Hay que hablar de los servicios. Pero no de los servicios públicos como el transporte, la luz o el gas. De eso no se puede decir mucho más que aumentan todos los días y cada vez funcionan peor. De los servicios que hay que hablar son del “servicios de justicia” y los servicios de inteligencia. La judicialización de la política es propia de la naturaleza de todo fin de ciclo. La multiplicación de las operaciones se inscriben en la misma dinámica del "ya no más del poder actual" y el "todavía no del poder futuro". Las denuncias por extorsión contra el fiscal Carlos Stornelli están sacando a la luz la descomposición que rige en esa alianza espuria que es la Justicia Federal y las cloacas de la Agencia Federal de Inteligencia, más conocida como la SIDE. Volvamos a recordar sintéticamente los hechos: 1) El empresario agropecuario Pedro Etchebest presentó una denuncia por extorsión contra Stornelli y un supuesto emisario suyo, el abogado Marcelo D’Asessio, le pedían mucha plata para salvarlo de quedar pegoteado en la causa de los famosos “cuadernos de la corrupción”.
2) Segunda denuncia que se conoció en estos días: el exsecretario presidencial bajo el kirchnerismo, Pablo Barreiro, junto a sus hijos, también presentó otra denuncia no sólo contra D’Alessio sino también contra los abogados Fernando Archimbal y su socio Luis Vila. Por distintas vías, competían ofreciendo los favores de Stornelli para “desencuadernarlo”.
En los dos casos hay pruebas de audios, capturas de whatsapp y filmaciones que demuestran la llegada de estos personales al entorno de Stornelli, a la causa de los cuadernos y las oficinas del fiscal. Stornelli se defendió primero afirmando que no conocía a D’Alessio y después afirmó que algunas veces colaboró con la fiscalía y que a él se lo presentó el periodista de Clarín, Daniel Santoro, como un hombre que trabajaba para la DEA y que era una fuente muy confiable. - A ver si se entiende, un periodista bandera del principal medio de este país, tiene como principal fuente a este personaje que ahora conocimos todos, que además firmaba notas de opinión en esos medios como un experto en lucha contra el narcotráfico.
Para conocer más a este personaje: cuando fue allanada dos veces la lujosa vivienda de D’Alessio, el juez Ramos Padilla encontró una fortuna que incluye: una mansión, un departamento en Puerto Madero, otra propiedad en el Chaco, diez autos de lujo, dos motos de altísima cilindrada, un yate, una colección de 50 relojes de alto valor, incluyendo uno que vale alrededor de 200.000 dólares. Además se encontraron: armas, tecnología vinculada a espionaje, una placa de la DEA y remeras del FBI. A ver, supongamos que Stornelli no tiene nada que ver con D’Alessio o los otros extorsionadores. Pero una persona se presenta en su fiscalía y denuncia que hay gente (no un grupo, sino dos) que extorsionan en su nombre y ¿él considera que no hay que tomar ninguna medida? En estos días, hablaba con un periodista muy experimentado en Comodoro Py y de un medio que no es precisamente opositor y me decía dos cosas: 1) "Hace 15 años que laburo en esto y a mí Stornelli no me invitó ni un agua, y se toma varias cosas con este D’Alessio". Raro.
2) O Stornelli es el jefe de una banda que usa la causa para extorsionar o es un pelotudo al se le filtran muchas informaciones de la causa que fue catalogada como “la más importante de la historia argentina”. Muy pelotudo no parece.
D’Alessio está detenido y en su último manotazo de ahogado antes de que le pongan las esposas declaró espontáneamente ante un juez que la extorsión contra el productor agropecuario Pedro Etchebest le fue encargada por dos ex comisarios de la policía bonaerense que trabajan para la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Se trata del ex jefe de la bonaerense Aníbal Degastaldi y del ex comisario Ricardo Oscar Bogoliuk. Ambos respondían a la AFI. Una noche antes de morir el fiscal Alberto Nisman se comunicó durante tres minutos con una línea registrada a nombre de Bogoliuk, quien estaba en Mar del Plata. Supuestamente le pidió un arma. Antes de sacar algunas conclusiones conviene consignar un hecho más: desorientados por el golpe que recibió uno de sus fiscales preferidos, los referentes oficialistas respondieron torpemente. Elisa Carrió aseguró que recibió un sobre anónimo en el que había escuchas de conversaciones que tuvieron funcionarios kirchneristas detenidos en Ezeiza. Había una escucha telefónica autorizada en otra causa, seguramente por drogas, y “casualmente” se cruzaron con esos diálogos. En lugar de destruirlos porque no se corresponden con lo que se investigaba, como indica la ley, igual usaron las escuchas que la diputada quería blanquear. Conclusiones
En la Argentina, el poder judicial federal y la estructura de inteligencia se encuentran promiscuamente unidos por una red de vínculos y compromisos con una agenda propia que incluye las disputas políticas y el armado de negocios. En el poder judicial circulan al menos cuatro tipos de personajes: giradores de coimas, operadores políticos, agentes de inteligencia y abogados que ofrecen un plus de eficacia a sus clientes, basado en su prestigio, su cercanía con el Gobierno, con un juzgado o con los espías de la ex SIDE. Agentes de la SIDE han sido vinculados con el manejo de redes de prostitución. Se les atribuye el dominio de todo lo que ocurre dentro de varios locales nocturnos en Buenos Aires, como The One, Rouge, Brut, New Manhattan, Fama, Top Secret, Oba Oba, Apart Hotel y Swinger Club Anchorena. Macri colocó a la cabeza de la AFI a un empresario amigo suyo que se dedicaba a la compra y venta de jugadores, es el actual “Señor 5” porque ocupa el quinto piso de 25 de mayo 11 donde está la sede, su segunda es Silvia Majdalani, la “Señora 8”, una histórica aliada a los servicios. ¿Para qué sirven?, para operar, para perseguir opositores y para colaborar con la Policía en la infiltración y represión a la protesta, para apretar políticos y para dominar jueces. Todos los Gobiernos llegan con la promesa de transformar la cloaca y la terminan usando. No nos olvidemos que Nisman fue puesto a trabajar junto al histórico espía Jaime Stiuso en la causa AMIA durante la administración anterior hasta su pelea en 2014. El poder de los espías se nutre de los secretos de la democracia. O mejor dicho, son los gestores de los secretos de una casta política, judicial, empresarial y hasta sindical, que tiene mucho que esconder y todavía más para perder si sus privilegios se hacen públicos. Las operaciones y los “carpetazos” sacan a la luz grandes privilegios y ventajas que pasadas a valores suman millones de pesos o dólares. Contubernios, corruptelas, estafas y maniobras legales o ilegales; entre la casta política y judicial y los poderes fácticos de los dueños del país. Su poder se basa en las mil traiciones que se cocinan en la trastienda de los grandes discursos sobre la lealtad y la honestidad. Para que quede claro: esta gente es la que encargada de controlar y juzgar y calificar de "extorsión" a los docentes que hacen huelga, a los movimientos sociales que se movilización, a los jóvenes para bajar la edad de imputabilidad porque son “delincuentes”. Hay un problema de raíz, como dice el libro del periodista Alconada Mon. Pero de una raíz más profunda, son comerciantes del engaño, porque es un sistema basado en el engaño para defender privilegios. La justicia se compra y se vende, los servicios son los comerciantes de la industria del secreto y a todo ese sistema le llaman “democracia”. Que cada cual saque sus conclusiones.