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Opinión. Star+ llega a Latinoamérica: ¿las plataformas están acabando con la TV paga?

La nueva aplicación de Disney se inserta en un mercado repleto de ofertas de streaming. Su carta distintiva serán los contenidos deportivos. Justamente, uno de los pilares que sostienen a la televisión por cable o satelital. ¿Jaque mate al negocio de Cablevisión, DirectTV y Telecentro?

Martes 31 de agosto de 2021 18:48

El lanzamiento de Star+ y el mercado del streaming: ¿se está muriendo la TV por cable? - YouTube

Disney lanzó esta semana su nueva plataforma de contenidos digitales, con la que complementará su estrategia para pantallas digitales. Star+ se estrenó a nivel mundial con el objetivo de reunir la oferta del universo que pertenecía a Fox (hoy renombrado Star) y la de la cadena deportiva ESPN. Así, la nueva plataforma es una reunión de contenidos de ficción (series, películas) con eventos deportivos en vivo. Disney+ es la plataforma que hace pocos meses también lanzó el gigante estadounidense para colocar allí todo lo relacionado con el universo de contenidos del ratón Mickey y compañía.

La nueva aplicación trae una pregunta cada vez más necesaria y obvia: ¿qué pasará con el negocio de la televisión de pago (cable o satelital) ante la emergencia de cada vez más productos que viajan por Internet y vuelven menos atractiva la grilla de empresas como Cablevisión, DirecTV o Telecentro?

Este interrogante se da en el marco del auge en el diseño de plataformas OTT on demand. Hace no mucho tiempo, quizás cinco años, todo lo relacionado con ver cine y series en Argentina estaba ligado a tener Netflix o no. Hoy la oferta se amplió y también se complejizó. Está la N pero también está Amazon Prime, Disney+, Paramount+, HBO Max… y se suman los servicios de las cableoperadoras (Flow, DirecTV Go, Telecentro Play) y de las telefónicas (Movistar Play, Claro Video). Entender qué encontrar en cada una de ellas también es una tarea compleja.

Además de esta diversificación, que no solo lleva contenidos (estrenos de series y también algunos de películas) sino también una forma diferente de acceder al contenido (a demanda), el lanzamiento de Star+ apunta a uno de los pilares que todavía sostienen al mercado de la televisión paga: los deportes en vivo. Casi por primera vez en Argentina, competencias internacionales que solo podían verse de manera “legal” a través de un cableoperador ahora estarán disponibles en una OTT. La Champions League, la Copa Libertadores, la Copa Sudamericana y distintas ligas nacionales como la alemana, italiana e inglesa ahora serán accesibles sin la necesidad de contratar a un cableoperador. ¿Jaque mate?

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El mercado de la televisión paga en Argentina es de los más grandes en América Latina en cuanto a penetración. En 2021, según datos del Enacom, de cada 100 hogares, 68 tienen contratado este servicio en alguna de sus variantes. Esta cifra bajó dos puntos desde 2019, cuando eran 70 de cada 100 (unos 150 mil abonados más). Claro que entre medio no solo pasó el avance tecnológico sino una crisis devaluatoria fuerte, aumento de la pobreza, una pandemia y debilitamiento de los bolsillos argentinos. Es un mercado que baila al ritmo de la microeconomía hogareña. La salud de la televisión paga en Argentina es buena, sostiene altos niveles de penetración y su facturación fluctúa en un país con años turbulentos a nivel económico.

Uno de los grandes apalancadores del servicio de TV paga hoy es el empaquetamiento de servicios. Básica y especialmente la oferta de algunos operadores (no sólo los más grandes) de incluir en un combo de servicios la TV paga, Internet banda ancha, telefonía fija y hasta telefonía móvil. Servicios con más valor (Internet y telefonía móvil) con otros que comienzan a despreciarse (telefonía fija y móvil). El triple y cuádruple play es, todavía, una salvación para los cableoperadores.

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Además, estos actores cuentan con la ventaja del estado de las redes: a 2021, pensar en la transmisión por Internet de audiovisual en vivo a gran escala es todavía una utopía para gran parte del país. Sólo algunos centros urbanos disponen de servicios de conectividad capaces de reponer transmisiones con la misma calidad que la TV. La calidad de las redes de conexión, en especial las que llevan Internet a los hogares, marca que aún se necesita mayor inversión del Estado y, principalmente, de los prestadores, para que el uso masivo de estas plataformas (y en especial para contenidos en vivo que exigen aún más esas conexiones) sea una realidad.

En este camino, entonces, el mercado audiovisual muta a grandes velocidades pero sobre palotes de negocio estables. Mientras en los 90’s, 00’s y 10’s las grandes productoras de contenidos ofrecían sus series y películas a cableros y distribuidores de cine, hoy Internet se transformó en un lugar donde conectarse directamente con la audiencia y de manera más eficiente. Para ver los contenidos de HBO, Fox o el mismo fútbol codificado, había que abonar un plus extra al prestador de televisión paga. Hoy ese plus se trasladó a servicios a demanda montados sobre Internet. Hasta hace cuatro o cinco años, abonar un servicio de televisión paga implicaba poder acceder a la parte más atractiva, costosa y actualizada de la oferta audiovisual. Ahora, a esa cuenta, se le debe añadir el pago por el acceso a esta gran cantidad de plataformas y de un servicio de internet. El acceso a la producción audiovisual se encarece.

La abundancia de oferta y de cuentas por pagar parecen impedir la convivencia económica de todos estos servicios en un mismo bolsillo. Y se necesitará de un empaquetador que organice interfaces, ofertas y facturas. Quizás ese sea el camino que intenta recorrer el Grupo Clarín con su plataforma Flow: un espacio desde el que se puede acceder a Disney+, Netflix, Amazon y YouTube.

En pleno proceso de transformación, el audiovisual muestra que no están todas las cartas sobre la mesa aún. Que el paso de los deportes en vivo al mercado digital puede ser un golpe de gracia. Pero que el parque tecnológico aún no está preparado para soportar. Mientras tanto, los usuarios aumentan sus desembolsos para el acceso a contenidos que, paradójicamente, cada vez se producen menos en el país. Los actores transnacionales, además, esquivan con cada vez más soltura pero no sin polémica las regulaciones locales y perjudican a actores pequeños (cooperativos y pymes). La convergencia tiene principios económicos y políticos que no cambiaron tanto como las tecnologías.

* El autor es Dr. en Ciencias Sociales (UBA) y especialista en medios de comunicación.