A través de un comunicado la conducción del Smata ha hecho publica su adhesión al paro “sin concurrencia a los lugares de trabajo”. Una medida que lejos de ser parte de un plan de lucha serio es para lavarse la cara frente a la bronca de muchos trabajadores.
Martes 4 de abril de 2017 17:32
Cuando el Gobierno de este país estaba en manos de Cristina Fernández, el sindicato Smata se caracterizó por un alineamiento sin reparos, que lo llevó a carnear cuanto paro se produjo, sin importarle que el reclamo, contra el Impuesto a las Ganancias, era masivo entre la base del gremio. De esta forma, durante los paros anteriores, se presionaba porque todo el mundo concurra a trabajar, para luego estar sin tareas, ya que sin logística las terminales no podían producir.
Con la llegada del Gobierno de Macri, el Smata lanzó una política caracterizada por el doble discurso y la hipocresía. Por un lado, se critica al Gobierno por su política ajustadora, mientras que en la práctica se le presta apoyo político. Como muestra de esto, hay que recordar el vergonzoso apoyo de Oscar Romero, diputado de Smata, al pago a los fondos buitre.
Pero fundamentalmente, el servicio del Smata ha sido prestado a las patronales del sector. Un plan de suspensiones masivas, en las terminales, que implican una fuerte rebaja salarial y el aumento de la precarización. Los despidos, cierres de fábrica, etc. Todo avalado por el gremio.
La adhesión del Smata al paro del 6 no va en contra de esta orientación, sino que es una lavada de cara para poder seguir adelante. Quieren que la bronca no se junte en una acción limitada desde el vamos.
Los mecánicos del Frente de Izquierda consideramos que tenemos que lograr que el paro sea activo. Creemos que tenemos que ganar las calles, y participar de las acciones en todo el país.
Según dijo un burócrata de renombre “la crisis la tenemos que pagar entre todos”, y de esta manera engañosa, hizo público su programa, la intención del gremio, la patronal y el Gobierno, de que los efectos de la baja de la producción tengan de garantes a los trabajadores. Ellos dicen que si no hay suspensiones habrá despidos. Pero eso no es verdad. Se puede terminar con las suspensiones y lograr una verdadera estabilidad laboral, si se impone la jornada de 6 horas sin rebaja salarial.