Soy docente de la escuela pública, estoy participando en el proceso para construir la huelga educativa del 27-28-29 de febrero por la bajada de horas lectivas en la Comunidad de Madrid impulsada por la Asamblea Menos Lectivas y organizada a través de más de 30 asambleas de centro junto con los sindicatos CGT, CNT y STEM y quiero denunciar el papel de boicot a esta huelga que está jugando CCOO
Viernes 23 de febrero de 2024
En la imagen: Isabel Galvín (Secretaria general de la Federación de Enseñanza de CCOO Madrid) y Jaime Cedrún (Secretario general de CCOO de Madrid).
Soy docente de la escuela pública y he participado en proceso para construir la huelga que se ha organizado desde la Asamblea Menos Lectivas, y hablo a título personal, aunque me consta que mi desencanto es compartido por muchos docentes.
Estos días he estado organizando en mi centro, y en alguno cercano, la huelga que se ha convocado para los días 27, 28 y 29 de febrero para exigir, entre otras cosas, la reducción de horas lectivas. Cuando he hecho asambleas, los compañeros y compañeras han tenido distintas reacciones ante la huelga. Unos se han entusiasmado y unido con mucho ánimo, algunos lo han hecho con algunas dudas, y otros han mostrado su rechazo directo. Esta situación en normal. Muchas compañeras, aunque ven la situación a la que se está llegando en la escuela pública, todavía sienten que no se puede hacer nada. El escepticismo impuesto por las direcciones de los grandes sindicatos en los últimos años, no sólo en educación, pesa mucho entre algunos profesores Esto a mi particularmente no me preocupa, el espacio de debate que abre la convocatoria de esta huelga me ha permitidos discutir con muchas de mis compañeras y compañeros sobre la situación que vivimos y las consecuencias que esto tiene para la calidad educativa. Y este debate, al margen de la conclusión de cada uno, siempre es sano, y hacía mucho que no se daba.
Sin embargo, lo que me sorprendió fue la actitud de Comisiones Obreras y no me refiero a los docentes afiliados a estos sindicatos, con los que he podido charlar mucho estos días sobre la situación que vivimos y quienes también en algunos casos participan en las asambleas, sino me refiero a aquellos que se dedican a ir de centro en centro a «vendernos» cursos habitualmente y a darnos el calendario en septiembre y hacer campaña sólo cuando hay elecciones. A aquellos burócratas que se dedican a trasmitir lo que sale directamente de los despachos de las cúpulas de ese sindicato.
Nadie aspiraba a que CCOO fuera más allá, quizá, de hacer presión para luego presentarse en la mesa de negociaciones y poner buena cara a la administración. Sin embargo, me he topado con que ha hecho un esfuerzo consciente por desconvocar la huelga.
Docentes de diversos centros, muchos afiliados a este sindicado incluso, hemos intercambiado impresiones enfurecidos, porque no entendemos cómo es posible que un sindicato que dice defender a los trabajadores se rebaje a firmar un acuerdo que sólo concedía la reducción a una parte, sin tampoco profundizar en cómo iba a hacerlo.
Para empezar, como un poco dejaba entrever, resulta indignante que un sindicato que se dice «de clase» y que «defiende a los trabajadores» le esté haciendo el juego sucio a los sindicatos corporativos. Aunque CSIF criticó la huelga, lo cierto es que no ha hecho demasiado esfuerzo por desmoralizar a los trabajadores. De ANPE, cuando han venido, han dicho que no opinaban al respecto. Pero CCOO, allí donde ha ido, ha tratado de paralizar cualquier intento por organizar nada.
El discurso que más han empleado es el del “mal menor”, diciendo que debían mostrarse dialogantes con la Consejería para evitar que ANPE y CSIF tuvieran más fuerza negociadora que ellos. Pero la pregunta que muchos nos hacemos es en qué consiste esta fuerza negociadora si, en definitiva, proponen no negociar y aceptar lo que propone la Consejería. Cuando uno negocia lo que busca es imponer demandas, no reducirlas al mínimo para quedar bien ante el rival, en este caso una Consejería que ataca a la enseñanza pública y las condiciones laborales. Y esas demandas sólo se pueden imponer con la lucha, con la fuerza en las calles, mas cuando hay un importante sector de la educación pública en Madrid que está harto de la situación, y no creo que fueran a rechazar una huelga si esta fuera convocada por CCOO y UGT. Al contrario, ¡muchos les exigimos que la convoquen!
UGT se ha puesto de perfil y, aunque al principio ayudó a levantar la Asamblea Menos Lectivas, ahora parece no querer implicarse en la reivindicación ni en la huelga. Una actitud que también me parece criticable, porque con estas cosas hay que tomar partido. Sin embargo, lo de CCOO es sangrante porque ha hecho una labor completamente reaccionaria y traidora, mandando a sus delegados a boicotear asambleas, tanto la principal como de los centros, a esparcir mentiras, a desmovilizar a su base y al resto de trabajadores, a convencerlos de que es mejor firmar y no hacer nada.
