¿Sabías que décadas antes de conquistar el derecho al voto nacionalmente las mujeres ya votaban en los clubes? ¿Cuál fue el primero que tuvo socias? ¿Tuvieron algo que ver las ideas socialistas?
Augusto Dorado @AugustoDorado
Viernes 8 de marzo 14:04
Imagen (de izq. a derecha): la participación récord de socias en los últimos comicios en Boca; la “Subcomisión femenina de Deportes y Fiestas” formada en 1927 en Independiente; nota de la revista El Gráfico donde cuentan sus vivencias las hinchas de 1934; homenaje a una de las 76 socias pioneras en el Rojo.
Hace algunas semanas se cumplieron 95 años de un hecho casi desconocido pero muy significativo: como resultado de un reclamo colectivo, Independiente incorporó a 76 mujeres como socias plenas del club y cambió el estatuto habilitando a que también pudieran ocupar cargos directivos. Esto pasó el 15 de febrero de 1929 y aunque durante un tiempo se creyó que el Rojo fue el primer club que tuvo socias mujeres, historiadores de otros clubes fueron demostrando que hubo antecedentes: por ejemplo, en Boca ya desde su fundación en 1905 había socias (mayormente familiares de jugadores y fundadores del club); en River el primer libro que registraba altas y bajas de personas asociadas data de 1923 y había algunas mujeres en esos registros. En Racing también figuran socias en actas de 1925.
¿Por qué esta cuestión tiene importancia histórica? En Argentina el sufragio dejó de ser calificado desde 1916 –a partir de que se sancionó la llamada Ley Sáenz Peña en 1912- pero todavía no era universal: las mujeres recién en 1951 obtuvieron derechos políticos para poder votar. Es decir, en el espacio de los clubes de fútbol esto ocurrió entre 25 y 30 años antes. ¿Por qué pasó esto? Tal vez una hipótesis a tener en cuenta tiene que ver con que el ideario socialista tenía cierta presencia en sectores de la juventud en las primeras décadas del siglo XX cuando nacen los clubes que actualmente consideramos “grandes” (los más populares en el sentido de cantidad de hinchas). Recordemos que en el barrio de La Boca existió más o menos para la época en que nació el club xeneize (1905) una especie de movimiento cultural de asociaciones de migrantes genoveses que pregonaba la idea de una República de La Boca que -según crónicas de la revista Caras y Caretas- llegó a tener un “comité de defensa del barrio”. Por el lado de Independiente hay quienes sostienen que entre sus fundadores había simpatizantes del socialismo y que por eso aprovecharon como excusa una gira del Nottingham Forest inglés en 1908 para proponer la adopción del color rojo; en los orígenes de varios de los clubes nacidos en la primera década del siglo pasado había marcadas simpatías socialistas y anarquistas (los casos de Argentinos Juniors o Chacaritas fueron incluso más explícitos y elocuentes), ambas corrientes ideológicas que de diversas formas impulsaban la organización de las mujeres contra la opresión y por sus derechos sociales. Tiene lógica que esto tuviera su expresión en el fútbol.
Volviendo al tema de las socias pioneras, el caso de Independiente es emblemático porque -a diferencia de los otros casos- fue producto de una rebelión, de un reclamo colectivo: en 1927, las mujeres habían organizado una “Subcomisión femenina de Deportes y Fiestas” porque impulsaban eventos sociales en el club y rápidamente pasaron a exigir su lugar. Aunque algunas crónicas de la época las describen con una mirada bastante machista como “las chicas que lavaban la indumentaria del equipo, buscaban presupuestos para agasajos, confeccionaban las cortinas” (tareas supuestamente “femeninas”), en realidad era un grupo de mujeres muy interesadas en el fútbol desde lo deportivo. Ellas logran ser reconocidas como socias en 1929 y 5 años después es entrevistada en El Gráfico la que quedó anotada como la socia n°1, Francisca Antonia Pérez. El célebre periodista deportivo Borocotó le pregunta entre otras cosas por su visión sobre el equipo y Francisca declara: “Cuando un jugador se coloca la camiseta del club, aunque sea malo, es necesario aplaudirlo. Con agraviar al que actúa mal sólo se consigue empeorar su performance. Los comentarios deben hacerse fuera de la cancha y si el futbolista nos parece mediocre, pensar si la entidad tiene uno mejor como reemplazante y no decir: ¿Por qué lo pusieron?”. Una verdadera clase de psicología deportiva de esta hincha y socia en 1934, una auténtica adelantada.
En la misma nota de El Gráfico entrevistan también a una migrante italiana –doña Catalina Calamita- que explica que se hizo hincha de River porque comparte los colores con la bandera de Génova y porque ella no era católica “como esos de San Lorenzo” (acá vuelve a aparecer cierto ideario socialista, o al menos laico). Borocotó habla a la vez con una hincha afrodescendiente fanática de San Lorenzo, Baldomera O´Gorman, que cuenta porqué le tiró un piedrazo al técnico rival que se reía de la derrota del Ciclón. Por supuesto, en esta nota valiosísima por su importancia histórica no podía faltar una muy joven fana de Racing, la inolvidable Tita Matiussi.
Aunque en la actualidad la presencia de las mujeres en las canchas y en la vida de los clubes como socias es muchísimo más significativa y numerosa, es un mito que en los primeros años del fútbol argentino las mujeres eran ajenas: no solamente estaban presentes sino que además se anticiparon y fueron pioneras en la conquista de derechos.