Jueves 28 de noviembre de 2024
El pasado 7 de noviembre, producto de la lucha que durante 7 meses emprendió la organización “Estudiantes contra el Genocidio en Gaza” del Colegio de México, dicha institución educativa rompió de forma indefinida un Acuerdo de Vinculación Académica y Colaboración que tenía con la Universidad Hebrea de Jerusalén la cual es conocida por sus programas de “excelencia académica” dirigidos al Cuerpo de Inteligencia del genocida ejército sionista de Israel. Respecto a dicha ruptura, un numeroso grupo de académicxs, intelectuales, políticxs y empresarixs publicaron un desplegado el 25 de noviembre en el diario nacional Excelsior en el que manifestaron su rechazo a la medida en cuestión, mostrando, con ello, su faceta más reaccionaria.
En la publicación, los firmantes expresaron que se oponen a “toda forma de boicot, acoso y exclusión en contra de autores, entidades literarias y sectores académicos judíos o israelíes" y aseguran que este tipo de medidas “dicotomiza la realidad y se vuelve parte de una narrativa unilateral que atenta contra la libertad de pensar, disentir y cuestionar”.
La responsabilidad del comunicado corrió a cargo de Judit Bokser Liwerant, Silvia Cherem y Mario Ojeda Revah. La primera es una destacada e influyente investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y forma parte de la Academia Mexicana de Ciencias así como del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (nivel III), sus líneas de investigación versan en torno a derechos humanos, identidades colectivas, procesos de globalización, transnacionalismo, multiculturalismo y antisemitismo, cuyas publicaciones son reproducidas en el conocido medio sionista Tribuna Israelita.
La segunda es una famosa periodista y escritora, autora del libro “Por nuestras libertades”, en el cual supuestamente explica el origen de lo que ella llama “la guerra” en medio oriente, y en el que, según su punto de vista, asegura que nunca ha habido ningún país llamado Palestina, que no ha existido nunca ningún pueblo palestino y que lo que había en la región era un conjunto de personas de distintas nacionalidades que, tras la caída del Imperio Otomano ─dominador de la región hasta el fin de la primera guerra mundial-, quedaron en una especie de limbo sin país en reordenamientos políticos bajo mandatos ingleses, franceses y estadounidenses que, desde su perspectiva, le dieron la “oportunidad” a los diferentes pueblos que ahí vivían de “poder hacer naciones”, justificando con ello el proceso de despojo sionista a las personas que vivían en Palestina antes de 1947, proceso que ha continuado y se ha expandido hasta nuestros días.
El tercero es un conocido historiador y politólogo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM que desde su cuenta de Twitter apoya cualquier tipo de acción militar sionista, como fue el caso de los ataques que el régimen israelí llevó a cabo en Líbano y Siria en septiembre pasado a través de dispositivos beepers y walkie talkies, los cuales dejaron alrededor de 30 muertos y más de 3 mil heridos, la gran mayoría de ellos civiles. Mario Ojeda también asegura que los ataques de Hamas del 7 de octubre de 2023 fueron un “genocidio”, es decir, equipara las acciones de milicias irregulares de tipo guerrilleras con el poderío de un gran ejército regular como el de Israel, con todo su arsenal armamentístico y tecnológico.
Algunas de las firmas en apoyo a este posicionamiento fueron las de Margarita Zavala ─excandidata a la presidencia de la república y esposa del expresidente Felipe Calderón-, Enrique Krause, Denise Dresser, Claudio Lomnitz y Jorge Castañeda.
En sí, la tesitura de la inserción pagada en Excelsior plantea que no es el genocidio en curso contra el pueblo palestino ─con alrededor de 40 mil personas asesinadas, en su mayoría mujeres y niñxs- lo que polariza, sino la interrupción de un vínculo académico con una Universidad como la de Jerusalén que públicamente apoya al Ejército Israelí y que, por lo tanto, para nada es "neutral", como las personalidades firmantes del oprobioso comunicado dicen que deben ser las instituciones académicas. No hay neutralidad académica posible.
Estos intelectuales en distintas ocasiones han desacreditado el uso del término genocidio para referir lo que está pasando contra las personas en Gaza. Según muchos de ellos no hay genocidio.
Empero, el Estatuto de Roma define genocidio como cualquiera de los siguientes actos: de matanza de miembros de un grupo; lesiones graves a la integridad física o mental de los miembros de un grupo; sometimiento intencional de un grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física; medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno de un grupo; y traslado por la fuerza de niños de un grupo a otro grupo, con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal.
La situación de ataques continuos con armamento altamente sofisticado y destructivo ─incluso prohibido, como el fósforo blanco- en contra de población civil indefensa que se encuentra encerrada en lo que ha sido llamada “la prisión a cielo abierto más grande del mundo” (es decir, Gaza), aunado al sometimiento a hambrunas que son utilizadas como arma de guerra y a la privación de agua potable y electricidad, constituyen tanto operaciones genocidas como crímenes de guerra y lesa humanidad.
Sin embargo, para estxs intelectuales rechazar tajantemente un genocidio en curso es “visión parcial” y de “narrativa unilateral”. A pesar de que muchas y muchos de ellos se presentan como supuestos defensores de derechos humanos, jamás han alzado la voz contra las expresiones de altos funcionarios sionistas, como el ministro de Vivienda y Construcción de Israel, Yitzhak Goldknopf, que en mayo pasado dijo que las y los palestinos son “animales humanos”.
El dicho se vuelve doblemente deleznable cuando el funcionario que lo dijo es el responsable político de gran parte de las operaciones de despojo de viviendas y tierras que los colonos sionistas continúan impulsando tanto en Cisjordania como en territorios aledaños a Gaza.
El rompimiento de relaciones del Colmex con la Universidad Hebrea de Jerusalén es producto de la presión de un sector estudiantil y docente que considera ─con muy justa razón- que el genocidio es inaceptable y que no se debe tener ningún tipo de relación con quienes lo apoyan. Si se quiere, es una medida humanista de lo más elemental.
Por ello, con este comunicado que estos intelectuales negacionistas del genocidio en curso han publicado en el diario nacional Excélsior lo que están mostrando es su faceta más reaccionaria de apoyo al sionismo.
Es necesario ampliar el movimiento contra el genocidio al pueblo palestino en todas las universidades de México para imponer con la lucha y la movilización a las autoridades que rompan cualquier vínculo de colaboración académica con el sionismo genocida.