Con la inflación se va perfilando una puja donde los grandes empresarios buscan ampliar sus ganancias a costas de los ingresos de la clase trabajadora. Cristina Kirchner dice “subir salarios”, pero no habla del cómo. La unidad de ocupados y desocupados una vía fundamental para lograr plenos derechos para todos.
Jueves 12 de mayo de 2022 09:20
La inflación no da respiro. Esta semana volvieron a subir las naftas (11%) y como sabemos en provincias alejadas de los principales centros de producción esto recarga todos los precios por el mayor costo del transporte. En el caso del colectivo, la semana pasada el Intendente aplicó por decreto el primer tarifazo del año.
Además esta semana arranca la discusión por los nuevos aumentos en el gas y en la energía eléctrica para todo el país. Y mañana se dará a conocer el dato de la inflación de abril que la ubican cercana al 6 por ciento. Así se va configurando un piso anual de inflación que no bajaría del 60 %.
A la par el sector de trabajadores con representación gremial están cerrando paritarias cercanas al 50 % -más sumas no remunerativas- como el caso de los choferes de UTA, o más elevadas como en bancarios que llegan al 60%. Se trata de sectores que pueden hacer jugar el peso propio dentro de la economía al momento de definir el salario.
En el caso de los rurales en el NOA cerraron una paritaria del 47 % que para los bajos salarios que persisten en el sector ha sido una mejora importante. En Tucumán con paros alcanzaron estos números que se extendieron al resto de la región con patronales que vienen logrando negocios millonarios con las exportaciones de limones o naranjas, pero aún así, en muchos casos no pagan lo acordado.
Más atrás se ubican los estatales con paritarias del 40 % que fueron pactadas a principio de año siguiendo las recomendaciones del ministro Guzmán. En Jujuy recordemos que Morales fijó un 20% en cuotas hasta julio. Pero el salto inflacionario del 19% en alimentos entre enero y marzo llevó al gobierno a dar un bono por única vez ($5000) y adelantó una cuota que se cobró en este mes (4%). Una miseria.
Ayer anunciaron también un adelantamiento de las cuotas de aumento de salario mínimo vital y móvil que actúa como referencia del salario de estatales y de quienes cobran el programa Potenciar Trabajo (medio SMVyM). Así todo el salario mínimo ronda la indigencia. Una misma situación corren las jubilaciones aún con el aumento previsto para el mes de junio quedarían en $37.525 (la canasta de indigencia es de $39.862 para un hogar de 4 integrantes).
En resumen, la foto de salarios y precios en lo que va del año muestra a los primeros que comienzan a recuperar terreno frente a la inflación en el sector privado –con desigualdades- y en los estatales de la provincia se encuentran aún corriendo por detrás. Esta dinámica se empezó a observar desde el año pasado, aunque viene sin revertir el retroceso brutal del poder de compra de salario que perdió un 30 % en promedio durante el gobierno macrista.
La contracara de esta realidad es la mejora en las rentabilidades de los grandes grupos económicos (un fenómeno que se observa en Estados Unidos) en detrimento de los salarios. Si vemos el retroceso de casi 5 puntos de los trabajadores en el reparto de la riqueza (PBI) el año pasado respecto al 2020, se confirma esta dinámica donde los grandes empresarios se hacen más ricos a costa de la clase trabajadora.
En el Estado la diferencia entre la recaudación que por el efecto inflacionario y de la reactivación de la economía viene creciendo más que los gastos (incluida la masa salarial) le permite mejorar el resultado fiscal obteniendo un superávit como en el caso de Jujuy.
Es en este marco donde escuchamos a la vicepresidenta Cristina Kirchner alentar la suba del salario. Estamos de acuerdo. Lo que no dice es cómo lograrlo, ocupando ni más ni menos, el segundo lugar en el gobierno. A lo sumo, el kirchnerismo vuelve con su planteo de solidaridad entre los trabajadores que ganan un poco más con los que están complicados.
Con esta solidaridad tampoco se puede estar en desacuerdo, lo que sí,es muy distinto si se utiliza como un lazo que permita zafar del día a día, o si esta solidaridad es parte de una alianza social que permita cuestionar de conjunto un sistema que pregona la división de los trabajadores con tal de facilitar que unos pocos se apropien cada vez más de la riqueza que produce la clase trabajadora.
Son dos usos de la solidaridad muy diferentes. En el primero, se preserva la división que articulan las burocracias sindicales y de las organizaciones sociales oficialistas entre ocupados, desocupados, formales y precarios. Facilitando así los negocios capitalistas.
En el segundo caso, se apuesta a preparar la unidad de toda esta fuerza social hacia conquistar plenos derechos. Es en este camino que vale el apoyo a la marcha federal de las organizaciones de desocupados combativas que harán un acto en Plaza de Mayo este jueves.
Pero hay que ser conscientes que los dueños del país van a defender con uñas y dientes sus privilegios. De esta realidad, surge entonces que todo proceso de unidad en algún momento tendrá que afrontar un combate a fondo con el poder económico.
Una pelea que se definirá en las calles, algo que el kirchnerismo intenta evitar todos los días bajo distintas formas, apuntando a convencerte de aceptar lo que hay, a lo sumo con alguna leve mejora, pero no ir más allá de lo que está permitido en un sistema basado en la ganancia, cuyo origen está en la apropiación de una parte de la riqueza que genera el trabajador durante su jornada laboral sin pago alguno. Por eso, el debate tiene que ir hacia qué tipo de solidaridad hace falta y para qué propósitos.
Gastón Remy
Economista, docente en la Facultad de Cs. Económicas de la UNJu. Diputado provincial del PTS - FITU en Jujuy, Argentina.