Comentario al libro "Escena Obrera. Entre la pluma y la pólvora" de Valeria Yáñez, por parte de Alberto Kurapel. Actor, director, dramaturgo, cantautor y performista Premio Presidente de la República a las Artes Escénicas y Premio Regional de las Artes por su trayectoria en Cultura, Memoria y DD.HH.
No soy yo quien va a hablar de Luis Emilio Recabarren, ya lo hizo en sus facetas imprescindibles Valeria Paz Yáñez Álvarez. Únicamente quiero referirme a las connotaciones que posee este libro y a sus proyecciones, para aquellos lectores y hacedores de cultura que buscan el desarrollo y la expansión de las manifestaciones comunitarias. Si existe algo evidente en el recorrido de este libro, en los pasos de Luis Emilio Recabarren es la necesidad de todo ser humano de vivir colectivamente, en la Otredad y que esta condición de humano social es la que podrá erradicar las injusticias, las expoliaciones que el poder económico siempre ha impuesto para perpetuarse.
En "Recabarren Escena Obrera. Entre la pluma y la pólvora", se evidencia el pensamiento escénico de Valeria Yáñez, actriz, comunicadora social y locutora radial. En esta obra literaria, se plasma una progresión dramática sutil que recorre diversas unidades, enriqueciendo el relato y la exposición, con la importancia cardinal de Luis Emilio Recabarren en su visión revolucionaria de justicia social, inextricablemente unida a la cultura, al teatro, al periodismo.
Valeria Yáñez sitúa las imágenes de su libro con un relato imprescindible haciendo, al mismo tiempo, que la expresión lingüística sea la representación visual de una época acotada que tuvo en Luis Emilio Recabarren a un noble adalid, combatiendo las iniquidades y los flagelos del proletariado. La autora, en la mezcla de las imágenes visuales y auditivas, hace que las fotografías y montajes, además de ser vistas, sean leídas con todo un texto intrínseco, escrito bajo el vestuario de muchos anónimos protagonistas o de edificios que guardan conversaciones o discursos políticos de explotadores y explotados.
Hemos visto en este libro de qué manera un hombre que supo leer la pobreza y los flagelos que azotaban a los trabajadores, como el alcoholismo, la prostitución , el hacinamiento, la desnutrición además de la sobre- explotación en sus lugares de trabajo, dio una importancia fundamental a la cultura, a la música, a la poesía, al teatro como testimonia Aída Osorio de Vargas Puebla:
"Él fue quien orientó sobre la importancia de la prensa obrera, los conjuntos artísticos, los coros. Recabarren decía que a los obreros había que legar con todos los medios de propaganda para ganarnos para la idea de la organización, arrancarnos de la apatía, de los vicios y traernos al socialismo."
Esta concepción fue una herencia imperecedera que continuó el Partido Comunista de Chile hasta nuestros días y que hoy se estrella con la concepción cultural de algunos actuales miembros del parlamento y ciertos presidentes de la república, que para referirse a algún tema o asunto insubstancial, insignificante o baladí, dicen en público: " lo demás es poesía", o "lo demás es música".
La autora realiza una función reflexiva, donde el texto, que abarca cronología, situación de los personajes, objetivos, fuerzas opositoras con investigación de pensamientos políticos, se hace prolongación del relato con fotografías, significativos fotomontajes, recortes de diarios, voces y música presentes mediante un código QR, realizando así la inscripción de la Memoria en este quehacer literario teatral, lo que genera en sí, un indispensable tejido para las futuras creaciones artísticas que se adentren en la obra de Luis Emilio Recabarren, que como nos dice Valeria Yañez:
"Resulta interesante ahondar la mirada en la clase trabajadora en el siglo XXI, la cual se ha extendido como nunca antes en la historia y ha tenido profundos cambios producto de la ofensiva neoliberal, volviéndose más diversa, más heterogénea, mucho más feminizada, radicalizada y migrante. Una clase trabajadora en constante proceso de fragmentación, con trabajadores contratados, a honorarios, de planta, subcontratados, sin papeles, precarios, no sindicalizados, inmigrantes, cesantes" (p. 253)
Es importante ver de qué manera la investigadora finaliza su libro haciendo un corolario exclusivo de la obra inmensa de Luis Emilio Recabarren, imprimiendo en su totalidad Desdicha Obrera, pieza de teatro donde Recabarren plantea los problemas del proletariado, exponiendo visionariamente el rol de la mujer en la sociedad y su importancia esencial en el hogar y en sus labores junto a su compañero; mujer que sufre el desprecio y el abuso de poder de la clase dominante, expresando estos atropellos como personaje teatral que transmite los ideales de sociedad y de justicia de su autor.
Quiero hacer notar que la canción, como se plantea en este libro, cuando abarca la lucha contra la injusticia infligida al proletariado, es un canto que incluye al autor y al cantor, haciendo que el compositor y el que canta se confundan, se comprometan con lo que dice la canción y Luis Emilio Recabarren atribuye una gran fortaleza al canto, al teatro, al biógrafo, pilares fundamentales para el desarrollo social, potencias contra la explotación y abusos a la clase trabajadora.
Canción Femenina
"¡Oh, Mujeres! No seamos más necias,
¡seamos libres!¡abajo la cruz!
junto con las horribles iglesias
que por siglos negaron la luz .
No queremos ya el cielo ofrecido
ni esa gloria mentida de Dios,
la mentira más grande, que ha sido
frente de oro del clero ladrón".
(Luis Emilio Recabarren S. Abril 6 de 1914)
Hay una pregunta íntima que me surge al terminar de leer el libro de Valeria Yáñez: ¿qué estados de sobre-explotación hacen emerger seres capaces de ver y recorrer los largos caminos agrestes que conducen al horizonte de una humanidad que no se resista al cambio, donde exista una continua conversación de equilibrios entre los gobernantes, las clases trabajadoras y el arte, para algún día llegar a un trasvasije perfecto de estas categorías vitales, donde unas sean las otras y las otras una? Los seres de los que hablo son obviamente Luis Emilio Recabarren, José Manuel Balmaceda, Salvador Allende, cuyas existencias fueron truncadas porque quisieron compartir ese horizonte que habían construido en cada uno de sus pasos.
Cada libro es una casa, por esto el libro es infinito y cada ser que entra a través de la puerta abierta desea recorrerla entera, hasta el último rincón, hasta el final, sabiendo que no hay final. La casa se lee, el libro se habita. Cada texto está construido sobre otro texto y cada casa sobre otra casa que nos habla desde el silencio. Cada verbo nace de un silencio y muere en un silencio. Al entrar en "Recabarren Escena Obrera. Entre la pluma y la pólvora", en esta casa, en este texto, en esta Memoria, porque el silencio es Memoria, comenzamos a recorrer los ojos, el pensamiento, los sentimientos de un tiempo que nos interpela y recuerda de dónde venimos, en qué habitación quedó nuestro pasado y qué hicimos en él, con él. En cada habitación ha morado un antepasado nuestro que murió de hambre, de impotencia, de egoísmo, de traición. Que fue muerto en una huelga o se sentó a tomar té en un averiado jarro enlozado de una oficina salitrera o en un camarín frío de un teatro abandonado.
Se busca siempre la armonía de la casa que recorremos y esta consonancia se encuentra en la lucha constante, infinita, por alcanzar la justicia de todos los habitantes que pasaron y han pasado por esta morada que es el libro de Valeria Paz Yáñez Álvarez y en el que orgullosamente habito.
Alberto Kurapel
Mayo 2024.
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