Los trabajadores freelance son independientes ¿pueden organizarse sindicalmente?
Lunes 31 de julio de 2017
Los grandes medios de comunicación consideran que la generación “millenial” tiene ciertas características: nacieron entre 1980 y 1995, en medio de la gran era digital del auge del internet y las redes sociales, son simpatizantes de movimientos sociales (#Indignados) y participan de la política, no tienen trabajo estable, tienen altos niveles de escolaridad pero difícilmente encuentran trabajo.
En diversos países del mundo dicha generación ha participado de movimientos sociales el #15M, el #OccupyWall Street, el #YoSoy132 en México. También han colaborado en campañas políticas neoreformistas como la de Bernie Sanders en Estados Unidos y Podemos del Estado Español. De acuerdo con algunos medios están abiertos a “nuevas formas de pensar” como el socialismo. Según una encuesta “los “millenials” ven al socialismo con mejores ojos que al capitalismo (43% contra 32%, respectivamente)”.
Una franja importante de esta generación tiene trabajos llamados “freelance”. Sin estabilidad, sin empleo fijo, trabajan de diseñadores, contratistas, vendedores, editores, periodistas, programación informática, abogados, maestros particulares. Son mano de obra barata. Para autores influenciados fuertemente por el posmodernismo como Toni Negri en Imperio son el cognitariado.
Volver al proletariado
En Estados Unidos los freelance “millenials”, la generación del nuevo milenio (la del Siglo XXI), ven con buenos ojos la forma de organización política del siglo XIX: el sindicato. Rara paradoja para quienes vieron a esta nueva “clase” el “cognitariado” o “precariado” (Guy Standing) como una nueva y peligrosa clase social.
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Entendemos que la generación del milenio, la del siglo XXI, ve con buenos ojos la forma de organización del siglo XIX: el sindicato. Con la crisis de 2008 emergió una nueva generación política que cuestionó en Estados Unidos que los efectos de la crisis la pagaron los trabajadores. Entonces, en 2012 fotógrafos, diseñadores, abogados, programadores, periodistas, analistas, decidieron fundar un sindicato llamado “Freelande Union” para luchar por mejores condiciones de trabajo.
Con sede en Brooklyn, hoy tienen una membresía de afiliación de 350 mil sindicalizados. Para darnos una idea esta cifra es un poco menos que la totalidad del sindicalismo automotriz en Estados Unidos. Este sindicato, inusual, permitió que los afiliados lograran imponer contratos por trabajo, pago por horas, un seguro médico y hasta la posibilidad de una pensión por años de trabajo
Como todo fenómeno de la realidad existe un fenómeno contradictorio. Dice un articulista de Jacobin: “funciona menos como un sindicato tradicional y más como una ONG sin fines de lucro y orientada al servicio. En lugar de un comité ejecutivo elegido con miembros, su panel de gobierno incluye caras profesionales impresionantes como un ejecutivo de una empresa emergente de nuevas tecnologías internacional y alguien de Goldman Sachs.”
En otro sentido también en Jacobin “ninguna de estas organizaciones puede ser llamada sindicato en el sentido tradicional del término, ni tampoco tiene mucho poder para establecer salarios. Estos métodos de organización todavía requieren algún tipo de concentración del trabajo para ser eficaces.”
En medio de la oenegeización de la política en Estados Unidos no deja de ser un fenómeno interesante. La precariedad laboral obliga a luchar por las demandas más sentidas: seguridad social, basificación y derecho a un salario digno.
Según Karl Marx el sindicato es “una sociedad de seguridad creados por los mismos obreros”(…) “la finalidad de los sindicatos tiene como objetivo impedir que los niveles de los salarios disminuyan por debajo de la suma pagada tradicionalmente en las diversas ramas de la industria, y que el precio de la fuerza de trabajo caiga por debajo de su valor”.
Los “freelancers” son nuevos hijos de la clase obrera, con bajos salarios, son hermanos de clase con los obreros industriales. Se requiere pensar su organización.