector más precario y que no tiene acceso a la tecnología, justamente el que se había planteado como objetivo principal del trabajo, sino que implicó manejar de una manera muy diferente los programas. Durante el 2020 todo el programa se desarrolló en línea, pero con el paso al semáforo amarillo en la CDMX, en 2021 se dio la indicación de salir a territorio para volver a incidir en los espacios y atender a los usuarios. La preocupación principal desde un inicio, por parte de los que conformamos los programas, fue la exposición a la enfermedad y si la Secretaría de Cultura de la ciudad nos proporcionaría equipo de protección.

Una vez en territorio caímos en cuenta que no había equipo sanitario. Por parte de los programas se desarrolló un Protocolo de Seguridad que de manera formal plantea las medidas y recomendaciones sanitarias generales, pero en el trabajo en campo éstas no son aplicables.

Las sesiones presenciales se desarrollan en ocasiones con más de 20 usuarios, principalmente infancias que no portan cubrebocas. Somos nosotros, quienes llevamos adelante las sesiones culturales, los que tenemos que proveer el gel antibaterial para los usuarios, instarlos a que porten los cubrebocas y recibirlos y atenderlos, aunque no tomen las medidas, pues no se puede rechazar a nadie.

La indicación es llevar adelante las actividades y llenar las listas pues lo más importante es cumplir con los objetivos para justificar la existencia del programa. Poco les importan las condiciones en las que se den. Incidimos en espacios al aire libre, con el pretexto de pandemia, pero que no tienen condiciones para atender a los usuarios, muchas ocasiones bajo el rayo del sol, en lugares sucios con basura y sin guardar sana distancia, compartiendo el material didáctico de las actividades.

Cuando se llega a contar con logística de sillas y lonas, se conglomeran los usuarios en una mesa. Las infancias gritan, estornudan, chupan los crayones y se los prestan entre ellos. Las sesiones culturales se convierten en un foco de infección, se exponen las vidas de las personas para poder cumplir con los números de los programas.

Hay una necesidad real de la gente por tener contacto después de todo el año de asilamiento, y es una necesidad que tiene que cubrirse, pero no puede ser sobre la base de exponer la vida de las personas.

Las actividades culturales son necesarias para la población pero no se pueden activar solo con discursos y para cumplir con los programas, sino con espacios y condiciones realmente óptimas, hasta que la totalidad de la población esté vacunada, que se les otorguen a los usuarios cubrebocas, gel antibacterial, que se acondicionen espacios realmente dignos y seguros, para poder ser una contención en un momento de crisis sanitaria pero sin exponer las vidas de los usuarios, ni la de los que llevamos adelante las actividades, quienes en su mayoría somos jóvenes precarizados, sin contrato, sin seguro médico ni prestaciones.

Son criminales las políticas del gobierno, que pretende una preocupación por cubrir los derechos culturales de la población, pero sobre la base de aparentar una normalidad que no existe, reusándose a activar el semáforo rojo y salvaguardar a la población. Si un infante se contagia en las actividades llevará el virus a toda su familia. Es un riesgo que no se puede tomar a la ligera con más de 236 mil muertes en el país.

Nuestras vidas valen más que sus simulaciones y su deseo de ganar votos rápidos.

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