Algunas compañeras me han contado, y yo lo he vivido, cómo CCOO se ha dedicado a ir a los centros desconvocando a base de mentiras y confusiones malintencionadas. Por ejemplo, una delegada de CCOO vino a mi centro a decir que el acuerdo ya estaba firmado, y que las horas estaban conseguidas, cuando no era verdad (incluso hay declaraciones de los sindicatos de la mesa que dicen que no hay nada firmado). Pero, para colmo, en otros centros, otros delegados del mismo sindicato decían que, efectivamente, no estaba firmado y que sólo tenía sentido hacer huelga como protesta después de haber cerrado el acuerdo. Es decir, que proponían no hacer huelga, firmarlo y, ya después con los hechos consumados, denunciar el acuerdo con movilizaciones.
Al margen de la desinformación voluntaria que llevan a cabo con este tipo de contradicciones, que provocan inseguridad entre los y las compañeras, ¿qué sentido tiene que llame un sindicato a no secundar una huelga y a apoyar la firma de acuerdo para, posteriormente, convocar huelga contra ese acuerdo? ¿Alguien piensa que sería efectiva una huelga convocada por un sindicato que ha firmado el acuerdo contra el que se lucha? Es absurdo pensar que esto fuera hacerse, pero si fuera así, sería más una forma quedar bien con la administración para luego fingir ser combativo contra una situación que tú mismo has provocado.
Me consta que algunas compañeras discutieron contra este discurso, incluso algunos afiliados de su propio sindicato, y muchas veces la asamblea se convirtió en una discusión directa, llegando a lo personal, con los delegados.
En estos casos, los delegados se victimizaban y llamaban a la «unidad» sindical y por la educación pública, acusando a los críticos de dividir. Pero todos pensábamos lo mismo en estos casos: ¿unidad para qué exactamente? Porque parece que la unidad es, para ellos, apoyarles en sus arreglos con la Consejería y que no podamos decir nada contra su forma de hacer las cosas. Unidad para que sigan desmantelando lo público y decir que no se puede hacer nada. Pero, ¿cómo esperan que la gente haga algo si ellos mismos no hacen tampoco nada por los trabajadores y llaman a quedarse quietos?
Incluso llegaron a acusar a la Asamblea Menos Lectivas de hacer una huelga contra CCOO, diciendo que había intereses sindicales de fondo. Esto resulta absurdo más allá de que cualquier organización, obviamente, tiene una vida propia y una forma de hacer que siempre tratar de aunar a los trabajadores (CCOO también). Para empezar, hasta el final, la Asamblea reiteró un llamamiento a todas fuerzas sindicales y a las y los trabajadores para levantar la huelga, lo que no es compatible con hacer huelgas partidistas contra un sindicato.
Sin embargo, hay algo de verdad: la huelga juega a la contra de CCOO. Pero ello no es porque la huelga se pensase contra CCOO, sino porque este sindicato ha preferido posicionarse a favor del enemigo directo de la huelga. El repudio que esto genera en cualquiera no es consecuencia de un plan contra el sindicato, sino la consecuencia lógica de posicionarse en contra de los trabajadores. Una huelga es un arma de lucha, y en una lucha hay que elegir bando, y CCOO ha elegido el suyo.
Muchos pensamos que los sindicatos deben ser espacios democráticos y que es natural que los trabajadores exijan explicaciones cuando las cosas se hacen mal, y que presionen para que los sindicatos cumplan su rol. Pero estos sindicatos mayoritarios rechazan cualquier debate que sea denunciar lo que hacen por arriba. Pero hay que decirlo: hacer críticas no es romper la unidad, sino tratar de hacerla cuando y donde es necesario. Nosotros queremos unidad para combatir en las calles, para organizar en los centros asambleas que levanten la huelga, para tratar de imponer nuestros derechos desde abajo. Pero para eso, parece, que no quieren unidad.
Quiero recalcar que esta crítica que, como digo, compartimos muchas, no va dirigida contra las y los compañeros afiliados a CCOO. Como digo, muchas son afines a la huelga, pero, quizá por desinformación o desánimo provocado por sus dirigentes, prefieren no intervenir.
Lo que quería mostrar es un enfado generalizado contra estas direcciones. Lo que quería era denunciar una actitud que es perniciosa para las y los trabajadores, y más para un sector tan precarizado y denostado como son los docentes de la escuela pública, cuya lastimosa situación es también resultado de la dejadez y complicidad activa por parte de los grandes sindicatos.
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