Los dirigente del sindicato alemán IG Metall llegaron a un acuerdo escandaloso con Volkswagen que planea eliminar 35.000 puestos de trabajo y congelar salarios. Mientras más de 100.000 trabajadores amenazaban con una huelga histórica, la burocracia sindical de IG Metall traicionó y enterró la movilización.
Jueves 26 de diciembre de 2024 12:35
A principios de diciembre, cerca de 100.000 trabajadores de Volkswagen participaron en la primera huelga de advertencia, de los 120.000 empleados del grupo en Alemania. A través de su portavoz, IG Metall, el mayor sindicato del sector metalmecánico del mundo, prometió un movimiento huelguístico "como no se había visto en el país desde hace décadas" si no se llegaba a un "acuerdo justo". Sin embargo, el último viernes, la dirección sindical finalmente firmó un acuerdo con Volkswagen que prevé ataques de escala excepcional para hacer pagar a los empleados la crisis global del mercado del automóvil.
El acuerdo valida la eliminación de 35.000 puestos de trabajo en Alemania de aquí a 2030, o casi un tercio de la plantilla activa. En su lenguaje, las dos partes hablan de una "reducción socialmente aceptable", ya que se haría mediante jubilaciones, que no se reemplazaran por nuevis puestos, en lugar de los despidos directos que se habían anunciado hasta ahora. IG Metall también considera que se trata de un "avance" con respecto a los 55.000 puestos que la empresa planeaba eliminar.
El negociador sindical Thorsten Gröger se congratuló de que "no se produjeran cierres de fábricas", como había previsto inicialmente Volkswagen, aunque esto dista mucho de ser una certeza. Por el contrario, la conocida "fábrica de cristal" o "fábrica transparente" de Dresde (340 empleados) dejará de producir automóviles en 2026. En cuanto a la fábrica de Osnabrück (2.300 empleados), dejará de hacerlo a mediados de 2027, y Volkswagen ya buscará un comprador. Incluso Wolfsburgo, la fábrica más grande y cuna del grupo, cerrará la mitad de las líneas de producción, eliminando así 4.000 puestos de trabajo, mientras que su producción de Golf se trasladará a México en 2027.
Además de la destrucción masiva de empleo, se eliminarán las bonificaciones para 2026 y 2027, antes de reducirse durante al menos tres años más. También se han congelado los salarios durante los próximos dos años. En particular, los trabajadores de Volkswagen nunca verán el aumento sectorial del 5,5% que el sindicato negoció el mes pasado. En efecto, la dirección de IG Metall propuso a la empresa que este dinero se ingresara en un fondo para financiar "reducciones flexibles del tiempo de trabajo para determinados empleados".
Destrucción de empleo y pérdida de salarios para los trabajadores, dividendos garantizados para los accionistas
Olivier Blume, presidente del consejo de administración de Volkswagen, se jactó este lunes en el periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung de un "acuerdo sin precedentes". "Ninguno de sus predecesores había logrado imponer un plan de reestructuración tan importante al principal sindicato, IGMetall", felicita el Journal de l’Automobile, la prensa patronal del sector. Sin embargo, explica que los accionistas están decepcionados porque en el acuerdo no se preveía explícitamente el cierre total de la fábrica. Por ello, el director general Blume quiso tranquilizarlos asegurando que "la reducción de capacidad en varias instalaciones equivale a la de dos o tres grandes fábricas", antes de añadir que "todavía queda mucho trabajo por hacer, sobre todo en términos de costos".
Volkswagen planea ahorrar 4.000 millones de euros al año en total, incluidos 1.500 millones de euros a través de salarios más bajos y recortes de empleos. Estas cantidades corresponden más o menos a los 4.500 millones de euros en dividendos que se embolsarán los accionistas en 2023, de los cuales sólo 1.500 millones serán para la familia Porsche-Piëch, accionista mayoritario, que acogió con satisfacción el acuerdo a través de su holding, que describe como una "contribución sustancial a una reducción estructural y sostenible de los costos" y una "mejora significativa de la competitividad de Volkswagen".
