Una obra donde se mezclan la música y el clown para crear un mundo con vida propia. Entrevistamos a su director Agustín Saiegh.
Martes 29 de marzo de 2016
LID: ¿Cómo fue el estreno?
Estuvo bueno, salió bien. Yo trabajo en Espacio Aguirre que es un teatro y también escuela de clown y el año pasado hubo un taller que se llamaba “Laboratorio Musical” que es una mezcla de experimentación con el clown y la música, de ahí fuimos juntando material para la muestra y quedó algo bastante lindo por lo que decidimos hacerlo como obra. Por lo que un poco ya lo había visto pero pasaron varios meses desde ese entonces y no sabía si la obra aún seguía viva o no, pero me pareció que estuvo bastante buena, ensayamos un poco, agregamos una escena, cosas con luces y salió bien, a mí me gustó.
LID: Me interesó mucho una escena que es con luces y música porque sin nada más se entendía la historia
Algo que trabajamos durante el año en el taller fue tratar de generar algo que sea lindo de ver, aunque sean cositas simples quedarnos ahí entre la música, como estar en un mundito, que se abra un espacio distinto al teatro. Más allá de hacer reír, que también es una parte, sobre todo hacer foco en que se genere un espacio distinto ahí, como un viaje dentro del teatro que te lleva a otro lugar.
LID: En esta obra se mezcla la música con el clown ¿Cómo es esa relación?
Para mí son dos cosas que están muy ligadas naturalmente. El clown a diferencia del actor tiene que estar frente al público, y tiene algo de recital también, un contacto directo. También hay algo de la belleza, el clown además de hacer reír busca abrir espacios de una cierta belleza interna que con la música aparece un montón. La poética interna que además de manifestarse en un número donde el payaso es gracioso, comienza también a aparecer en la vulnerabilidad de hacer una canción, cantar una canción que uno compuso, todas las canciones que se cantan en la obra las compusieron los clowns, entonces también hacen la resonancia consigo mismos y aparece el clown también en ese lugar.
LID: ¿Todos los que participan son músicos?
No, la mayoría no, sólo son clowns. Algunos son músicos, y otros no los son pero lo fueron durante el año porque en el taller muchas veces la consigna era que hagan una canción sobre un tema y sin saber tocar ningún instrumento, o sin saber cantar componían una canción, entonces no son músicos pero acá sí lo son, llevan la música adentro.
LID: También hay un músico en vivo en la obra…
Él es el único del taller que no era clown, pero en el transcurso del tiempo se empezó a enganchar en la escuela y empezó a tomar clases de clown, entonces se dedica a hacer la música en la obra y nos viene bárbaro porque toca muy bien.
LID: ¿Qué esperás de esta obra?
Ver cómo sigue desarrollándose este mundo del que hablaba antes. Y también continuar el aprendizaje, porque el proceso pedagógico de la clase sigue incluso en la obra.
Me gusta la idea de que esta obra en sí es la que nos va proponiendo, nos va acompañando, nos da un ritmo, nos marca cuánto debe haber de silencio, cuánto no, los espacios, y no tanto el género. Uno puede preguntarse “¿esta obra es clown? ¿No es clown?”, particularmente esa pregunta, si es de tal o cual género, no es algo trascendental para mí, es más lo que nosotros interpretamos que nos pide la obra que sea. Me parece que está bueno no dedicarle ni un segundo al asunto del género. Por ejemplo no usamos nariz tampoco y eso nos vino bien para correr las fronteras hasta donde se pueda en función de lo que nos está pidiendo la obra, no en función de lo que nosotros quisiéramos ser, seguirla, que tenga vida propia.
LID: ¿Cuánto tiempo estará la obra?
En principio marzo y abril y luego se verá a partir de la disponibilidad del teatro.
Sonorium: Viernes de abril, 22 hs. en Espacio Aguirre: Aguirre 1270, CABA. Reservas 4854-1905