Los gobiernos de Honduras, Guatemala, El Salvador y México muestran su servilismo frente a los planes antimigrantes que dicta el gobierno de Estados Unidos. El gobierno de Guatemala reprime y desarticula la primera caravana migrante de este 2021.
Martes 19 de enero de 2021 21:32
El pasado 14 de enero una nueva caravana de alrededor de seis mil migrantes hondureños arrancó desde San Pedro Sula, Honduras con destino a Estados Unidos.
Familias completas deciden huir por la falta de empleo, la pobreza extrema y el agravamiento de la crisis humanitaria, tras la negligencia del gobierno frente al manejo de la pandemia y el paso de los huracanes Eta e Iota, que dejaron por lo menos 200 muertos y más de 3.8 millones de damnificados. Se trata de la tercera caravana migrante desarticulada por la represión desde que inició la pandemia por el covid-19.
La represión es el resultado de la presión imperialista que ejerce el gobierno de Donald Trump, a la cual se subordinan los gobiernos de Honduras, Guatemala, El Salvador y México, que persiguen y atacan a los migrantes, separan a las familias y los obligan a los migrantes a permanecer en centros de detención donde atentan contra sus derechos humanos más elementales.
La respuesta represiva que ha dado el gobierno de Alejandro Giammattei en Guatemala, con el despliegue del Ejército y la Policía Nacional, se da en el marco del reciente acuerdo firmado por los gobiernos que integran el llamado Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras) y México, cuya principal finalidad es el intercambio de información para detectar, contener y deportar a los migrantes centroamericanos.
Mientras el gobierno de Giammattei mantiene su política represiva con el toque de queda y el Ejército en las calles, –usando como pretexto la crisis sanitaria– el gobierno de López Obrador y la autodenominada Cuarta Transformación en México, no ha dudado en desplegar a la Guardia Nacional para reprimir y facilitar la deportación de miles de migrantes a sus países de origen. En suelo mexicano se ve morir a migrantes, como en 2019 cuando Óscar Alberto Martínez Ramírez, y su hija Valeria, de un año y 11 meses, murieron ahogados en el río Bravo al intentar cruzar la frontera.
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Honduras, donde se originó la caravana, es por su parte el país de las tasas de pobreza y homicidios más altos de toda la región; con un gobierno conservador que se ha mantenido por más de una década con el presidente Juan Orlando Hernández a la cabeza, personaje recientemente señalado de tráfico de drogas, pero “amigo” de la Casa Blanca.
Continuidad antimigrante
La xenofobia, el racismo y la política de persecución y de “tolerancia cero” contra migrantes fue uno de los sellos que marcaron la gestión de Donald Trump, quien dio continuidad y profundizó lo hecho por el demócrata y “gran deportador” (como lo bautizaron las asociaciones de migrantes en EEUU) Barack Obama. El gobierno del republicano terminará con nuevas regulaciones que hacen casi imposible obtener asilo en el país del norte y cuyas medidas entraran en vigor nueve días antes de la toma de posesión de Joe Biden el próximo 20 de enero.
Tanto demócratas como republicanos son responsables de la separación de niños de sus familias deportadas, de la esterilización de miles de mujeres con histerectomías forzadas y de la nula atención médica para atender contagios masivos por Covid en los centros de detención.
La reforma migratoria de Joe Biden presume una nueva “amnistía” para cerca de 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos. Esta amnistía, de hacerse realidad, es el producto de décadas de lucha de los trabajadores sin papeles, y la izquierda en EE. UU. Sin embargo, la propuesta de Biden mantiene todas las medidas contra las nuevas olas migratorias de centroamericanos, africanos, cubanos y haitianos, que son el resultado de la injerencia y los planes imperialistas.
Ejemplo de esta injerencia han sido las múltiples intervenciones que ha orquestado el imperialismo estadounidense en el istmo centroamericano, como el golpe de Estado en Honduras en 2009, bajo el cobijo de organismos como la ONU y al OEA que han servido para darle aire a ese régimen a pesar del repudio multitudinaria de la población que ha salido a enfrentar la gestión de Juan Orlando Hernández en las calles; en 2015 con las marchas de antorchas y las amplias movilizaciones de rechazo al fraude electoral en 2017.
Solidaridad con la caravana migrante
Hacemos responsable al gobierno guatemalteco por la retención ilegal de por lo menos día y medio de la caravana migrante, así como del riesgo sanitario al que expusieron a más de 6 mil personas, entre ellas mujeres y niños, ya que –según medios locales de ese país– hasta la tarde de este lunes se contabilizaron por lo menos 20 casos de contagios por covid.
Los socialistas del Movimiento de las y los Trabajadores Socialistas de México, de la Organización Socialista Revolucionaria de Costa Rica y Left Voice de Estados Unidos, impulsores de la red internacional de diarios animada por la Fracción Trotskista – Cuarta Internacional en 14 países y 6 idiomas, denunciamos la criminal política antimigrante de los gobiernos centroamericanos, del mexicano y del imperialismo estadounidense.
En medio de la pandemia actual es indignante que los gobiernos de la región destinen miles de millones de dólares a financiar la militarización de las fronteras y a la represión de las y los migrantes. Al reclamo de abolir el ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) en Estados Unidos, sumamos el de retirar los fondos a las instituciones que reprimen a los migrantes en México y Centroamérica y destinarlos al inmediato aumento del presupuesto a la salud en nuestros países para combatir el SARS-CoV-2.
Ante la brutal persecución a los migrantes, y la política xenófoba y racista desplegada por el imperialismo y las burguesías nativas subordinadas a éste, impulsamos una política antiimperialista e internacionalista.
Sostenemos que una verdadera salida para la comunidad migrante y la actual crisis humanitaria sólo puede venir de la clase trabajadora de la región, junto al movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos, campesinos, comunidades y pueblos originarios, indígenas, mujeres y jóvenes que hemos resistido los ataques de estos regímenes en nuestros países. La lucha de los migrantes está hermanada, en Estados Unidos, con la lucha contra el racismo y los grupos de ultraderecha que aterrorizan a los negros, latinos y a las familias que cruzan la frontera sur enfrentando miles de peligros.
Juntos podemos levantar un amplio movimiento para conquistar el libre tránsito a través de los países de la región, con derecho a la atención sanitaria que cobra una necesidad urgente en la actual pandemia y a refugios seguros, dignos y gratuitos.
Luchamos por plenos derechos sociales y políticos para todas las personas migrantes, otorgándoles la residencia automática legal y la nacionalidad si así lo desean en Estados Unidos o el país que lo reclamen, así como contra el racismo, la represión y todo acto de xenofobia.
Estas demandas deben ser tomadas como parte de una gran campaña internacional impulsada por los sindicatos, organizaciones democráticas, de derechos humanos, de la juventud, el movimiento de mujeres y la izquierda de toda la región.
¡Ningún ser humano es ilegal! ¡La clase obrera es una y sin fronteras!