Todavía se espera que los dividendos de 2024 superen con creces los 3.000 millones de euros, y el director financiero de Volkswagen reiteró recientemente el compromiso de distribuir al menos el 30% del beneficio neto entre los accionistas. El diario Les Échos explica cómo los accionistas fueron "permanentemente informados del progreso de las negociaciones" y cómo "un ejército de consultores de Roland Berger les [fabricaron] tablas de Excel" para calcular cuánto pueden esperar ganar en el futuro.
El único objetivo del "secreto" de las negociaciones era, por tanto, ocultar a los trabajadores el alcance de los ataques, para evitar cualquier cuestionamiento desde la base sindical antes de la firma. "Sabemos que si se filtra algo, provocará reacciones y puede descarrilar todo", explicó un delegado sindical a Les Échos, que también cuenta cómo la publicación de información sobre el traslado del nuevo modelo eléctrico ID 3 de Zwickau a Wolfsburg (para sustituir al Golf trasladado a México) por el grupo financiero Bloomberg ha "sembrado incomprensión y enfado [entre los trabajadores] en la fábrica".
La huelga evitada: una traición a la dirección de IG Metall
Después de 70 horas de negociaciones en un hotel de negocios en las afueras de Hannover, el cansancio sirvió de pretexto para una firma rápida. En conferencias de prensa separadas, ambas partes cantaron victoria. Los directivos de IG Metall calificaron el acuerdo de "milagro navideño" y, según Les Échos, ignoraron los 35.000 puestos que se eliminarán, que sólo fueron oficializados una hora más tarde por la dirección de Volkswagen.
Se trata verdaderamente de "un milagro navideño" para la dirección de la empresa automotriz, que empezaba a temer una movilización a gran escala. Según Reuters, el mayor banco privado de gestión patrimonial del mundo, UBS, estimó que cada huelga de dos horas le costó a Volkswagen alrededor de 100 millones de euros en facturación y 20 millones en beneficios operativos, y en cada ocasión se dejaron de producir entre dos y tres mil coches. Los alardes del director general, así como el alivio expresado por la prensa tras la firma del acuerdo, una vez pasada la amenaza de huelga, demuestran que entendieron que la fuerza de cien mil trabajadores en huelga era capaz de acabar con los planes de Volkswagen. Y, sin embargo, la burocracia sindical de IG Metall decidió abdicar sin luchar.
Que los intereses de la burocracia sindical converjan más con los de la dirección del buque insignia industrial alemán que con los de los trabajadores no debería sorprendernos cuando sabemos que la dirigente sindical Christiane Benner y la presidenta del comité de empresa Daniela Cavallo también son miembros del SPD, el partido socialdemócrata de Alemania del que es miembro Olaf Scholz, el canciller que acaba de dimitir. "No es sólo un detalle. Si dejara el comité de empresa, Daniela Cavallo podría considerar una carrera dentro de Volkswagen. Su predecesor, Bernd Osterloh, se convirtió así en director de recursos humanos de Traton" (filial del grupo), señala Les Échos.
El accionar de la IG Metall deja en claro que los trabajadores de los sectores más sindicalizados no pueden dejar sus huelgas en manos de una burocracia que defiende sobre todo sus propios intereses y los de los empresarios. La conducción de la huelga por parte de los propios huelguistas, a través de la organización de asambleas generales abiertas a todos los trabajadores esten o no afiliados al sindicato, será la primera condición para que los propios trabajadores voten sobre los términos de la huelga y sus demandas. Es a través de este camino que podrá surgir una alternativa a la burocracia sindical de IG Metall y construir una movilización capaz de arrebatar una victoria a favor de los trabajadores contra los ataques de los empresarios.
La versión original de este artículo se publicó en francés en el sitio Révolution Permanente, parte de la Red Internacional La Izquierda Diario en Francia.